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Industria farmacéutica

La caída en Bolsa de Grifols mete presión a la familia y otros accionistas

Scranton cuenta con acciones pignoradas del laboratorio. El propio inversor señala como riesgo la caída del precio de esos títulos

Víctor Grífols, presidente de Grifols.
Víctor Grífols, presidente de Grifols.Reuters

El valor de Grifols en Bolsa ha caído nada menos que un 43% desde los días previos a la pandemia y eso ha metido presión a su accionista Scranton, que tiene pignorados sus títulos de Grifols en préstamos con la banca. Penalizada por el alto endeudamiento y los problemas del negocio de hemoderivados por el Covid-19, el precio de las acciones de la compañía catalana ha llegado en los últimos meses a mínimos en siete años y apretado a algunos inversores.

Scranton Enterprises, una firma registrada en los Países Bajos, es uno de los accionistas de referencia de la multinacional de hemoderivados. A través de esta firma neerlandesa, algunos miembros de la familia Grifols y diversos veteranos directivos ostentan un 8,6% de la farmacéutica cotizada en el Ibex 35. Entre estos inversores de Scranton se encuentran Raimon Grifols Roura –uno de los consejeros delegados–, y el presidente no ejecutivo Víctor Grifols Roura, de acuerdo al último informe de gobierno corporativo remitido a la CNMV. También Tomás Dagá, consejero aúlico de la compañía y socio fundador de Osborne & Clarke (despacho de referencia de Grifols).

Las caídas en Bolsa de Grifols han comprometido los préstamos a Scranton con acciones pignoradas. Los títulos se han devaluado desde los 33 euros por unidad en febrero de 2020, hasta los 17,67 euros que marcaron ayer. En febrero de este año llegaron a marcar su mínimo de ocho años, por debajo de los 15 euros.

Scranton contaba con una deuda financiera de 1.100 millones de euros a cierre de 2020, según las cuentas de ese ejercicio, las últimas depositadas ante el registro mercantil. Una porción de esta deuda se encuentra respaldada por acciones en Grifols, tal y como reconoce la firma en sus propias cuentas.

Grifols
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“La inversión del grupo en Grifols está expuesta a un riesgo por la cotización en la Bolsa de Madrid. Como algunas de sus acciones han sido pignoradas como colateral por los préstamos bancarios, un menor precio de la acción puede conllevar garantías adicionales de los bancos. Estos requerimientos de garantías extra podrán ser satisfechas con acciones adicionales de Grifols y caja”, señala Scranton Enterprises en sus últimas cuentas anuales, de 2020.

En este tipo de acuerdos habituales de las empresas con la banca de poner acciones en prenda, los acreedores pueden quedarse con el capital o una porción si el precio de los títulos se sitúa por debajo de un límite pactado entre las partes.

Considerando la capitalización ligeramente por encima de los 10.000 millones a los que cerró ayer en Bolsa, el 8,6% de Scranton en Grifols está valorado en apenas 860 millones, por debajo de los 1.100 millones de deuda que acumula la sociedad patrimonial. En el caso de que las acciones profundicen su descalabro puede obligar a la sociedad patrimonial a renegociar el pasivo con sus acreedores o bien a cederles parte de sus acciones en el grupo catalán.

Este accionista, radicado Holanda, ha renegociado el préstamo con BNP hasta 2025

De acuerdo a sus cuentas, los préstamos de Scranton respaldados por acciones son, al menos, dos. Uno de 225 millones otorgado por Bank of America, que paga un interés del euríbor a tres meses más un 3%, vinculado a acciones de Scranton Plasma, la firma con la que controlan varios negocios de plasma sanguíneo. El otro es un crédito otorgado por BNP Paribas de 350 millones y garantizado directamente por títulos de Grifols. Este préstamo, que paga un cupón del euríbor más el 1,75% expiraba en marzo y se ha prolongado hasta 2025, según fuentes financieras. La compañía cuenta además con un préstamo de 135 millones con el banco Santander, además de otros préstamos hipotecarios por cerca de 200 millones con CaixaBank y BBVA, respaldados por inmuebles.

Según publicó El Confidencial la pasada semana, la familia Grifols otorgó las garantías adicionales a sus acreedores, unos títulos que estarían referenciados a un precio de la acción a 20 euros, por encima de los 17 euros a los que cotiza.

Fuentes financieras consultadas indican que los problemas en Bolsa forzaron a Scranton a buscar una solución con sus bancos, que le dieron árnica, pero no retiraron las prendas.

Grifols y Scranton no aclararon a preguntas de este diario la situación de este riesgo que explican en sus cuentas respecto a la pignoración de acciones, ni tampoco sobre qué garantías adicionales habrían aportado a BNP Paribas.

De manera paralela, Grifols ha sondeado el mercado para tratar de solventar estos problemas de sobrendeudamiento que les ha penalizado en Bolsa en los últimos meses. Para ello, negoció un acuerdo con Hellman & Fridman para suscribir una ampliación de capital, por el 20%, con la que recabar el efectivo necesario con el que reequilibrar el balance. Tras frustrarse esta operación, otros fondos, como CVC o KKR, han rondado a la compañía catalana. Su presidente, Víctor Grifols, negó la semana pasada en una conferencia con analistas que el consejo tuviese en este momento una operación sobre la mesa.

Las claves de Scranton y Grifols

Las distintas ramas de la familia Grifols suman en torno al 30% del laboratorio catalán a través de varias sociedades, según los registros de la CNMV. Una de las principales es Scranton Enterprises que controla más del 8% de Grifols, además de otras muchas inversiones, como un 5% en Wallapop, otros negocios de centros de plasma, el equipo de basket Joventut o la bodega Juvé y Camps, así como un amplio patrimonio inmobiliario.

El problema con el que se ha enfrentado Grifols en los últimos meses proviene de su alto endeudamiento –agudizado tras afrontar la adquisición de su rival alemán Biotest– y la reducción de los márgenes por el freno que ha supuesto la pandemia de Covid-19 en la obtención de plasma, la materia prima para sus hemoderivados. Además, en abril, la compañía tuvo que anotarse como deuda la inyección del fondo soberano de Singapur GIC, después de que el auditor señalase que esos recursos no podían considerarse como capital propio. Tras la reformulación de las cuentas, la deuda pasó de 5.828 millones, reconocidos en febrero, a 6.480 millones, disparando el ratio de apalancamiento sobre ebitda por encima de seis veces. El laboratorio se comprometió a rebajar el pasivo, con desinversiones y la suspensión de reparto del dividendo hasta que la deuda no esté por debajo de cuatro veces el ebitda.

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