Los inversores huyen de los activos refugio con caídas en el oro y el precio de la deuda
El interés del bono español se duplica hasta el 0,19% y el de EE UU roza el 1%; el metal precioso se hunde un 5% y el yen se repliega frente al dólar
La pandemia está lejos de haber terminado de una vez y para siempre. Pero una sola noticia ha servido para sanar a los mercados de más riesgo y hundir a los activos refugio. Los precios de la deuda, que se mueven de forma inversa a su rentabilidad, el oro y el yen se hundieron. Los fondos huyeron en estampida de estas inversiones para no perderse la eventual escalada de las Bolsas. El bono español a 10 años duplicó su interés, del 0,097% del viernes al 0,19%. El metal precioso retrocedió en torno a un 5%, a 1.850 dólares por onza, y el yen se hundió hasta las 105,5 unidades por billete verde.
Lo ocurrido este lunes se puede calificar de pánico alcista. Es decir, el temor a perderse una subida fulgurante. Pero la liquidez, ni la de los gestores de grandes fondos ni la de los particulares, es ilimitada. Y sacaron el dinero de la parte más conservadora de sus carteras; de los clásicos activos que resisten contra viento y marea los tiempos de grave recesión.
Cierto es que no ni mucho menos se han revertido los precios a antes de que estallara el Covid. Pero si vivieron una fuerte corrección. El oro, tras alcanzar su máximo de todos los tiempos el pasado 6 de agosto a 2063,5 dólares por onza, se hundió a niveles de finales de julio, con un retroceso del 5% que lo sitúa en los 1.850 dólares. La plata cedió un 8%, por debajo de los 24 dólares por onza.
Más contundente fue el comportamiento de la deuda pública. El bono español a 10 años fue el que más reaccionó. Su rendimiento, que se desplomó la semana pasada hasta acercarse al mínimo histórico del 0,035% del pasado agosto, pasó del 0,097% del viernes al 0,194%. El del bund alemán a una década subió del -0,62% al -0,51%. Y el del treasury estadounidense al mismo plazo pasó del 0,82% al 0,95%.
Detrás están las expectativas de inflación, que se reactivan si el mundo vuelve a la normalidad antes de lo que se esperaba. Igualmente, los bancos centrales puede que sean más prudentes al emplear toda su munición de medidas extraordinarias –compras de deuda por 1,35 billones de euros por parte del BCE y de 2,2 billones de dólares por parte de la Fed– si la economía mundial resucita finalmente con una vacuna efectiva. El miedo de los inversores en deuda radica precisamente en eso: en que Christine Lagarde y Jerome Powell dejen de exprimir sus respectivas bazucas antipandemia.
Bancos centrales
Pero, por esta misma regla de tres, los expertos confían en que los metales preciosos volverán a erigirse en un bien preciado, puesto que son un blindaje efectivo contra las tensiones inflacionistas que pueden volver si la vacuna o las vacunas permiten una recuperación en V de la economía mundial. El bitcóin también caía, pero más levemente, alrededor de un 1%, hasta los 15.100 dólares por unidad.
En el mercado de divisas, el yen, la moneda refugio por excelencia, se hundía alrededor de un 2% frente al dólar, hasta los 105,5 billetes verdes por unidad. El euro, por su parte, caía más de un 0,5% frente al dólar, en el entorno de las 1,181 unidades de la divisa norteamericana.
En resumen, el seísmo del lunes en los mercados fue espectacular. Está por ver si la tendencia se consolida o es flor de un día.