El germen turco de la exitosa vacuna de Pfizer
Uğur Sahin creó BioNTech, la firma biotecnológica que impulsó la eficaz candidata que desarrolla junto a Pfizer
Pfizer se llevó ayer gran parte de los titulares de los medios de comunicación por los resultadores prometedores de su vacuna frente al Covid-19, que tendría una eficacia del 90% entre los voluntarios a los que se le ha administrado. Pero detrás de la investigación se encuentra un profesor turco en una empresa biotecnológica alemana.
El perfil del socio de Pfizer, la compañía alemana BioNTech, es totalmente diferente. Si Pfizer pone la capacidad de realizar ensayos y de producción a gran escala, la firma biotecnológica aporta el germen de la investigación.
BioNtech fue creada en 2008 por el oncolólogo Uğur Sahin (Alejandreta, Turquía,1955) en Maguncia (Mainz en alemán). Actualmente lidera la compañía como consejero delegado. En esta década, su puntera investigación ha estado encaminada al desarrollo de fármacos frente al cáncer basados en la tecnología de ARN mensajero. En su cartera en investigación se encuentran 15 ensayos en fase preclínica y 13 en clínica (con humanos). En Bolsa actualmente capitaliza por 25.000 millones, tras triplicar su valor en el año gracias a su I+D sobre el Covid-19.
Sahin se formó en Alemania. Primero en la Universidad de Colonia, ejerció como médico oncólogo y es profesor de la Universidad de Mainz. Está casado con la doctora Özlem Türeci, directora médica de la empresa y cofundadora.
De raíces humildes como hijo de un inmigrante turco que trabaja en una fábrica de Ford en Colonia, Sahin, figura ahora entre los 100 alemanes más ricos, junto con su esposa según el semanario. Welt am Sonntag. El valor de mercado de BioNTech, que cotiza en Nasdaq, cofundada por la pareja, se había disparado a 21.000 millones de dólares al cierre del viernes desde los 4.600 millones de hace un año.
"A pesar de sus logros, nunca dejó de ser increíblemente humilde y agradable", opina Matthias Kromayer, miembro de la junta de la firma de capital de riesgo MIG AG, cuyos fondos han respaldado a BioNTech desde sus inicios en 2008. Agregó que Sahin solía ir a las reuniones de negocios usando jeans y llevando su casco de bicicleta y su mochila con él. Persiguiendo tenazmente su sueño de la infancia de estudiar medicina y convertirse en médico, Sahin trabajó en hospitales universitarios en Colonia y en la ciudad suroccidental de Homburg, donde conoció a Tuereci durante su carrera académica temprana.
La investigación médica y la oncología se convirtieron en una pasión compartida de la pareja. Tuereci, hija de un médico turco que había emigrado a Alemania, dijo en una entrevista con los medios que incluso el día de su boda, ambos hicieron tiempo para el trabajo de laboratorio. Juntos se centraron en el sistema inmunológico como un aliado potencial en la lucha contra el cáncer y trataron de abordar la composición genética única de cada tumor. La vida como emprendedores comenzó en 2001 cuando establecieron Ganymed Pharmaceuticals para desarrollar anticuerpos que combaten el cáncer, pero Sahin, para entonces profesor en la Universidad de Mainz, nunca abandonó la investigación académica y la docencia. Obtuvieron fondos de MIG AG, así como de Thomas y Andreas Struengmann, quienes vendieron su negocio de medicamentos genéricos Hexal a Novartis en 2005, recoge Reuters.
Esa empresa se vendió a la japonesa Astellas en 2016 por hasta 1.400 millones de dólares. Para entonces, el equipo detrás de Ganymed ya estaba ocupado construyendo BioNTech para buscar una gama mucho más amplia de herramientas de inmunoterapia contra el cáncer. Eso incluía ARNm, una sustancia mensajera versátil para enviar instrucciones genéticas a las células.
Para Kromayer de MIG, Tuereci y Sahin son un "equipo de ensueño" en el sentido de que reconciliaron sus visiones con las limitaciones de la realidad. La historia de BioNTech dio un giro cuando Sahin en enero se encontró con un artículo científico sobre un nuevo brote de coronavirus en la ciudad china de Wuhan.
El gran salto de BioNTech hacia las vacunas se produjo gracias a un acuerdo con la Fundación Bill & Melinda Gates en 2019 para avanzar en soluciones contra la tuberculosis y el VIH.
"Deberíamos ser más optimistas de que el efecto de la inmunización puede durar al menos un año", apuntó Sahin ayer a Reuters. Si bien aún no se sabe cuánto durará la protección, el fundador de BioNTech apuntó a que la investigación en pacientes recuperados había demostrado que aquellos con niveles altos de anticuerpos para empezar no habían experimentado una caída brusca en esos niveles, y lo mismo probablemente sucedería con las personas vacunadas.
Destacando el desafío logístico de distribuir la vacuna, que pertenece a una clase conocida como ARN mensajero, el arreglo para los primeros tres meses sería que el compuesto genético tendría que enviarse y almacenarse de forma centralizada a menos 70 grados celsius. "Para diciembre esperamos más datos (sobre la estabilidad molecular), y si esos resultados nos permiten mantener la vacuna en un refrigerador por más de cinco días, tal vez dos semanas, eso volvería a simplificar las cosas".
Pfizer comercializará esta vacuna para todo el mundo excepto para China, ya que allí BioNtech ha elegido a la local Fosum.