Muere Jesús Mota, periodista de EL PAÍS y exdirector de ‘Cinco Días’
Trabajaba en la sección de Opinión de 'El País' como editorialista
El exdirector de Cinco Días Jesús Mota ha fallecido este sábado en Madrid a la edad de 68 años. Este periodista de dilatada trayectoria trabajaba en la actualidad en EL PAÍS en la sección de Opinión como editorialista, fundamentalmente de temas económicos.
Mota nació en Bilbao en mayo de 1952. Tras estudiar en Madrid en la última promoción de la Escuela de Periodismo de Madrid, inició su andadura profesional en El Correo Español-El Pueblo Vasco y en El Adelanto de Salamanca. Fue redactor económico del diario Ya y de ahí pasó a la revista económica Mercado, donde ocupó los cargos de jefe de sección, redactor-jefe y subdirector.
También fue subdirector de Cinco Días entre 1989 y 1992 y luego director, cargo que ocupó de marzo de 1992 a julio de 1994. Sustituyó a Ernesto Ekaizer y le siguió Fernando González-Urbaneja. Después fue redactor jefe del suplemento Negocios de EL PAÍS y, posteriormente, editorialista del diario y miembro de la sección de Opinión.
Durante el periodo que dirigió Cinco Días, España vivió los fastos del 92, con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, y también la aguda recesión de 1993. En esa etapa, Cinco Días contó la crisis del sistema monetario europeo y la oleada de devaluaciones de la peseta.
También durante ese periodo se produjo la intervención de Banesto en diciembre de 1993. "Es la última gran operación que hace el Estado para salvar el sistema financiero, demostrando que tiene recursos a su alcance", explicaba Mota en un especial por el 40 aniversario del periódico. El exdirector lo ponía en valor al evocar que Cinco Días, en su línea de denuncia de este tipo de prácticas empresariales, fue el "único medio que denunció el modo de hacer negocios del banquero".
Mota señalaba que creía en "el periodismo crítico, que está para controlar al poder, que casi nunca es el Gobierno y sí está en los conglomerados empresariales y financieros".
Tras dejar la dirección de Cinco Días se incorporó a EL PAÍS, donde ejerció durante años como redactor jefe del suplemento Negocios, hasta que en 2006 pasó a la sección de Opinión, en la que ha sido editorialista de referencia para los asuntos económicos. Además, ha seguido escribiendo análisis y columnas de opinión, principalmente de temas económicos, pero también sobre variadas materias como la política, la cultura o el deporte, con un estilo brillante y directo.
A lo largo de su trayectoria profesional, Mota escribió varios libros, como Pedro J. y Aznar, una Historia de Amistad, La Gran Expropiación o Aves de RaPPiña.
Mota tenía amplios conocimientos económicos e interés por numerosos sectores, pero sobre todo conocía muy profundamente el mundo de la energía y su regulación, una especialización que compartía con su esposa, Carmen Monforte, periodista de Cinco Días.
A su interés por la política, su gran conocimiento de la economía y del entorno empresarial, Mota unía su pasión por el mundo del cine, como se refleja en su último artículo, Hitchcock, el cine que pudo ser, donde reflexionaba sobre la evolución del Séptimo Arte, 40 años después de la muerte de "Sir Alfred".
"Paradójicamente, la sabiduría económica de Mota (siempre estudiando, siempre leyendo) no es aquella materia de la que más sabía: su verdadero conocimiento era del mundo del cine, al que dedicó algunas de sus mejores piezas, publicadas la mayor parte de las ocasiones en la página más noble del periódico", señala el exdirector de EL PAÍS Joaquín Estefanía en el obituario que este domingo publica EL PAÍS, en el que dice que "será muy difícil encontrar a partir de ahora un periodista tan honesto, tan bueno profesionalmente y al mismo tiempo tan hosco". Su timidez y hosquedad, termina Estefanía, "ocultaban el principal rasgo de su carácter: la ternura".
Era también aficionado al fútbol y seguidor del Athletic de Bilbao. Su timidez era entrañable y le hacía parecer algo hosco, pero tenía un gran sentido del humor. Esa timidez se convertía en valentía cuando escribía, ya fuera para informar o para opinar. Culto, brillante e inteligente, su fina ironía y su sentido crítico fueron siempre señas de identidad de su trabajo.