España mantiene su competitividad, en riesgo por el Covid-19
Singapur mantiene el liderazgo mientras que EE UU y China se desploman como consecuencia de la guerra comercial
España mantiene por segundo año consecutivo el puesto 36 en el Ranking de Competitividad Mundial del IMD, compuesto por 63 países. Sin embargo, esta estabilidad esconde el empeoramiento en tres de los cuatro indicadores analizados: rendimiento económico, eficiencia empresarial y eficiencia gubernamental. Es esta última la que registra un mayor descenso (cuatro puntos) debido a un empeoramiento de las finanzas públicas, la política fiscal y la normativa empresarial. En el ámbito de la eficiencia empresarial, se produce una fuerte caída en la percepción del mercado laboral así como de las prácticas ejecutivas. En el rendimiento económico, destaca el peor comportamiento de la economía nacional.
El informe realizado por IMD, que se elabora con datos de estadísticas “duras”, como el desempleo, el PIB o el gasto público en salud o educación, cuenta también con datos “blandos” de una encuesta de opinión ejecutiva. Este año, los entrevistados consideran que las infraestructuras fiables son el principal atractivo de la economía española, con una mejora de 15,2 puntos porcentuales. En 2018, la lista estaba encabezada por la competitividad por costes, ahora relegada a tercer lugar. En segundo puesto se mantiene la mano de obra cualificada. La mayor caída se registra en el alto nivel educativo, que cede 16,2 puntos. Asimismo, los encuestados muestran una percepción negativa de la inversión extranjera en España, que desciende bruscamente en la lista, debido a “la gran incertidumbre política y a la certidumbre de que los cambios implantados por el Gobierno no van a hacer atractivo el país para el capital extranjero”, explica Arturo Bris, director del Centro de Competitividad del IMD.
El avance de España en el ranking este 2020 está sujeto, según los expertos, a una mejora de la empleabilidad repensando las políticas empleo en el marco del diálogo social, el fortalecimiento del tejido empresarial y la mejora de clima para hacer negocios con el objetivo de reactivar la inversión, así como el impulso de la digitalización, la investigación científica y el desarrollo y la innovación tecnológica, y el renacimiento de la industria, que debe apostar por un crecimiento de alto valor añadido. Sin embargo, la crisis del Covid-19 ha acentuado estas debilidades. De hecho, en la situación actual, Bris afirma que España caería en el ranking. Para que esto no suceda, considera que es fundamental que el Gobierno dé a conocer su “respuesta política” a la pandemia, como han hecho Italia o Francia. Asimismo, afirma que esta estrategia debería estar basada en el gasto público y en el apoyo a las pymes.
Avances en Europa
A nivel internacional, Singapur revalida por segundo año el primer puesto, que arrebató en 2018 a EE UU. Le siguen Dinamarca, Suiza, Países Bajos y Hong Kong. De estos cinco, destaca la subida del primero, que escala seis puestos gracias principalmente a la mejora del indicador de eficiencia empresarial. Los responsables del ranking subrayan que este avance de economías pequeñas “puede indicar una tendencia a la desglobalización”. Asimismo, entre los mayores ascensos de este año se encuentran otros países europeos como Grecia, Chipre o Estonia.
Los desplomes más destacados del ranking de este año son los de Estados Unidos, que pasa del tercer al décimo puesto, y China, que desciende del número 14 al 20, ambos como resultado de las tensiones comerciales que han debilitados sus economías.
No obstante, la caída de EE UU es consecuencia también de la incertidumbre ante las elecciones del próximo mes de noviembre –siempre sucede antes de unos comicios, explica Arturo Bris– y de la percepción de la pandemia. Aunque el ranking toma como referencia los datos de 2019, las entrevistas a ejecutivos fueron realizadas a principios de año, y muestran las deficiencias del sistema de salud estadounidense, explica Bris.