Sánchez hiberna la economía para evitar el colapso sanitario
La cercanía de la Semana Santa ha acelerado esta medida
El Gobierno ha dado un paso más en el confinamiento de la población para tratar de atajar el contagio masivo del coronavuiris, cuya curva no termina de alcanzar el pico máximo. En reunión extraordinaria del Consejo de Ministros decidió, ayer sábado, paralizar todas las actividades económicas que continuaban abiertas y que no se consideren esenciales para luchar contra la epidemia (ver detalle en las páginas 20-21). Tras el cierre general del comercio desde el primer día del estado de alarma, el pasado 14 de marzo, desde hoy se paraliza la actividad en toda la industria manufacturera y la construcción para tratar de minimizar los traslados de trabajadores y con ello, los posibles contagios, así como para evitar el colapso hospitalario, muy estresado en las unidades de cuidados intensivos.
La decisión de endurecer el estado de alarma está fundamentada en las recomendaciones del comité técnico que asesora al Gobierno, y que estima que los niveles de movilidad deben reducirse en los días laborales a los que ya están registrando durante los fines de semana. Esta adicional vuelta de tuerca al cierre de la economía, que supone en la práctica su plena hibernación, se mantendrá hasta el día 9 de abril, e irá acompañada de un permiso retribuido recuperable al que pondrán acogerse las empresas, si lo desean, y cuyas horas abonadas y no trabajadas podrán recuperarse ulteriormente antes del 31 de diciembre.
La cercanía de la Semana Santa ha aconsejado al comité técnico acelerar esta medida de restricción severa de la movilidad, para que coincida con un mayor número de festivos, en los que los traslados interurbanos seguirán restringidos.
A pesar de la suspensión de las actividades no esenciales durante dos semanas (8 días laborables, teniendo en cuenta los festivos de Semana Santa), las empresas no podrán despedir por causa de fuerza mayor ni por causas económicas, organizativas, técnicas y de producción que se deriven de la crisis sanitaria mientras dure el estado de alarma, tal y como se ha establecido en un real decreto desde el sábado, aunque podrán a cogerse a un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE).
Una decisión de este tipo, y pese a que permite que se mantenga la cadena de producción y distribución agroalimentación, sanitaria y de seguridad, así como los procesos industriales críticos por la incapacidad de su paralización, supone ahondar en la contracción de la actividad que ya se producía desde el 14 de marzo. Aunque no hay datos concretos del efecto en la producción y sobre el empleo, todos los expertos creen que el recorte del producto interior bruto será muy intenso ya en el primer trimestre del año; las horquillas manejadas hablan de un recorte del producto de hasta el 10% para este año. En materia de empleo, los sindicatos han llegado a cuantificar ya de un millón adicional de parados solo en el mes de marzo.
Todos los partidos políticos respaldaron ayer el endurecimiento del confinamiento y la reducción de los niveles de movilidad, pero no sin críticas por la tardanza en aplicar tales medidas. Algunos presidentes de comunidades autónomas criticaron airadamente la decisión, “que únicamente se nos ha comunicado y en ningún caso consultado”.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anticipó esta drástica decisión el sábado por la tarde, tras haberla tratado con los agentes sociales que, dijo, “son conscientes del enorme esfuerzo que hay que hacer” para atajar el contagio del coronavirus, que afecta ya a casi 80.000 personas diagnosticadas, de las que más de 6.500 han fallecido. La reacción empresarial, con algunas patronales industriales a la cabeza, ha sido muy crítica con la decisión del Gobierno; sin embargo, la Administración ha replicado que “no vamos a aceptar presiones de nadie”.
Argumentos sanitarios
Los argumentos utilizados por el comité técnico, y explicados por el director de coordinación de epidemias, Fernando Simón, son la sobrecarga de las instalaciones hospitalarias en las fases más críticas, las de la unidades de cuidados intensivos. A su juicio, dado que el tránsito por las UCI es muy prolongado, y para evitar problemas en las comunidades más afectadas, es preciso intensificar la lucha contra el contagio.
Tras quince días de estado de alarma y cierre de toda actividad comercial, formativa o cultural, solo se aprecia una ligera disminución relativa de los nuevos contagios, mientras que los ingresos en cuidados intensivos y los fallecimientos siguen creciendo de manera abultada.
Desesperado llamamiento a Europa
Sánchez, directo. El el presidente del Gobierno dedicó buena parte de su discurso del sábado a lanzar un claro mensaje a la Unión Europea. Tras el fiasco de la cumbre del jueves, en la que la resistencia de Alemania y Holanda impidió aplicar el plan económico de choque reclamado por España e Italia, Sánchez usó un tono exigente para apelar a los valores europeístas. Recordó que la Unión Europea nació para “evitar una tercera guerra mundial” y no dudó en señalar que la emergencia sanitaria ha colocado al organismo continental en el “momento más crítico” de su historia.
Economía de guerra. Sánchez se refirió a la necesidad urgente de que Europa adopte una “economía de guerra”. Reclamó “decisiones valientes y contundentes” y reflexionó: “La respuesta no puede ser nacional, tiene que ser europea y con todos los recursos. En el momento más crítico de la UE desde su fundación, tenemos que remar todos a una”. “La UE debe estar a la altura y no puede defraudar a sus ciudadanos”, apostilló. Valoró la intervención del BCE, pero reclamó de nuevo la emisión de bonos conjuntos suscritos por todos los países.