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Las fábricas se enfrentan a los costes extras de las paradas y la reactivación

La siderurgia tiene pendientes las inversiones en descarbonización, mientras la cadena entre clientes y proveedores queda rota

Uno de los temores más grandes para la economía se ha cumplido. Toda la industria que no esté vinculada con la alimentación, energía y temas sanitarios queda parada tras el decreto ley aprobado por el Gobierno para limitar la economía a las actividades esenciales con el fin de reducir la movilidad de la población en el contexto de la lucha contra el Covid-19.

Hasta ahora, los mensajes desde la industria en medio de esta crisis del coronavirus estaban relacionados con los bienes de consumo general. Sobre todo con la paradas de las fábricas de ensamblajes de automóviles, que afectan a más de 60.000 trabajadores y que son un tejido industrial muy importante, en el que se incluye a fabricantes de componentes, como Gestamp, Grupo Antolin o CIE Automotive. De las líneas de producción de Seat en Martorell (Barcelona) ahora salen respiradores en vez de coches

¿Pero qué pasa entre los suministradores que trabajan en base a la materia prima, como el sector siderúrgico -con más de 50.000 empleos-? Esta cadena empieza por las minas y la chatarra y pasa por las instalaciones de cabecera. España produce más de 14 millones de toneladas de acero al año y el eslabón siderúrgico es vital para la actividad del resto de la industria.

El acero está en los coches, edificios, utensilios de hospitales y cocinas, y en las tubos que producen Tubos Reunidos y Tubacex para las extracciones de gas y petróleo, etcétera. La normativa de medianoche del domingo se lo pone muy difícil a la siderurgia. Los hornos de las acerías tienen que parar, y es un proceso muy costoso y técnicamente muy complicado. Sobre todo para los hornos altos de ArcelorMittal en Gijón. O para la planta de Olarra en Bizkaia, que elabora inoxidable -como Acerinox-, o la de Celsa en Portugalete (Bizkaia), que produce alambrón para la construcción. Sin olvidar a Sidenor, del subsector de especiales para la industria de automoción.

Además, la siderurgia tiene que afrontar las inversiones en descarbonización para cumplir la normativa a futuro de la Unión Europea. Y horno que para, que tiene que arrancar y en el que luego hay que invertir para reducir sus emisiones tiene una supervivencia muy complicada. La preocupación entre los siderúrgicos por las últimas medidas del Gobierno de Pedro Sánchez está en máximos.

Lo mismo les sucede a la industrias química y cerámica. Aunque empresas como Atlantic Copper sí que mantendrán una actividad mínima como proveedora de productos de primera necesidad.

La compañía explica que el cobre como el ácido sulfúrico son esenciales para abastecer a otras industrias de las cadenas sanitaria y alimenticia. Por su parte, firmas como Porcelanosa o Pamesa no podrán seguir funcionando porque su actividad - fabricación de azulejos y baldosas de cerámica- no se contempla como esencial. La patronal de la cerámica Ascer reclama poder cargar hasta la media noche del 1 de abril para poder pagar nóminas y atender los compromisos comerciales a corto plazo.

El sector del calzado también enfrenta un gran impacto. Airbus dentendrá hasta el 9 de abril la producción, a excepción de algunas actividades -aviones comerciales, helicópteros y defensa y espacio-.

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