El Thyssen ahonda en los retratos de Rembrandt
Por primera vez, una exposición reúne piezas del pintor holandés, un total de 30 obras, y de 35 artistas de la época
Es el pintor holandés más relevante del siglo XVII. Rembrandt (Leiden, 1606-Ámsterdam, 1669) no se detuvo en cultivar un único género, como sus coetáneos, sino que destacó en diferentes campos, no solo como pintor, sino también como dibujante y grabador. El retrato tampoco le fue ajeno. Y es por ello que el Museo Thyssen- Bornemisza le dedica, hasta el 24 de mayo, una exposición, la primera en el mundo sobre esta disciplina, titulada Rembrandt y el retrato en Ámsterdam, 1590-1670, que reúne una selección de retratos teniendo al maestro barroco como protagonista, con 30 obras colgadas en la muestra, así como de otros 35 artistas de la época, tal es el caso de Cornelis Ketel, Cornelis van der Voort, Frans Badens, Pieter Isaacz, Adriaen Key, Thomas de Keyser, Claes Moyaert, Frans Hals, Jacob Backer o Dirck Santvoort.
La muestra, comisariada por Norbert E. Middelkoop, supone un viaje cronológico por la escena del retrato del siglo de oro holandés, con obras procedentes de museos y colecciones de todo el mundo, con préstamos destacados del Amsterdam Museum, el Rijksmuseum de Ámsterdam, el Metropolitan de Nueva York, la National Gallery de Washington y The National Gallery de Londres.
Buena parte de las obras no se han expuesto anteriormente en España, y en algún caso, como el retrato de un joven procedente del Nelson Atkins Museum de Kansas, nunca hasta ahora había salido de su pinacoteca. El retrato era un género muy cotizado en el Ámsterdam de la época, una ciudad rica, llena de comerciantes, burgueses, artistas y artesanos.
Con su llegada a la ciudad (1630), Rembrandt emprende toda una revolución en el retrato, un género marcado por rígidos códigos y la seriedad de los personajes. Desde el principio, el pintor deja a sus modelos una libertad de movimiento inusual para la época. A lo largo de los años se fue centrando cada vez más en los rasgos esenciales, sobre todo el rostro, de sus modelos. Sus pinceladas enérgicas y, especialmente en su última época, cargadas de materia pictórica han llevado a especular sobre los objetivos artísticos del pintor, que parecía estar más interesado en la representación de caracteres que en el parecido físico del retratado. Es ahí donde radica el secreto de la atracción que ejercen hoy en día sus retratos, incluso 350 años más tarde.
Según explicó en la presentación el comisario de la idea de la exposición tiene como objetivo poner a Rembrandt frente a sus competidores, ya que de esta manera es más fácil observar cual es realmente la aportación del pintor holandés al género del retrato. En opinión de Middelkoop, la muestra arroja muchísima luz sobre este tipo de arte. Por su parte, la conservadora jefa de pintura antigua del Thyssen, Mar Borobia, destacó que la muestra “analiza una de las facetas menos estudiadas en exposiciones de Rembrandt”, ya que en las últimas décadas ha habido interés sobre todo por los paisajes y la pintura histórica y mitológica, y aunque se han hecho exposiciones dedicadas a los autorretratos y retratos, “la gran novedad de este proyecto es que se ha centrado en la figura de Rembrandt, qué es lo que hizo en el retrato, pero en un contexto que nunca se había tratado”.