Moody's eleva la probabilidad de impago de Lecta y avisa de su pobre liquidez
La agencia le rebaja la nota un escalón hasta Caa1 desde B3
A la papelera Lecta, propietaria de la española Torraspapel, se le ha atragantado, y mucho, el negocio en las últimas semanas. Todo comenzó cuando en abril, cuando anunció que paralizaba temporalmente una de las líneas de producción de su fábrica francesa, Condat, debido a la caída en picado de la demanda de papel estucado, segmento en el que la empresa, controlada por el gigante británico del capital riesgo británico CVC, es una de los líderes en Europa.
Moody's que ya rebajó su calificación en julio y agosto, vuelve a la carga y se la rebaja un escalón tras conocer los resultados del primer semestre publicados el jueves pasado hasta Caa1 y con perspectiva "en revisión", desde B3. La nueva nota denota una calidad de crédito muy pobre.
Los bonos por 600 millones de euros de Lecta se han desplomado en los últimos tiempos, al pasar del 100% del nominal a rozar el 30%. La empresa ha tomado constancia de que es necesaria una reestructuración y para ello ha fichado a Rotschild y Evercor. Del lado de los bonistas está Houlihan Lokey, experto en este tipo de refinanciaciones, tras participar en las de Abengoa y Dia. El objetivo es que capitalicen una parte de esa deuda y, si es necesario, que aporten nueva liquidez al grupo.
"La rebaja de hoy es consecuencia de que la ratio de deuda respecto al ebitda de Lecta se haya disparado hasta el entorno de las nueve veces en los últimos 12 meses finalizados en junio, ante la rapidez del deterioro operativo, debido a la baja demanda de papel estucado en el primer semestre de 2019", señala en una nota Dirk Steinicke, de Moody's.
El experto considera que las inversiones realizadas por Lecta en su área de papeles especiales, la de mayor crecimiento debido a que se utilizan como embalaje en el comercio electrónico, han sido insuficientes. Moody's advierte de la constante reducción de la liquidez desde el tercer trimestre de 2018 y apunta con el dedo hacia los 78,9 millones de euros a cierre de junio, 22 millones menos que un año antes.
La buena noticia es que Lecta cuenta con varios acuerdos de financiación, entre los que destacan una línea de crédito de libre disposición de 60 millones, de la que había utilizado 35 a cierre de marzo, y los acuerdos de financiación sobre facturas de clientes (factoring). Precisamente, el presidente de Lecta, Andrea Minguzzi, señaló ayer en una conferencia con inversores que estaban renegociando esas líneas con el objetivo de dar mayor margen a la compañía.
Lecta entró en pérdidas en el primer semestre del año, de 12,63 millones de euros. El resultado estuvo lastrado por la caída del 10% en la facturación de su división de papel estucado. El ebitda total, por su parte, cayó un 18%, a 53,5 millones, pero la última línea de las cuentas se ve afectada por elevados costes financieros (30,8 millones) y fuertes depreciaciones (29,2). El área de papel estucado, en plena crisis, supone en torno a la mitad de sus ventas, mientras que la de cartones (altamente demandados por el boom del comercio electrónico) poco más de un tercio. Y el objetivo es que cada vez gane más peso.