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Hacia la dimensión social de la empresa

Seres y KPMG analizan el papel del consejero en la construcción de una compañía responsable

GETTY IMAGES
Rafael Durán Fernández

El valor de la empresa de hoy y lo que le exige la sociedad han cambiado. Hay una demanda de más altura de miras. Si nos fijamos en la propuesta de valor de las compañías, comprobamos que no es la misma que la de hace años. Las organizaciones no se diferencian por la calidad de un producto o servicio, sino por la conexión con la sociedad que logran obtener y, en último caso, por sus valores únicos. Además, los inversores internacionales son cada vez más exigentes en materias como gobierno corporativo y responsabilidad social corporativa, hasta el punto de que existen fondos de inversión que solo invierten en compañías que consideran socialmente responsables y que cumplen con las normas más rigurosas en esta materia.

“La consideración de cuestiones ambientales, sociales y de buen gobierno cada vez tiene más relevancia entre los criterios a tener en cuenta en el momento de invertir en una compañía, ya que la información no financiera forma parte de la política de los inversores”, señala Ramón Pueyo, socio responsable de sostenibilidad y buen gobierno de KPMG en España.

De esta manera, el peso de los intangibles es mucho mayor por lo que las empresas deben transformarse en esta línea. Para ello el papel de la dirección y el consejo de administración asumiendo nuevas responsabilidades alrededor de los intangibles es crucial.

“Es una exigencia de la sociedad contar con un papel distinto del consejero al que tenía anteriormente”, señala Ana Sainz

La Fundación Seres y KPMG tienen abierta una línea de trabajo en la que se centran en el nuevo papel del consejero en la construcción de una empresa responsable, que ha sido apoyada e impulsada por la Ley 11/2108, sobre información no financiera y diversidad y por las recomendaciones de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

En 2018 Seres y KPMG profundizaban en La responsabilidad social corporativa desde el consejo de administración, un informe que recogía la percepción de algunos consejeros de empresas cotizadas sobre los desafíos, dificultades y obstáculos a los que se enfrentan los consejos a la hora de supervisar las materias relacionadas con la dimensión social en las organizaciones. Y se señalaban las competencias y capacidades que los consejeros desean percibir en los ejecutivos que tienen la responsabilidad de gestionar estos temas en las compañías.

“Es una exigencia de la sociedad contar con un papel distinto del consejero al que tenía anteriormente. Sin ese cambio, las empresas están abocadas a desaparecer. Es algo que permite diferenciación”, señala Ana Sainz, directora general de la Fundación Seres. “Cuando nació la recomendación de la CNMV, los consejos –aunque había algunos con esas preocupaciones– eran una materia fácil, pues todos estaban acostumbrados a vigilar los indicadores financieros y quizás no tanto el resto”, reflexiona Sainz.

En esa línea de trabajo conjunto se contemplan estrategia, riesgo y la interacción con el management por dos motivos fundamentales, como apunta Ramón Pueyo: por la identificación de riesgos que están ahí y por la importancia que tiene el largo plazo. “El consejo debe ocuparse de que los riesgos no financieros estén adecuadamente contemplados en los modelos de riesgos de las compañías y asegurarse de que la compañía diseñe una estrategia que contemple la información no financiera”, apunta el socio de KPMG.

Áreas de mejora

Asimismo se identifican las principales áreas de mejora del consejo de administración: la materialidad –que permite conocer los temas que más preocupan a los grupos de interés y cómo impactan en el modelo de negocio y a la inversa–; la coherencia general de las secciones, y la omisión de información: confidencialidad o dificultad para la obtención de datos. Áreas de mejora que vienen determinadas por los informes de los auditores independientes, el 11% de los cuales presentan salvedades.

En el empeño de favorecer que la empresa tenga un papel más relevante en la mejora de la sociedad está, desde su creación en 2009, en los fines de la Fundación Seres. Para el presidente de la fundación, Francisco Román, “Seres es un movimiento de transformación de las empresas. Su capacidad de adaptación es superior respecto al resto de las instituciones. Lo que la sociedad demanda a las empresas se refleja en el papel del consejo. Aspiramos, por lo tanto, a que las empresas se transformen con un enfoque pragmático, para aumentar su impacto social. Nuestro foco es la dimensión social. Todos tenemos mucho que aprender, definir y desarrollar. Con ese propósito nos juntamos empresas y escuelas de negocio en Seres”.

Oportunidad

 

Una empresa comprometida y ocupada socialmente, además de conseguir legitimidad para operar, representa una oportunidad para innovar, trabajar en la adaptación a las nuevas circunstancias y, en definitiva, crear ventajas competitivas. Las empresas robustas desde el punto de vista social lo son también desde el punto de vista financiero.

El seguimiento y medición de la dimensión social de las compañías plantea dificultades, perezas, incluso miedos. Son necesarios cuadros de mando e indicadores que permitan contar con una visión de conjunto. Se trabaja habitualmente con los indicadores financieros, pero los consejos reclaman cada vez más perfiles extrafinancieros, más estratégicos, que permitan medir el progreso.

 

En este sentido, Francisco Román destaca que “comprobamos cómo algunos de nuestros aliados fuera de España, en concreto en EE UU (en referencia al socio norteamericano de la Fundación Seres, CECP –Chief Executives for Corporate Purpose–), también demandan cada vez más este tipo de indicadores. Nuestra reflexión y el trabajo que tiene la vocación de hacer la fundación es cómo se puede llevar esto con la prioridad adecuada, cómo nos enfrentamos a la responsabilidad indelegable de alinear propósito social y estrategia empresarial”.

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Sobre la firma

Rafael Durán Fernández
Lleva más de una década a cargo de los temas de sostenibilidad en la sección de Buen Gobierno, tarea que compagina con la edición de CincoDías. Aterrizó en el periódico en el año 2000 y pasó una temporada en la sección de Opinión. Antes, en El Siglo de Europa y El Nuevo Lunes. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

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