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Lujo y ‘blockchain’, aliados contra las falsificaciones

Fabricantes de moda y joyas recurren a esta tecnología para validar sus productos

GETTY

Como un guante. Así estiman muchos expertos que sentará la tecnología blockchain a las industrias de la moda y el lujo dentro de unos años, cuando estas soluciones estén algo más asentadas y su implantación sea ya parte de la vida cotidiana de los clientes. Surgida hace años al abrigo de lo que se conoce como deep web, es decir, el internet oculto al que solo se accede a través de ciertos navegadores, la tecnología blockchain, o de cadena de bloques, ha supuesto una auténtica revolución en la economía digital y en el modo en que se rastrea la información. Aunque existen infinitas maneras de explicar el blockchain, la más habitual, por simple, es la de imaginar un enorme libro de cuentas en el que cada registro (bloque) está cifrado y encriptado para proteger la absoluta privacidad de las operaciones. Estas deben ser verificadas al menos por varios nodos (usuarios), que dan testimonio de que todo se ha llevado a cabo correctamente. Así, se teje un enorme sistema en el que, en vez de dejar la seguridad en manos de un solo árbitro regulador, todos velan por la seguridad de todos.

Empleada inicialmente para garantizar las transacciones entre usuarios de monedas virtuales (bitcóins), las empresas pronto descubrieron que la tecnología blockchain tenía potencial para ser mucho más. El modo en que esta forma de operar consigue que varios usuarios verifiquen cada paso de un proceso convierte la cadena de bloques, por ejemplo, en una gran herramienta para sustentar lo que en el mundo de las compañías se conoce como trazabilidad, es decir, el camino que sigue un producto desde que se extraen las materias primas hasta que el resultado llega a manos del cliente. Es ahí donde las industrias de la moda y el lujo han decidido recientemente que tienen algo que decir. Algunas de las marcas más reputadas del mundo buscan en la tecnología un aliado contra la falsificación: están alertadas por informes como el elaborado por R. Strategic, que cifra en cerca de 30.000 millones de euros el dinero perdido por la industria en ventas online de imitaciones de lujo en 2017.

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Ha sido el caso recientemente de LVMH, multinacional francesa poseedora, entre otras, de Louis Vuitton o Christian Dior. La firma filtró el pasado mes de marzo a través del portal especializado en tecnología Coindesk.com el lanzamiento de AURA, una plataforma criptográfica en la que ha estado trabajando desde hace un año y con la que espera, a través de la cadena de bloques, poder probar la autenticidad de sus productos. Su idea, incluso, es ir más allá: “La próxima fase de la plataforma explorará la protección de la propiedad intelectual creativa, las ofertas y eventos exclusivos para los clientes de cada marca, así como la lucha contra el fraude publicitario”, advirtieron entonces fuentes de una marca que incluso pretende implicar en estos procesos a empresas de la competencia como Gucci. Hay mucho negocio en juego. “Los primeros esfuerzos de la unión entre lujo y blockchain datan de 2015 y 2016, cuando se intentó garantizar la autenticidad de vino y del arte. Hoy sabemos que solo con blockchain no basta”, explica Michele Casucci, consejero delegado de Certilogo, una empresa que ayuda con los procesos de autentificación a más de 80 marcas en todo el mundo. El proceso, explica este experto, aún está en vías de desarrollo, pero hay dos momentos que son comunes a todas las empresas de lujo que han confiado en la cadena de bloques: un primer paso en el que se crea un gemelo digital del producto y un segundo en el que se da un código a esta copia. “El problema es que la integridad de todo el sistema depende de la integridad del código, y los hackers ponen mucho esfuerzo en aprender a imitar códigos auténticos”, afirma Casucci.

Aun así, se han producido ya intentos notables de blindar estos registros. Es el caso de la compañía sudafricana DeBeers, dedicada a la extracción, talla y venta de diamantes. La marca anunció en junio de 2018 la salida de Tracr, una plataforma criptográfica que en su fase piloto ya fue capaz de rastrear de manera inequívoca el origen de 200 diamantes en base a cientos de características. Con ello pretenden evitar que en su cadena de producción se cuelen lo que se conoce como diamantes de sangre, piedras preciosas extraídas en zonas de guerra por personas en régimen de esclavitud. Tal fue su éxito que Alrosa, un conglomerado ruso que tiene la segunda producción de diamantes más grande del mundo, ha decidido confiar también en Tracr. La industria del lujo, que engloba sobre todo la moda, y el blockchain caminan ya de la mano.

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