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Al duque de Westminster, Hugh Grosvenor, le gusta Madrid

El grupo del aristócrata inglés invertirá 100 millones más en inmuebles de la capital

Hugh Grosvenor, duque de Westminster.
Hugh Grosvenor, duque de Westminster.HOGUE
Carlos Gómez Abajo

Mientras el Reino Unido cuenta las horas –o los meses, o los años– para irse de la Unión Europea, y se define oficialmente Gibraltar como colonia, uno de sus más ilustres ciudadanos conquista poco a poco territorio en ultramar, en los barrios más deseados de Madrid. Hugh Richard Louis Grosvenor, séptimo duque de Westminster, es el dueño del grupo Grosvenor, que ha invertido 200 millones en la capital de España y piensa dedicar otros 100 en el futuro próximo.

Nacido en 1991 en Westminster, como corresponde, Hugh Grosvenor tiene un patrimonio de 11.100 millones de euros: es el aristócrata más rico de Inglaterra, uno de los más ricos en general del país (hasta hace poco era el primero, pero le ha superado el industrial Jim Ratcliffe) y también la persona menor de 30 años más rica del mundo. Es padrino del príncipe Jorge, primogénito de Guillermo de Cambridge y tercero en la sucesión al trono.

Aficionado al críquet y a las actividades campestres, Hughie –su apodo entre amigos– fue earl (conde) de Grosvenor hasta agosto de 2016, fecha en la que murió de un infarto su padre, Gerald, a los 65 años de edad. En 1999 ya había tenido una crisis de salud por la tensión que le producía la gestión de la empresa familiar, a la que se dedicaba en cuerpo y alma, cuenta la revista británica Tatler.

Hugh es el tercer hijo de cuatro y único varón. Su hermana Edwina es una activista de la reforma del sistema de prisiones. Su madre, Natalia, de 58 años, sigue siendo duquesa mientras su hijo no se case.

La vida privada de Hugh Grosvenor es relativamente obscura, y aunque todo el mundo dice de él que es bastante discreto y prudente en su forma de ser y actuar, no ha evitado salir en los tabloides en plenas francachelas. Su novia recurrente es Harriet Tomlinson, que tiene un grado en Magisterio, pero trabaja como consultora en la City. Es hija de un fabricante de cortinas, y a la que conoció en el internado de primaria y secundaria Ellesmere College.

Antes de la universidad, trabajó en una granja de ovejas de Nueva Zelanda y en una hacienda rural en Northumberland (Inglaterra). Tras estudiar Gestión de Tierras en la Universidad de Newcastle, participó en el programa internacional de posgrado de Grosvenor Estate, la rama inmobiliaria del grupo.

También trabajó un año como analista en la firma de inversión Wheatsheaf Group, en busca de oportunidades en el sector alimentario y en sostenibilidad e innovación energética.

Estuvo otra breve etapa en el family office de Grosvenor, que invierte de forma indirecta en el sector minorista, el industrial y el hotelero, además del inmobiliario. Luego entró en el departamento de contabilidad de Bio-bean, la primera compañía del mundo dedicada a transformar los residuos del café en biocombustibles y bioquímicos avanzados. Esa sigue siendo su ocupación diaria.

Tras la muerte de su padre se quedó con los títulos como heredero varón, pero recibe tantos ingresos de la riqueza familiar como sus hermanas. Todo el patrimonio de los Grosvenor se mantiene desde la década de 1950 en fideicomisos: la familia es la propietaria efectiva y recibe los beneficios, pero no la propietaria legal ni puede disponer de los activos. De hecho, hay otros seis fideicomisarios aparte de Hugh Grosvenor, que ni siquiera es el principal. La fórmula ha recibido ine­vitables críticas porque les permite ahorrarse un gigantesco impuesto de sucesiones, aunque los Grosvenor aducen que el objetivo es proteger el patrimonio familiar de descendientes manirrotos.

Grosvenor Group se fundó en 1677. Grosvenor Estate es dueña de 300 acres –120 hectáreas– de Mayfair y Belgravia, los barrios más caros de Londres. Su expansión internacional comenzó en la década de 1950, y sus posesiones suman ya más de 1.500 propiedades en 60 países de casi todos los continentes. En total, sus propiedades valen 8.000 millones de euros, y sus activos gestionados, casi 15.000 millones. En 2017, el último año del que hay datos, tuvo unos ingresos de 168 millones.

El grupo ha reconstruido el centro de Liverpool, posee una torre residencial en Tokio o fincas inmensas en Escocia o en España. La Garganta (Ciudad Real), con más de 15.000 hectáreas, es la mayor reserva de caza de Europa, muy frecuentada por la realeza y las élites mundiales.

Ahora su apuesta es la vivienda exclusiva y de diseño en barrios madrileños como Salamanca y Chamberí, donde ya ha invertido 200 millones de euros en cuatro proyectos. Pretende dedicar otros 100 a la adquisición y rehabilitación de nuevos inmuebles en año y medio. James Raynor, consejero delegado de Grosvenor en Europa, señalaba esta semana que a medida que crecen los precios del suelo son más selectivos con las ubicaciones y activos.

Hugh Grosvenor lo ve todo desde la distancia, quizás para evitar repetir los errores de su padre. Tampoco es que le haga mucha falta.

Presente en todo el mundo

El 48,3% de la cartera de inmuebles de Grosvenor Estate está en Reino Unido e Irlanda; el 20,1% en América; el 11,8% en Asia Pacífico; el 3,4% en Europa, y el resto en inversiones indirectas.

El 42,4% del portfolio de Grosvenor está en retail, el 29,3% en residencial y el 23,9% en oficinas.

Su presencia en España data de los años noventa. Estuvo asociada a la promotora Grupo Lar y tiene una joint venture de centros comerciales, Sonae Sierra, con el grupo portugués Sonae.

Sobre la firma

Carlos Gómez Abajo
Licenciado en Físicas, máster en Periodismo UAM-El País y posgrado en Información Económica. Es redactor de Opinión de Cinco Días, y también ha escrito en Mercados y en la sección de ocio/lujo. Ha trabajado en el portal de noticias científicas Tendencias 21 y ha hecho traducciones, la mayoría de tipo económico.

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