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María Eugenia Fanjul: “Una compañía no es machista por voluntad”

Es ingeniera de caminos y está especializada en infraestructuras

Manuel Casamayón

Siempre se ha movido en un mundo de hombres. Es ingeniera de caminos, trabajó en OHL y fue presidenta de A. T. Kearney en Colombia. Ahora, María Eugenia Fanjul (Madrid, 1967), que cuenta con 23 años de experiencia en la consultora, es la socia responsable del área de infraestructuras, así como de recursos humanos y diversidad, y dirige la organización de mujeres de la compañía, la Women Network, en Europa.

R. ¿En qué consiste la red de mujeres?
R. Women Network es la red de mujeres consultoras de A. T. Kearney, donde ponemos en común cuál es nuestra situación en términos de porcentajes dentro de la compañía, cuáles son las dificultades que tenemos a las que no se tienen que enfrentar nuestros compañeros hombres y proponemos líneas de actuación para ir atacando cada una de estas barreras. Una vez analizamos esto, involucramos a la dirección de la compañía, a nuestros colegas, sobre todo a los socios, que son los que tienen la capacidad de cambiar las cosas, y les comunicamos qué es lo que hemos descubierto, qué iniciativas hay para solucionarlo y, juntos ya, porque no podemos hacerlo solas, las ponemos en marcha.
R. ¿Cuáles son estas dificultades?
R. Empiezan desde el reclutamiento, tenemos problemas para encontrar mujeres; normalmente, el 70% de los candidatos son hombres, así que llevamos a cabo iniciativas para hacernos más atractivos para ellas. Nos aseguramos de que en todo el proceso de selección siempre tengan contacto con mujeres porque, si no ven referentes, pueden pensar que es una carrera de hombres. Otro punto crítico está cuando se llega a gestor de proyecto, que suele coincidir cuando te casas o tienes hijos, y ahí hay una tasa de abandono importante. Tenemos muchas políticas de conciliación, pero tenemos que asegurarnos de que todo el mundo las conoce y de que no haya ninguna barrera oculta en su adopción.
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R. ¿Y en los niveles superiores?
R. Una gran parte de nuestro trabajo es que los clientes, que son los presidentes y consejeros delegados de las empresas, confíen en nosotros, pero la mayoría también son hombres. Una cosa tan importante como tener una red de contactos es mucho más complicada para una mujer porque es difícil tejerla en un mundo masculinizado. También queremos ser más conscientes de estas cosas para evitar los prejuicios inconscientes que todos tenemos. Es complicado porque nuestra compañía no es machista por voluntad, todos queremos dar igualdad de oportunidades, pero por educación y por entorno, todos tenemos sesgos. Ahora, al tomar decisiones nos preguntamos dos veces si estamos siendo injustos de alguna manera por alguno de estos motivos.
R. ¿Encuentran muchas barreras para llevar a cabo las propuestas?
R. La verdad es que hasta que no me he dedicado a profundizar en estos temas, no percibía que el hecho de ser mujer me hiciera más difícil el trabajo en equipo con mis compañeros. Sin embargo, al estar en la red de mujeres, compartimos nuestras experiencias y nos dimos cuenta de que, de forma inconsciente, e incluso a veces consciente, sí tenemos estos problemas. Además, muchas veces tiene una segunda derivada. Si la iniciativa la estás liderando tú, invitas a otros compañeros a formar parte, pero si la están liderando otros y tienen que acordarse de ti para formar equipo, no es tan fácil. Primero, porque piensan antes en gente más parecida a ellos, y segundo, porque creen que, si el cliente es masculino, es mejor llevar a hombres.
R. ¿Qué le diría a una chica joven que quiere dedicarse a este campo?
R. La consultoría me parece apasionante, pero además, creo que para las calidades que habitualmente se asocian a las mujeres, me parece un trabajo superfemenino porque requiere entender muy bien qué es lo que quiere el cliente, escuchar, tener empatía, ser creativa, prestar atención a los equipos y sacar lo mejor de ellos. Es verdad que es un trabajo muy exigente, pero hoy en día cualquier empleo lo es, la diferencia es que en consultoría se paga muy bien y hay políticas de retención del talento y de conciliación muy buenas. También porque el progreso profesional es mucho más meritocrático que en otras industrias. Si quiero ser el director general de una empresa, no tengo tan claro mi camino, pero en consultoría, sí.
R. ¿Qué huella le gustaría dejar en la compañía?
R. En general, como socia de A. T. Kearney, me gustaría marcar la industria en la que yo trabajo, al equipo que he ido formando, que ha ido creciendo, y algunos de ellos ya empiezan a ser socios, ver cómo han mejorado los clientes para los que he trabajado y nuestra posición dentro de ellos. Sobre la parte de Women Network y el área de diversidad, me gustaría contemplar los frutos de los dos años que llevo trabajando, ver cómo aumenta el número de mujeres que cogemos y cómo se ­reduce el de las que se van, que mis colegas ­socios vayan tomando más conciencia de que hay todavía camino por recorrer y descubrir cómo ellos también se implican. Me gustaría apreciar un verdadero punto de inflexión y un cambio, un movimiento de gente, hombres y mujeres, mucho más comprometidos para alcanzar la igualdad.

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