El canadiense Robert Carsen lleva al Real el 'Idomeneo' de Mozart
El teatro madrileño se convierte. del 19 de febrero al 1 de marzo, en escenario de traslada las luchas homéricas entre griegos y troyanos
El próximo 19 de febrero el Teatro Real estrenará una nueva producción de la obra de Mozart Idomeneo, Rè di Creta, coproducida con la Canadian Opera Company de Toronto y el Teatro dell’Opera di Roma, donde se presentará posteriormente. La ópera, que estará en escena hasta el 1 de marzo, será grabada para su edición en DVD, retransmitida en directo para toda Europa (Radio Clásica y UER) y en diferido por el canal de televisión Mezzo.
La dirección de escena de Robert Carsen, que firma también la escenografía, junto con Luis F. Carvalho, y la iluminación, compartida con Peter van Praet, traslada las luchas homéricas entre griegos y troyanos, trasfondo original de la ópera, a una isla del Mediterráneo en la actualidad, donde cerca de 170 intérpretes representan al ejército, deportados, refugiados y víctimas de guerra. Personajes que, según Carsen, “han perdido sus puntos de referencia: desnortados por la guerra y el dolor, no saben hacia dónde dirigirse…”.
El mar está omnipresente en la producción, reforzando la sensación de desarraigo, soledad, inseguridad o temor de los personajes. A sus orillas se desarrollan los grandes temas de la ópera, articulada a partir de una versión ilustrada y afrancesada del canto XXIV de la Ilíada en el que Idomeneo, de regreso a Creta después de vencer a los troyanos, para salvar su vida amenazada por la furia del mar, promete a Neptuno sacrificar a la primera persona que encuentre en la orilla, que resultará ser su propio hijo Idamante. La compleja, dolorosa y tensa relación entre padre e hijo, que late a lo largo de toda la ópera, se suele comparar con la que vivía entonces el propio Mozart, que a sus 25 años había dejado Salzburgo y la casa paterna, componiendo gran parte de la partitura en Múnich, lejos del yugo y la protección de su progenitor.
En la partitura late esa libertad y frescura, con una invención melódica desbordante y una orquestación llena de hallazgos y osadías armónicas, pese a encontrase encorsetada entre dos modelos de ópera, la italiana y la francesa, que convivían en la Europa convulsa de entonces.