Nápoles, una Navidad diferente en la ciudad de los belenes
Callejeamos por el corazón de la ‘città’ tras los orígenes del nacimiento Caótica, clásica y macarra: viaje a la capital de Campania
Diciembre: 18°C. Pega el sol con fuerza sobre el paseo marítimo, la brisa del Tirreno acaricia con ternura y en la terraza del Hotel Excélsior va cogiendo fuerza el plan de aperitivo con Aperol Spritz y vistas al Vesubio.
En vísperas de las pascuas nos hemos olvidado de la elegancia italiana, de la nieve y el frío para dejarnos seducir por esta urbe tan canalla y tan decadente que sabe a expreso y a sfogliatella, a chismorreo en un callejón desaliñado, a San Maradona y San Gennaro, a costumbrismo puro y a Navidad.
Sí, a Navidad, aunque cueste creerlo. Nápoles es una de las ciudades más navideñas que se va a encontrar y ahora va a descubrir por qué.
Elegancia decadente
Vayamos al grano. Empezamos el día desayunando en el lujoso comedor decimonónico del Eurostar Hotel Excelsior, frente al Castel dell’Ovo construido en el siglo XII sobre un islote para custodiar la bahía de Nápoles.
En torno a la plaza del Plebiscito se codea la Nápoles más refinada e imperial con el Palacio Real (s. XVII), la Basílica de San Francisco de Paula (s. XIX), el Teatro de San Carlos (s. XVIII) o el Palazzo della Prefettura que alberga el clásico Caffe Gambrinus, un local de época (1860) y parada obligatoria para el ritual del café y sfogliatella, un dulce de hojaldre y pasta de ricotta. 100% Napoli.
En la calle San Gregorio Armeno se concentran los talleres de belenes más antiguos del Italia. La tradición se remonta al XVIII
Bajo la sombra de la colina de Vomero y el Castillo Sant’Elmo (s. XIV) se esparcen los barrios españoles. Ahora sí, exploramos el Nápoles caótico y macarra que nos habíamos imaginado. Grafitis de Maradona, héroe futbolístico local desde hace 30 años, altares repartidos por doquier, puestos callejeros, motos ruidosas, vecinos cotillas y, por supuesto, los icónicos tendales bajo el sol de Nápoles. Dicen que el barrio está viviendo un renacimiento cultural, pero esperemos que no pierda esa esencia tan cruda.
La vía Toledo conecta la Plaza Trieste y Trento con la de Dante en un paseo comercial y palaciego de altura, aderezado por el descontrol característico de la cittá.
Si hablamos de iglesias, hablemos de la Capilla Sansevero y su escultura del Cristo Velado; si hablamos de plazas, hablemos del Gesù Nuovo; si hablamos de pizzas hablemos de la L’Antica Pizzería da Michele y si hablamos de Navidad… vayamos a la vía San Gregorio Armeno.
La ciudad del 'presepe'
“Carmine, mi bisabuelo, era un ebanista que empezó con esta tradición familiar en 1836”, explica Marco Ferrigno, maestro del presepe napolitano.
Sin apenas darnos cuenta hemos sucumbido a la Navidad. La vía San Gregorio Armeno es conocida como la calle de los belenes y enseguida te das cuenta.
En estas fechas, esta rambla larga y estrecha se convierte en un hervidero de curiosos que buscan artículos para añadir a su colección navideña entre un interminable catálogo que mezcla lo religioso y lo profano con descaro. Hágase con las clásicas figuras del ciccibacco, carmela, benino o polichinela o con un Cristiano, papa Francisco, Berlusconi o Trump.
En San Gregorio se concentran los principales talleres de esta tradición settecesca (s. XVIII) que nació aquí en Nápoles durante el reinado de Carlos III y que hoy inunda los hogares de medio mundo cuando asoma el espíritu navideño.
En el laborattorio Ferrigno hay que andar con cuidado para no romper nada. Las pequeñas esculturas del pesebre se reparten por todo el establecimiento y parecen vigilarnos a cada paso que damos. Cabeza de barro de terracota, ojos de vidrio, cuerpo de hierro y esparto y finos tejidos para la vestimenta en la que se suelen incluir detalles en plata y oro.
“Somos cinco artesanos que trabajamos cada figura de una manera diferente. Nos inspiramos en cuadros de Ribera, de Caravaggio o en la realeza”, comenta Ferrigno mientras nos muestra las fotos de las muchas celebrities que no han podido resistirse a sus belenes.
Las piezas se han convertido en auténticas obras de coleccionista encargadas a esta casa desde hace cuatro generaciones. “Es muy típico pedir una figura de ti mismo para incluirla en el belén”, explica Ferrigno. El precio es de 400 euros por un retrato clavado de 30 cm y 6.000 euros si se quiere hacerse con el nacimiento completo.
Guía de viaje
Dónde dormir. En el Eurostars Hotel Excelsior. Un espléndido palacete del s. XIX construido en el Paseo Marítimo de Nápoles alberga este emblemático establecimiento que acaba de cumplir 110 años. Reyes y soberanos, actores y artistas de todo el mundo se han dejado ver por este cuatro estrellas con 122 habitaciones, 24 suites de diferentes categorías, elegantes salones y comedores. Precio: desde 110 euros.
Comer y beber. En la azotea del hotel se encuentra el restaurante panorámico La Terrazza, una buena excusa para probar su cocina mediterránea e internacional con trazos napolitanos. Para cerrar la velada, qué mejor que un cóctel en el Bar L’Ottavo Cielo con vistas al Vesubio y a toda la bahía de Nápoles.
Metrò dell’Arte. Entre el caos napolitano, el metro (1 euro) aparece como la manera más fiable de moverse por la ciudad. Tome la línea 1, rebautizada como Metrò dell’Arte por las exposiciones de arte contemporáneo en sus estaciones. El funicular le llevará hasta el barrio alto (1,10 euros).