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Corporación Mondragón marca unos mínimos en recursos propios

El congreso del grupo fija las "líneas rojas" que no pueden superarse en los balances El reparto de dividendos estará supeditado al logro de varios hitos en rentabilidad

Iñigo Ucin, presidente de Corporación Mondragón.
Iñigo Ucin, presidente de Corporación Mondragón.

El congreso anual de Corporación Mondragón ha aprobado este miércoles una serie de mínimos en el ámbito patrimonial que serán la hoja de ruta para el centenar cooperativas que integran el grupo, que dan trabajo a más de 80.000 personas en todo el mundo.

Los 650 compromisarios reunidos en el Palacio Kursaal de San Sebastián, en representación de todas las compañías que forman la corporación, aprobaron la ponencia sobre distribución de resultados, basada en un cumplimiento previo de una serie de medidas para el reforzamiento de los recursos propios.

Cada cooperativa tiene su propia gestión, pero las recomendaciones del congreso se tienen en cuenta por los directivos de las diferentes empresas. En la reunión de la capital donostiarra sobrevoló el recuerdo de Fagor Electrodomésticos, la cooperativa que fue el embrión de la corporación y uno de los principales fabricantes de línea blanca de Europa, pero que en 2013 desapareció por el deterioro de su patrimonio, entre otras causas.

La ponencia secundada este miércoles por los compromisarios incluye que la tasa de rentabilidad, medida sobre los recursos aportados para la financiación del negocio, debiera ser del 9 %. Asimismo, la deuda financiera neta (dfn) no debe superar 2,5 veces el ebitda (beneficio bruto de explotación). Y el ratio de independencia, obtenido al dividir el patrimonio neto por el pasivo exigible total, debe ser superior al 1 %, como mínimo.

Solo con el cumplimiento de las anteriores condiciones, las cooperativas de Corporación Mondragón podrán aprobar el reparto de retornos (dividendos), en base a los resultados del ejercicio de turno.

Íñigo Ucin, presidente de Corporación Mondragón, se ha referido en el congreso de la capital donostiarra a la necesidad de una fortaleza financiera de las empresas para poder competir en una economía que es más global cada día.

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