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Obituario

Pepe Cervera, maestro de curiosos

Periodista, paleontólogo y divulgador, nuestro ex compañero deja un legado de sabiduría y una legión de aprendices

Pepe Cervera.
Pepe Cervera.

Se quedaría corto definir a José Cervera (Getafe, 1964) como periodista, o como periodista de Internet. Biólogo y paleontólogo primero, periodista, divulgador y comunicador después. Siempre científico, con un aire de visionario más que justificado. Pepe fue uno de los primeros periodistas especializados en Internet en este país. Cinco Días tuvo el privilegio de contar con él, y el acierto de entender que aquello que explicaba cambiaría el mundo.

Dos o tres generaciones de periodistas aprendieron con él lo que era un algoritmo, un sistema P2P, o las patentes del software, conceptos sin los que no se entiende la economía actual. Cuando Pepe dejó el periódico no existía Facebook (ni las redes sociales), Jobs acababa de regresar a Apple, Google estaba en pañales (muchos oyeron hablar por primera vez del buscador gracias a él) y Amazon llevaba pocos meses cotizando en Bolsa.

No fue la primera vez que Pepe se había adelantado varios lustros a los demás. Antes de pasar por el periódico, y de ser periodista, Cervera se había licenciado en biología en la Universidad Complutense de Madrid, habiendo escogido la especialidad de paleontología. A diferencia de muchos compañeros de estudios, Pepe sí pudo ejercer de científico, y no en cualquier sitio: a principios de los años 90 trabajó en el yacimiento de Atapuerca (Burgos), cuando éste empezaba a apuntar lo que finalmente fue: un giro copernicano en la comprensión de la evolución.

Cervera nació como periodista en Cinco Días, donde explicó conceptos que 20 años después cambiarían el mundo

En 1995 cursó el máster de periodismo de El País, recayendo en Cinco Días. Que el Pepe Cervera periodista naciera en un medio económico es, además de motivo de orgullo para esta redacción, una (otra más) premonición: Internet no era algo que hacían en sus sótanos los chicos menos sociables de la clase, sino algo que cambiaría el mundo, como vino a demostrar más pronto que tarde la fiebre de las puntocom.

Permaneció en el periódico hasta 1999, cuando en plena efervescencia del sector fundó baquia.com, medio digital especializado en Internet desde el que multiplicó su labor didáctica. Decenas de periodistas (algunos en Baquia, muchos más fuera) aprendieron con él, y hoy no es difícil saber quiénes crecieron bajo sus alas. Llegó el pinchazo de la burbuja tecnológica, y cuando se acabó el dinero de poco sirvió a Baquia estar más que adelantada a su tiempo.

Después Pepe dejó su sello en la página de Internet de 20 Minutos, que se colocó rápidamente entre las más vistas de España. Trabajó para RTVE y El Mundo y, en los últimos tiempos, en eldiario.es y El Confidencial. Fue también profesor universitario, organizador del Congreso de Periodismo Digital de Huesca y colaborador en programas científicos y espacios de divulgación.

Pepe era el conversador alrededor del cual se solía formar corrillo, fuente inagotable de anécdotas y datos aparentemente inservibles, gozaba de un sentido del humor a su imagen y semejanza: afilado y bonachón. Sus numerosísimos amigos no dejan de destacar estos días (aquí, aquí, aquí o aquí) virtudes como persona que él, como buen científico, seguramente prefiriera supeditar a hechos objetivos. Y éstos nos dejan a un divulgador nato, a un maestro de periodistas. Alguien que pasó su vida comprendiendo conocimientos complejos y explicándoselos de forma sencilla a los profanos. Saciar una curiosidad inagotable fue el motor de su vida, tan corta como brillante, y contagiarla uno de sus grandes legados. Descansa en paz, Pepe.

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