13 recetas para ser feliz en el trabajo
El trabajo ocupa un tercio de la vida de la mayoría de las personas, por lo que hay que intentar estar a gusto El optimismo y la gestión del tiempo son cualidades frecuentes en las personas satisfechas
El primero de abril se celebra el Día de la Diversión en el Trabajo. Una fecha establecida por la consultora norteamericana Playfair en 1996, y a la que cada vez prestan atención más empresas. Esta jornada no debe ser tomada a broma, sino como una ocasión para recordar que el buen humor en el trabajo aumenta la productividad y el bienestar, a la vez que disminuye el estrés y el absentismo laboral.
Unos beneficios que conoce de primera mano el directivo Pablo Claver, quien dejó su trabajo al darse cuenta de que no era feliz a pesar de tener una carrera aparentemente exitosa. De esta manera, se embarcó en una serie de nuevas experiencias, entre ellas, la de fundar una pequeña empresa de artesanías de barro.
El trabajo ocupa un tercio de la vida de la mayoría de las personas, pero un buen salario no garantiza la felicidad, mientras que la actitud (profesional y personal) es un requisito indispensable. Al fin y al cabo, como señala Claver, estar a gusto en el ámbito laboral se traducirá en una vida más llena también en el resto de áreas. En su libro Por fin es lunes (LID; 19,90 euros) expone lo que aprendió de su experiencia y enumera sus recomendaciones para disfrutar del trabajo. “Son recetas para pensar en positivo, ponerle pasión a lo que se hace, aprender a manejar las preocupaciones, aprovechar el tiempo y mantener buenas relaciones interpersonales, entre otras”, relata.
- Pensar en positivo. El optimismo es el pilar fundamental para enfrentarse adecuadamente a las dificultades de la vida. Ante una situación compleja, prepararse bien y visualizar que todo se ha resuelto de manera airosa ayudará a no dar cabida a la posibilidad de que algo salga mal. Por supuesto, esto se debe acompañar de una preparación previa. En caso de que se fracase, Claver recuerda la importancia de sacar algo positivo de la situación, utilizarlo como aprendizaje con el fin de ganar en seguridad en uno mismo, algo que será de provecho en el futuro profesional y en el ámbito personal.
- Cuidar la salud. El cuerpo lanza advertencias cuando encuentra algún problema. Con frecuencia, las dolencias se relegan a un segundo plano, pero la salud debería tener prioridad sobre cualquier otro asunto. En especial, conviene aprender a relajarse y a controlar el estrés. Pequeñas rutinas como cuidar la alimentación, meditar, hacer ejercicio regularmente o utilizar las escaleras en lugar del ascensor pueden suponer un gran cambio. Asimismo, el autor insiste en cuidar también la imagen personal y la forma de vestir, pues “sentirse a gusto y satisfecho con uno mismo, ayuda a encontrarse seguro y cómodo con los demás”.
- Ponerle pasión. El entusiasmo es una disposición indispensable para disfrutar, tanto del trabajo como de la vida personal. La felicidad laboral no la da tener el empleo ideal, ya que prácticamente nadie lo tiene. No obstante, ponerle pasión a las cosas ayudará a encontrarse mejor con todo lo que se lleva a cabo. Evitar martirizarse haciendo comparaciones, y esforzarse al máximo para lograr alcanzar las metas profesionales e individuales son los mejores pasos a seguir para disfrutar de la rutina.
- Cambiar de hábitos. Con frecuencia, se justifican las conductas negativas alegando que son parte de la propia personalidad, sin embargo este pensamiento no ayudará a progresar. Al contrario de lo que se suele repetir, los hábitos no son algo innato, sino que se aprenden, y por ello, se pueden modificar. Se recomienda incorporar a la rutina pequeños gestos para lograr ser feliz tanto en el trabajo y fuera de él. Para empezar, Claver aconseja fijarse en personas inspiradoras y preguntar al entorno cercano qué se debería cambiar.
- Predicar con el ejemplo en lugar de ejecutar los cambios en la empresa mediante el estilo de ordeno y mano. No se trata solo de una obligación para los jefes, sino para todas las personas que pertenecen a la organización. Evitar la demagogia, reconocer cuando se ha cometido un error y hacer las cosas de manera desinteresada son algunos ejercicios para huir de las contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace. Hay que tener en cuenta que cuanto más se da, más se recibe.
- Aprovechar el tiempo. Todo el mundo debería aprender a gestionar mejor el tiempo. El primer paso es reconocer que algo se puede mejorar. “Lo más urgente hoy es ser feliz”, asevera Claver, y para ello, hay en empezar por ejecutar lo que menos atractivo resulte, pues suele ser lo que se pospone para más adelante continuamente y acaba produciendo estrés. Para distribuir mejor el tiempo, conviene aprender a delegar, saber decir que no, no planificar más de la mitad de la semana con citas y reducir el tiempo que se emplea en las redes sociales.
- Socializar. El 70% de las personas son tímidas, sin embargo, para ser feliz en el ámbito laboral (y en cualquier otro) es recomendable tener un amplio abanico de amigos y de contactos. Es el momento de abandonar la vergüenza, hacer vida más allá de las redes sociales y cuidar con esmero a las personas cercanas. Una última recomendación: “No comas nunca solo, aprovecha las comidas para quedar con tus contactos”, reivindica el directivo.
- La empatía. Claver reconoce que su vida mejoró significativamente cuando aprendió a caer mejor a los demás y a encajar bien las críticas. Para ello, siguió recetas sencillas: llamar a todo el mundo por su nombre, buscar las virtudes de la gente con la que no se tiene sintonía y ponerse siempre primero en el lugar de los demás.
- Sonreír al hablar con alguien provocará que el interlocutor devuelva el gesto y esté más predispuesto a congeniar. Un paso más allá, la risa es una herramienta muy saludable, pues libera endorfinas y vuelve a la gente más positiva. Por último, en este apartado también se incluyen las palabras bonitas. Detalles como saludar al entrar y al marcharse de un lugar y utilizar frases de cortesía, sobre todo las menos habituales, fomentarán un mejor ambiente de trabajo e infundirán felicidad en uno mismo y en el entorno.
- Empleo, formación e innovación. Antes, los trabajos podían ser para toda la vida, pero ahora ya no. Aunque es una opción a evitar, conviene recordar que en caso de despido, no se acaba el mundo. Para seguir adelante, hay que reinventarse y formarse continuamente.
- Libertad financiera. “El dinero no da la felicidad”, afirma con rotundidad Claver, “lo que sí da es sensación de seguridad, saber que se puede disponer de él si se necesita”. Para generar un colchón de emergencia, recomienda ahorrar a principio de mes en lugar de al final y evitar comprar lo que no sea necesario. Otro truco: calcular la libertad financiera, es decir, la cantidad de meses en los que se podría mantener el nivel de vida en caso de que se dejara de trabajar.
- Olvidar las preocupaciones. Los imprevistos suceden constantemente, no se pueden evitar, pero todos suelen tener solución, por lo que lo más inteligente es no anticiparse y resolver los problemas de uno en uno, según vayan apareciendo.
- Despacio y sin prisas. El tiempo no se puede parar, por ello hay que aprender a saborearlo despacio. Gestos como desconectar de los dispositivos electrónicos o buscar un momento en el día para la calma ayudarán a ser más consciente del momento y disfrutarlo más.