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El Ganso se hace mayor sin perder sus raíces

El cofundador de El Ganso es partidario de las sinergias con jóvenes emprendedores Sus icónicas deportivas han dejado paso a un servicio de sastrería

Manuel Casamayón

Clemente Cebrián (Madrid, 43 años), cofundador de El Ganso, es muy inquieto, habla deprisa y no trabaja en un sitio fijo, sino que coloca su portátil en cualquiera de los coloridos sillones que decoran la sede de la marca en Boadilla del Monte (Madrid). Cuando necesita concentrarse, recurre a un bastón que se encontró tirado en una papelera. “No es que esté cojo”, aclara, “es que cuando necesito pensar, me ayuda pasear apoyándome en él”.

Los inicios no fueron fáciles. Cebrián, que ahora se ocupa del área de marketing, confiesa que cuando empezaron con la primera tienda de la calle Fuencarral (Madrid), se pasaban días sin vender nada. “Nos desmoralizaba mucho, así que nos comprábamos la ropa a nosotros mismos”, recuerda. Ahora, El Ganso pertenece a uno de los conglomerados de empresas más importantes del sector del lujo, el grupo LVMH, en el que también se integran marcas como Louis Vuitton o Loewe.

El Ganso creció gracias al boom de las deportivas. Las suyas, las que utilizaba el Ejército checoslovaco en los años cincuenta, las encontraron por casualidad durante un viaje a Budapest (Hungría). “Tuvimos suerte; las zapatillas molan, pero fue justo un momento en el que la gente empezó a ponérselas con ropa de calle. Cuando nosotros íbamos a la universidad, no las llevaba nadie, pero ahora yo voy así vestido y nadie piensa que vengo de hacer deporte”, explica Cebrián. Las deportivas siguen siendo su producto estrella, pero ahora El Ganso se ha hecho mayor. Acaban de lanzar la nueva colección, mucho más trabajada, con más prendas y algo más discreta, aunque sin renunciar a los colores que ya forman parte de la identidad de la marca. “Evolucionar sin perder las raíces”, sonríe emocionado. Las zapatillas han dejado paso al traje y han empezado un servicio de sastrería en la tienda de la calle Jorge Juan (Madrid).

Ahora son ellos los que se involucran con los jóvenes emprendedores. “El Ganso se está desarrollando, hay muchas cosas que han salido mal, pero de todo se aprende, y con eso intentamos impulsar a la gente que está empezando”, relata Cebrián. Bajo esta premisa, acude con frecuencia a charlas y organiza conferencias en la propia sede de la marca, para ayudar desde la experiencia. Está convencido de que tiene que haber sinergias con otras firmas: “¿Por qué no nos apoyamos y hacemos cosas chulas en lugar de ser competencia?”. Ahora colaboran con la empresa de deportivas Pompeii y, próximamente, planean hacerlo con las gafas de Lord Wilmore. “Están cambiando los usos y costumbres de la moda, es tiempo de reciclarse y hacer colaboraciones con otros”, sentencia.

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