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El material escolar hecho en España resiste a la competencia china

Los fabricantes nacionales de útiles, libros de texto y cuadernos perviven a las importaciones asiáticas, el auge del segundo uso y el recorte de las ayudas

Getty Images

Hay un grupo de empresas que está feliz de que las vacaciones hayan terminado y de que ocho millones de niños y adolescentes regresen por fin a las aulas. Son los fabricantes y distribuidores de material escolar, pequeñas y medianas compañías que hacen en estos días una parte sustancial de sus ventas anuales.

“El inicio de las vacaciones de verano y la vuelta al cole son los dos periodos más importantes”, confirma Enrique Rubio, director general de la marca de cuadernos Rubio. “En verano, nuestros productos se adquieren para reforzar conocimientos, y durante el curso, como material para el aprendizaje de las materias que se van a impartir”, explica.

Este curso, las familias gastarán en la vuelta al cole una media de 859 euros, el 3% de su presupuesto anual, según el comparador Kelisto.es. Si se tiene en cuenta el total de alumnos matriculados, esto significa que la campaña moverá cerca de 7.000 millones de euros.

Cuánto de ese gasto se quedará en la industria española de material escolar es difícil de saber, ya que cada vez es más común llenar el estuche con bolis chinos. En la primera mitad de 2017, España importó del país asiático 16 millones de euros en bolígrafos y rotuladores, 7,4 millones en lápices y minas, y 3,4 millones en álbumes y cuadernos para niños, según cifras oficiales.

“Nuestra principal competencia son otras editoriales nacionales. Eso no quiere decir que el fabricante asiático no se haya metido de lleno en nuestro mercado: ha entrado por precio, pero la calidad de su producto no es comparable a la del nacional”, afirma Rubio.

Una niña trabaja con un cuaderno de la marca Rubio.
Una niña trabaja con un cuaderno de la marca Rubio.

Francisco Tornamira, director de marketing de la cadena de papelerías Carlin, asegura que el grupo solo se abastece de proveedores de confianza y que cumplen con estándares y homologaciones europeas. No obstante, reconoce que todas las marcas, españolas e internacionales, amplían cada vez más sus compras a fábricas asiáticas, “generalmente de China, aunque también algo de India”, puntualiza.

La industria nacional es muy variopinta, ya que abarca muchos productos diferentes. Alpino y Jovi (lápices de colores), Milan (gomas de borrar, pinceles y témperas), Faibo (pizarras, mobiliario y compases), Safta (mochilas), Santillana (libros de texto) y Rubio son algunos de sus principales exponentes.

Además de por la fuerte competencia asiática, estas empresas se han visto afectadas en los últimos años, en mayor o menor medida, por los recortes de las becas escolares y el auge de la reutilización.

Caja de colores Alpino.
Caja de colores Alpino.

La Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (Anele) señala que su mercado ha estado marcado por la reducción, cuando no desaparición, de las ayudas a las familias para la adquisición de libros y por los propios efectos de la crisis. Este factor disminuyó los ingresos del sector desde los 898 millones de euros de 2008 a los 749 de 2014.

Un segundo factor ha sido el cambio de los currículos de las asignaturas, lo que ha obligado a renovar todo el catálogo editorial.

“La adaptación de los materiales a los nuevos programas ha generado un repunte de la facturación hasta alcanzar los 856 millones en 2016, si bien no se han recuperado las cifras de 2008”, expresan fuentes de Anele. Sostienen que a este incremento ha contribuido la ligera recuperación de las ayudas a las familias. Sin embargo, recuerdan que el número de alumnos también se ha incrementado, pasando de 7,3 millones en 2008 a 8 el curso pasado.

La renovación de los contenidos impulsó las ventas de libros en 2016, pero pasado este efecto, el sector prevé otra caída

“Durante la crisis, muchas familias han recurrido a los bancos de libros. Además, hay comunidades que han puesto en marcha sistemas de préstamos. Esto ha incrementado la reutilización, aunque esta ha existido siempre, sobre todo en ESO y bachillerato”, abundan.

Anele, que agrupa a 24 editoriales que representan algo más del 90% del negocio de libros educativos, es pesimista sobre el próximo curso. “Las perspectivas son claramente negativas. Implantados los nuevos currículos, las adquisiciones públicas destinadas a la renovación se contraen, aumenta considerablemente el segundo uso y la reposición es pequeña. La facturación, por tanto, se retraerá”, concluyen.

Papelería de la cadena Carlin en la calle Princesa de Madrid.
Papelería de la cadena Carlin en la calle Princesa de Madrid.

Las cifras

859 euros gastarán de media las familias españolas en la vuelta al cole, el 3% de su presupuesto anual, de acuerdo con Kelisto.es.

8.000 empleos directos y alrededor de 10.000 indirectos genera el sector del libro educativo, recoge Anele.

16 millones de euros en bolígrafos y rotuladores importó España de China en la primera mitad del año, según cifras oficiales.

Rubio, en cambio, es optimista, ya que ha logrado incluso incrementar los ingresos un 11% en 2016 y hace una lectura positiva del primer semestre de 2017. El fabricante de cuadernos atribuye este logro a la combinación de materiales innovadores con precios competitivos, que oscilan entre 1 y 9,90 euros “como máximo”.

Carlin, por su parte, estima que sus ventas subirán alrededor de un 15% esta campaña, “a pesar de que cada vez hay más operadores digitales que se llevan parte del pastel”. Uno de ellos, el comparador online Textolibros.com, prevé que las ventas electrónicas de libros escolares crecerán esta campaña un 30% gracias a la comodidad de comprarlos y recibirlos en casa y el ahorro que se puede conseguir.

Tras realizar una prueba con 12 libros de 2º de la ESO, determinó que el precio en internet puede ser entre un 5% y un 25% más bajo que en una tienda física debido a los menores costes fijos de las webs.

La ropa es otro artículo clave en el presupuesto de la vuelta al cole. Lorena Chantal Camacho, portavoz del confeccionista onubense Camacho, comenta que, a diferencia de hace años, cuando cada colegio tenía su propio uniforme, hoy la tendencia es unificar bajo una misma imagen corporativa la vestimenta de centros pertenecientes a un mismo colectivo (salesianos, vicencianos, diocesanos...).

“De esta manera, al fabricar mayores volúmenes de prendas iguales, hemos podido mantener o bajar precios”, destaca. La empresa, que exporta a Francia y Suecia, espera cerrar el año con un aumento de ventas de entre el 5% y el 8% interanual.

Confección de uniformes escolares en el taller de Camacho, en Huelva.
Confección de uniformes escolares en el taller de Camacho, en Huelva.

En Burgos, los reportes que recibe el fabricante de uniformes escolares J. L. Sainz de sus clientes minoristas, es que la campaña de este año marcha "estupendamente". "Las tiendas dicen que se está vendiendo sorprendentemente bien, más que el año pasado", afirma María Marijuán, administradora de la empresa.

"Es verdad que hay un mercado de segunda mano muy activo, pero este año no se ha notado tanto. Si antes las madres compraban cuatro polos, ahora compran dos, pero siguen comprando", comenta. La compañía, que el año pasado facturó 860.000 euros, asegura que abastece de prendas a unos 500 colegios de toda España y a varios centros de Francia y Suiza e incluso de Letonia.

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