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Expectativa ante el desarme arancelario entre la UE y el Mercosur

Los sectores agroalimentario y manufacturero serán los más beneficiados Los exportadores pagan ahora 4.000 millones de euros en aranceles

Un barco de mercancías se aproxima al puerto de Salvador de Bahía,  en Brasil.
Un barco de mercancías se aproxima al puerto de Salvador de Bahía, en Brasil.Getty Images

Después de 18 años de negociaciones, todo hace pensar que el acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea se concretará a finales de 2017. Un pacto que generará nuevas e importantes oportunidades comerciales para las empresas españolas, sobre todo para las pymes, según los expertos. Antonio Hernández, socio responsable de estrategia energética e internacionalización de KPMG, está convencido de que “el desarme arancelario tendría un impacto directo en la competitividad-precio de los productos españoles”.

Según las estimaciones de la Comisión Europea, en la actualidad, los exportadores de la UE se enfrentan al pago de más de 4.000 millones de euros anuales en aranceles al Mercosur, “un elevado coste que se eliminaría o reduciría significativamente”. Además, “desaparecerían barreras no arancelarias en forma de trámites aduaneros, certificaciones, propiedad intelectual, etc.”, precisa Hernández.

En acuerdos de este tipo, las pymes suelen ser las más beneficiadas por el mayor impacto relativo que tienen en su actividad internacional las barreras arancelarias y no arancelarias. Además, mejoraría el acceso de las pymes españolas a una región con gran potencial para sus productos, tanto por dimensión (cerca de 300 millones de habitantes) como por sus características (creciente clase media, elevado grado de urbanización, etc.).

Tras 18 años de negociaciones, el tratado podría concretarse a finales de 2017

A juicio de Valentín Pich, presidente del Consejo General de Economistas, “el sector agroalimentario será el más beneficiado por parte del bloque Mercosur, mientras que, para la UE, el más favorecido previsiblemente sea el manufacturero”. Pero “la carne bovina, el arroz o el azúcar siguen siendo vulnerables para la UE y podrían verse perjudicados”.

Hernández, por su parte, atisba buenas oportunidades en automoción, alimentación y bebidas, moda, productos químicos o materiales de construcción, “sectores en los que ahora existen diversas barreras y en los que las pymes españolas tienen una consolidada experiencia”.

El problema se plantea con la firme oposición de algunos miembros de la Unión Europea, que quieren dejar fuera del acuerdo el sector agrícola. En este sentido, María José Cano, profesora de EOI, cree que “los Estados más afectados serían claramente Polonia, Italia, España, Francia y Hungría, que representan casi dos tercios de la mano de obra agrícola de la UE”.

Desde 2012 los flujos comerciales entre Mercosur y la UE han descendido sistemáticamente, condicionados primero por la contracción económica en la Unión Europea y más recientemente por la recesión en Latinoamérica. Con todo, la UE se mantiene como el principal socio comercial para el Mercosur, con una cuota del 21% en sus intercambios comerciales. En 2016 sus exportaciones a este bloque superaron los 43.000 millones de euros y las importaciones procedentes del mismo sumaron casi 42.000 millones, según la Comisión Europea.

Camión de carga en Argentina
Camión de carga en ArgentinaThinkstock

Ahora bien, según Hernández, el peso global que tiene Mercosur para la Unión Europea es aún reducido (2,5% de las exportaciones y 2,4% de las importaciones en 2016). En el caso de España, la cuota que representa Mercosur en las exportaciones fue del 1,5%. Como explica Valentín Pich, Mercosur plantea plazos hacia el libre comercio de hasta 15 años y la inclusión de un 50% de las posiciones arancelarias a liberalizar.

Por su parte, la UE aboga por una desgravación arancelaria en 10 años para, como mínimo, el 90% de sus exportaciones históricas. Cano, considera que estos plazos constituyen uno de los mayores escollos con los que se ha encontrado los negociadores, ya que superarlos exige que ambas partes reduzcan sus tarifas arancelarias.

El problema no es de ahora sino que viene de lejos. Cristina Noguera, profesora del International MBA de EAE Business, explica que el tema de la desgravación ha sido el más controvertido, “por el que ambos bloques han mantenido a lo largo de los años de negociación posiciones muy alejadas”. En pocos meses, veremos si estas son capaces de confluir finalmente en un acuerdo.

Los empresarios opinan

Grandes y pequeñas compañías coinciden en las posibilidades que se abren.

Cárnicas Tello. Su director general, Alfonso Alcázar, explica que el acuerdo “eliminará las actuales barreras arancelarias, de cuotas máximas, de homologación de plantas industriales, etc., lo que incrementará las oportunidades de abordar los mercados de esos países en similares condiciones competitivas que los productores locales”.

Masaltos. Para su CEO, Antonio Fagundo, el acuerdo permitirá a Masaltos.com “duplicar las ventas a Latinoamérica en un plazo de dos años. Esto será posible porque comercializamos un zapato europeo de alta calidad buscado por el consumidor latinoamericano, que ahora podrá comprarlo al mismo precio que en Europa”.

Ayesa. Su vicepresidente internacional, Nagi Chehab, indica que para una compañía como Ayesa, con amplia presencia en Latinoamérica, el acuerdo genera ciertas expectativas en materia fiscal y laboral, y del mismo podrían derivarse ventajas a la hora de constituir sociedades, realizar ampliaciones de capital o financiarse.

Gestamp. Desde la firma destacan que el acuerdo es una oportunidad, como lo fue en su día el TLCAN. “Necesitamos legislaciones laborales más competitivas y modelos fiscales más eficientes. Y requeriremos también converger en infraestructuras”.

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