Sangre nueva para oficinas más inteligentes
Las últimas tecnologías para la gestión de edificios empiezan a introducirse en aquellos que ya están construidos
Quien más y quien menos, en su oficina habrá podido ver cómo se ha sustituido la iluminación habitual por lámparas LED que ajustan su intensidad a la presencia de personas, o cómo la temperatura ha empezado a regularse de forma automática. También puede que le sea posible reservar una sala de reuniones desde su ordenador o su dispositivo móvil.
Son ejemplos de cómo la tecnología ha llegado a los espacios de trabajo, aunque estos estén situados en edificios que fueron construidos ya hace años. Sin embargo, son solo pequeños pasos encaminados a llegar a la categoría de edificio inteligente, algo que no tiene por qué ser propiedad de los inmuebles recién levantados.
“Hemos ido instalando sensores en los edificios para cada cosa: medir la luz, las temperaturas, para controlar la seguridad o los servicios contra incendios... Ahora la novedad, y lo que hace inteligente a un edificio, es que hay sistemas que hacen funcionar todo eso al mismo tiempo”, afirma Agustín Gil, director comercial de Building Technologies de Siemens en España. Este explica cómo hace diez años un edificio podía llegar a tener 500 sensores. Ese ahora tendrá 3.000 “y en diez llegará a 30.000 sensores. Porque todos los dispositivos presentes en su interior van a estar conectados entre sí y la comunicación entre ellos va a ser estándar”.
Todo ese río de información, conectado a través de internet, llega a un sistema de gestión integrado, un software central que recoge e interpreta los datos, para definir qué usos del edificio son más eficientes y permiten un mayor ahorro energético. En el caso de Siemens, han desarrollado el sistema Desigo, que monitoriza datos de 7.500 edificios en la nube. Y gracias a los sensores, al empleado le será posible interactuar con su espacio de trabajo desde el smartphone, e incluso localizar a sus compañeros de oficina a través de una aplicación.
Ahorro energético
La instalación y mantenimiento de este tipo de tecnologías equivale a un 2% del coste total de construcción de un edificio, y pueden llegar a reducir su factura energética en un 30%. “No hay un software que se saque al mercado que no se pueda integrar en un edificio ya construido”, dice Gil, que detalla que, para su implantación hay que realizar una auditoria y un plan de migración, además de la obra que puede sectorizarse y la actualización de los equipos. Siemens lo está haciendo en la Torre de Cristal de Madrid, o en el edificio LUCIA de Valladolid, uno de los más eficientes de Europa.
Otro ejemplo de renovación es el de la Torre Europa de Madrid, cuya construcción data de 1985. Un proyecto de 20 millones de euros de los que el 35% se han destinado a la renovación tecnológica. Entre las novedades está un sistema de iluminación de Philips basado en la tecnología el Power over Ethernet (PoE), de Philips. Este recoge datos de uso a través de sensores integrados en las luminarias, tales como ocupación o temperaturas, para optimizar la iluminación. Según un informe de la consultora inmobiliaria JLL, la tecnología PoE transmite electricidad y datos a través de cables Ethernet, y elementos como teléfonos fijos o cámaras de seguridad podrán funcionar gracias a su energía. La realidad virtual o la realidad aumentada también están por llegar a las oficinas, ya sean nuevas o viejas.