Fomento ultima un mapa para la navegación de drones en España
Las empresas podrán consultar si una zona es espacio aéreo protegido
Los drones se han convertido en poco tiempo en el juguete preferido de mucha gente y en la base del negocio de otra mucha, pero también empieza a ser una pesadilla para controladores y pilotos. En España, se ha disparado el número de compañías que operan este tipo de aeronaves no tripuladas, cada vez más utilizadas en actividades económicas (sector audiovisual y de ocio, infraestructuras, agricultura, logística...) En concreto, son ya 1.844 los operadores habilitados por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), es decir, se han multiplicado por 30 desde febrero de 2015.
Esta proliferación de drones ha llevado a Fomento a desarrollar una app con un mapa interactivo que recogerá las zonas del espacio aéreo nacional, así como aeródromos, donde está prohibido volar este tipo de aeronaves. “Estará listo para 2017 y el objetivo es que los usuarios de drones puedan consultar en este mapa si el lugar donde quieren hacer volar su dron está o no permitido, en función de si es espacio aéreo restringido”, explica a CincoDías Javier Fenol, responsable de Información Aeronáutica de Enaire.
La legislación española actual prohíbe el uso de estos aparatos en las inmediaciones de los aeropuertos, en un radio que varía entre los 8 y los 15 kilómetros en función básicamente del tamaño del mismo. Tampoco les permite volar sobre zonas urbanas y aglomeraciones de personas (playas, una manifestación, un concierto al aire libre, etc). Pero, como indica Fenol, muchas veces no es fácil para quien opera un dron saber si puede hacerlo o no en una determinada zona. “Actualmente ya tenemos en la web de Enaire un formulario de texto donde se puede obtener esa información, pero queremos hacerlo extremadamente fácil para el ciudadano”.
Nueva normativa
La futura normativa sobre drones en España plantea nuevos escenarios operacionales. Entre ellos, las operaciones en espacio aéreo controlado, aunque se requerirán requisitos de formación del personal y de los equipos, así como un estudio aeronáutico de seguridad coordinado con el proveedor de servicios de tránsito aéreo y la previa autorización de AESA. Igualmente, se contempla el sobrevuelo de zonas urbanas y aglomeraciones de personas, siempre que sea con un dron de menos de 10 kilos, a un máximo de 100 metros del piloto y de 120 metros de altura. Además de presentar un estudio de seguridad específico y la autorización de la agencia española citada.
Una portavoz de la AESA apunta un tercer escenario: las operaciones nocturnas y los vuelos más allá del alcance visual del piloto con aeronaves de más de 2 kilos. En ambos casos, precisa, será necesario un estudio de seguridad, la autorización de la agencia y que el aparato tenga unos requisitos técnicos concretos.
La iniciativa de Fomento, que utilizará tecnología de ESRI, uno de los principales proveedores mundiales de mapas interactivos, es bien acogida por la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA), pues como indica Susana Romero, secretaria de comunicación de esta organización y controladora en el Centro de Control de Santiago, los drones están empezando a afectar a la seguridad aérea. Y no lo dice de oídas. “Hace unos meses, un avión que estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto de Santiago nos notificó que se le había cruzado un dron. Finalmente no pasó nada, pero el riesgo de accidente estuvo ahí”.
No es el único caso. Ni tampoco el problema es exclusivo de España. Un Airbus 320 de Lufthansa tuvo que esquivar tres drones durante la fase de aproximación al aeropuerto de Bilbao el pasado mayo. Los aparatos volaban a unos 900 metros dentro del espacio aéreo protegido. También en febrero otro dron estuvo a punto de provocar un accidente en un vuelo Barcelona-París, durante la maniobra de aterrizaje en el aeropuerto Charles de Gaulle, y otro avión de pasajeros estuvo a punto de impactar contra un dron en julio cuando se aproximaba al aeropuerto de Heathrow.
“Afortunadamente no ocurre todos los días, pero sí hay cada vez más incidentes de este tipo, y pensamos que es por desconocimiento de la normativa, no porque la gente quiera provocar intencionadamente un accidente. Por ello, cualquier iniciativa [como la de Enaire] que ayude a aclarar dónde puede o no volar un dron es buena, pues es clave que se conozca el riesgo que existe y se tome conciencia”, dice Romero, que advierte que un problema que hay es que los drones no llevan tecnología TCAS (sistema anticolisión de los aviones respecto a otras aeronaves), y eso impide que los controladores los veamos y que los aviones puedan detectarlos con sus radares. “Solo lo ven cuando se les echa encima, y puede ser tarde”. En su opinión, los drones "deben integrarse y acabarán haciéndolo en la información aeronáutica que se facilita a los aviones sobre todo aquello que pueden encontrarse en su ruta (una zona restringida puntualmente por una maniobra militar, por ejemplo) y que deben conocer".
Sanciones a operadores por 432.000 euros
La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) es quien habilita a los operadores de drones. A aquellos que usan aeronaves no tripuladas de menos de 150 kilos para fines profesionales, pues las de mayor peso son reguladas por el organismo europeo EASA, y las que son utilizadas para ocio no necesitan ningún tipo de permiso. La agencia española además es quien realiza las inspecciones a estas empresas para comprobar que cumplen la ley actual (actualmente se prepara una nueva normativa).
“Hasta ahora hemos abierto 69 expedientes sancionadores y 60 ya han sido sancionados con un total de 432.000 euros. La mayoría por volar en zonas no permitidas, por no ser operadores habilitados o no cumplir los requisitos que se exigen a las aeronaves”, cuenta una portavoz de la agencia.
Eduardo Blanco, vocal del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (Copac), asegura que la proliferación de las aeronaves no tripuladas es un tema que les preocupa mucho. “Veíamos venir el problema de seguridad desde hace cuatro años, así que cualquier medida como la de Enaire no solo la apoyamos, sino que la exigimos. Hay que ser proactivos, pues la mayoría de la gente no tiene conocimientos sobre aeronáutica y les cuesta entender la normativa”.
Blanco destaca, no obstante, que a los pilotos les preocupa mucho más los drones que se usan para recreo, porque no están regulados. “Los que se usan con fines profesionales sí lo están y a quienes los operan se les exige un certificado y tienen que ser homologados”. En este contexto, defiende que “debería exigirse por ley que a la gente se la informe sobre la trascendencia que tiene usar mal un dron cuando lo compran en las tiendas”.
Desde el Copac creen que el principal objetivo debe ser que las operaciones sean seguras para los operadores comerciales, las personas y propiedades en tierra y el resto de los usuarios del espacio aéreo. "Los pilotos a los mandos de aeronaves no tripuladas, como últimos responsables de la seguridad, deberán suplir las carencias del sistema, y esto solo se puede conseguir con una formación exhaustiva". Además, insisten en la necesidad de hacer un gran esfuerzo de divulgación de cultura aeronáutica para que quieres hagan un uso recreativo de los drones sean conscientes de las consecuencias que puede tener un mal uso de estas aeronaves.