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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El comercio crece cuando está abierto

Compradores salen de un centro comercial en Madrid.
Compradores salen de un centro comercial en Madrid. Efe

A la hora de hablar de las siempre bienvenidas libertades, la de horarios comerciales parece no haber entrado en el reparto. Existe un profundo y carpetovetónico convencimiento en ciertos ámbitos políticos y sociales de que la libertad de horarios de las tiendas es un ancestral enemigo portador de males sin cuento para el trabajador, que inevitablemente acabará no solo con sus posibilidades de conciliación sino hasta con su salud. El problema es que lejos de fijarse en la realidad social, ese pensamiento está ganando adeptos en los centros de decisión política de las autonomías.

Existe una generalizada tendencia entre estas a restringir la libertad de horarios en el comercio que, con acierto, impulsó el PP en la anterior legislatura con el salvoconducto que permitía la normativa para eliminar restricciones en las zonas turísticas. Con los cambios de poder político a nivel regional se está desandando gran parte del camino para limitar la libertad de apertura de las tiendas. Así se llega al absurdo de afluencia de clientes, a menudo turistas, con intención de hacer compras –y generar, negocio, riqueza y empleo– sin tener dónde. El proteccionismo, esa tentación tan constante como ineficiente, es aún peor cuando parte de un diagnóstico erróneo. Pero en plena explosión del comercio online y sin fronteras roza la irresponsabilidad, además del ridículo.

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