Mujeres que desean cambiar el mundo más que ganar dinero
Las emprendedoras apuestan por crear empresas sociales Tienen un enfoque de trabajo en equipo, poco jerarquizado
Emprender significa innovar, abrir mercados, pero también “tener la conciencia de estar cambiando las reglas del juego, dejando un mundo mejor para tus hijos, además de no darse nunca por vencido”. Quien habla es Mavi Villatoro, cofundadora de la guía de ocio para disfrutar con niños Mammaproof.org. Es una de las “miles de mujeres que emprendemos cada día, aunque muchas de ellas se quedan en el camino porque no quieren renunciar a su vida”. Son muchas horas y dificultades, pero al final, afirma, es fundamental convertir tu negocio en tu misión. “Saber que estás luchando por algo importante que será un precedente para otras mujeres”.
Es la esencia del emprendimiento femenino, cuyo perfil es el de mujer, de 40 años, casada o en pareja (un 65%). Así es el dibujo realizado por el Instituto de Innovación Social de Esade en el estudio Mujeres con impacto. Ecosistema de mujeres emprendedoras sociales en España, impulsado por la Fundación Abertis y la Fundación EY. “La mayoría afirma haber emprendido una vez adquirida experiencia en el ámbito social. Su nivel educativo es mayor al de la emprendedora en general”, comenta Mar Cordobés, responsable del informe.
Por su parte, la directora del Instituto añade: “El 93% de las consultadas afirma tener educación superior, un porcentaje más elevado que el 65% que registra el Informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) como media para las emprendedoras. De hecho, un 60% de las consultadas tiene algún máster o curso de posgrado y otro 18% cuenta con un doctorado”.
El rasgo principal de las emprendedoras sociales es su pasión y determinación por conseguir un determinado impacto social, cualidades que son consideradas como los factores clave del éxito más importantes por la mayoría de emprendedoras.
El segundo factor más apreciado es contar con el equipo adecuado, valorado como muy importante por un 81% de las mujeres, mientras que la propia capacidad de liderazgo solo es valorada en el mismo grado por un 49% de las mujeres. Estos datos parecen corroborar el efecto de humildad femenina que hace que las mujeres suelan atribuir el éxito colectivamente más que de forma individual.
“Socialmente se ha ensalzado e idealizado a un tipo de emprendedor, que es hombre, económicamente agresivo, al que solo le importan los beneficios, y lo han convertido en el modelo a seguir. Para que haya un cambio en el emprendimiento, estos modelos deben verse como algo del pasado”, afirma Nieves Torres, fundadora de Coshop, una plataforma de diseñadores que apuestan por una producción sostenible y local.
Porque entre las motivaciones para emprender, el estudio destaca que un 78% quería, por encima de todo, crear un negocio basado en valores personales. En un 84% de los casos, la temática o misión de la empresa tiene que ver con una vivencia o experiencia cercana, y para otro 86% también era la mejor forma de crecer profesionalmente.
Siempre con recursos propios
La barrera que más mujeres han valorado como muy importante es la falta de un marco legal adecuado y de medidas de apoyo específicas para el emprendimiento social en España. La segunda traba ha sido el escaso entendimiento de lo que significa una empresa social por parte de la sociedad en general y por parte de los potenciales inversores, así como la dificultad de acceso a financiación.
Casi la mitad de las emprendedoras ha financiado más del 75% de sus compañías con recursos propios y su segunda fuente de financiación ha sido, antes que otras, las subvenciones y donaciones. Un 78% de ellas confirma que no ha utilizado créditos bancarios y otro 88% tampoco ha contado con inversión de impacto. El hecho de tener su propio negocio es una vía para poder conciliar la vida profesional y familiar.