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Moda

El zapato rural que se ha puesto a los pies de medio mundo

Calzados Ría lleva las abarcas menorquinas fuera de España a mercados como el chino o el coreano

Una tienda de Calzados Ría que ofrece las abarcas menorquinas.
Una tienda de Calzados Ría que ofrece las abarcas menorquinas.
Álvaro Bayón

Poco después de que el neumático llegase a las Islas Baleares, los agricultores de Menorca comenzaron a utilizar las ruedas deshechadas para elaborar la suela de un zapato fuerte y resistente a la humedad. Hoy, más de un siglo después, las abarcas menorquinas experimentan con nuevos modelos y diseños para no solo colonizar todo el mercado español, sino también países como Inglaterra, Canadá o Estados Unidos.

Una de las empresas que han hecho de estos zapatos rurales un objeto de moda es Calzados Ría. Su actual máximo responsable desde los noventa, Carlos Truyol, explica que la fabricación de este tipo de sandalia – de cuero, con una ancha tira que cubre el empeine y otra más estrecha que la sostiene a la altura del talón– representó un porcentaje minoritario del negocio de la compañía, más centrado en la fabricación de zapatos de señora. Pero, en 2005, con el auge del calzado chino esta empresa familiar decidió centrarse en lo tradicional. “Simplemente buscábamos diferenciarnos para sobrevivir”, rememora.

Desde entonces, han incrementado sus ventas al ritmo de un 10% cada año hasta producir en 2015 más de 300.000 pares –lo que les convierte en la mayor productora de este calzado, según sostiene Truyol– y alcanzar una facturación de seis millones de euros con una plantilla de unos 100 trabajadores. Y ponen sus ojos en potenciar su expansión internacional más allá de Europa para estar presentes en más de 50 mercados: en concreto, países asiáticos como Singapur o Corea del Sur y latinoamericanos (Chile y Panamá). El principal reto para que la empresa acometa esta expansión es llegar a países donde las sandalias no se utilizan solo en una estación, como los tropicales.

De la mano de los turistas ingleses que viajaban a la isla, esta familia balear puso la vista ya en los años ochenta más allá de las fronteras españolas. Antes, ya se habían decidido por apostar por el mercado nacional y habían llegado a las zapaterías de Barcelona, Valencia y la costa levantina. “El secreto del éxito es la sencillez del diseño y la facilidad de uso de las abarcas”, asegura el responsable de la empresa y comenta que otro de los secretos es haber sabido reconvertir los materiales utilizados al gusto actual. De la tradicional suela de neumáticos han pasado a la goma y a la piel de oveja para el revestimento.

El 90% del cuero utilizado en la fabricación de las abarcas es natural y el proceso es manual, explica el responsable de la empresa. El primer paso es la producción de la estructura (la tira del empeine y la del talón) que después se cose sobre una planta de cuero y todo ello se pega a la suela de goma. Desde que su padre abrió la primera zapatería Ría hace 70, Truyol no recurda más cambios en este proceso que la sustitución del cosido a mano por la máquina de coser y la incorporación de decoraciones como pintura a mano.

Para celebrar este aniversario, el director general adelanta que lanzarán una nueva línea decorada con piedras preciosas sobre los empeines, una con materiales anatómicos y otra donde sustituyen la planta por cuñas de esparto de ocho centímetros que imitará a los zapatos de tacón. A pesar de estas apuestas, Truyol comenta que el modelo estrella es el clásico en diferentes colores, aunque admite “el tirón” de las glitter (las que son de los colores brillante, metalizado, dorado, plata) o de las que se inspiran en las populares zapatillas deportivas urbanas sneakers. Además, con el objetivo de combatir la estacionalidad de las sandalias, explorarán el mercado de otros complementos como bolsos o pulseras de cuero.

Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.

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