Fedex se refuerza en Europa ante el auge del comercio electrónico
La compañía invertirá 300 millones en reformar su mayor centro logístico en Europa
En un momento en que cada día es más habitual comprar a base de clics y esperar a recibir el pedido en casa, los servicios de mensajería se rearman. Fedex Express –filial del grupo de mensajería especializado en envíos urgentes– anunció ayer que acometerá una ampliación de 25.000 metros cuadrados en su mayor centro logístico en Europa, situado en el aeropuerto de Charles de Gaulle en París. Con una inversión inicial de 300 millones, la compañía busca mejorar la eficiencia en su sistema de clasificación de paquetes en un 40%.
“Queremos estar en el centro de esta revolución digital”, dijo David Bronczek, presidente y consejero delegado de Fedex Express. Así, la multinacional realizará una inversión final de 1.400 millones, con la suma del pago del alquiler del solar durante 30 años más los 300 millones dedicados a la construcción del centro, que se prevé que empezará a funcionar en 2019 tras haber iniciado su construcción en verano de 2017.
El directivo vinculó la construcción de esta nueva infraestructura con la adquisición en abril de la compañía de mensajería holandesa TNT por 4.400 millones para reforzar la posición del grupo en Europa y plantar cara al otro gigante del sector, UPS.
Bronczek explicó en el acto –que contó con la presencia de François Hollande, presidente de Francia– que la estrategia de la compañía norteamericana se centra en este momento en aumentar su capacidad y sus conexiones en el continente ante una creciente demanda del comercio electrónico. En este sentido, las nuevas instalaciones de Fedex Express en París, que prestarán servicio a los 220 países en los que está presente la empresa, serán las primeras de la compañía en disponer de un sistema automatizado de clasificación de los paquetes de mayores dimensiones, dado el incremento que este tipo de envíos ha registrado la compañía desde la eclosión del ecommerce.
Esta es la segunda ampliación del principal hub europeo de Fedex desde su apertura en 1999 y tras una remodelación anterior en 2009. Gracias a un acuerdo con Air France, parten desde este centro unos 650 vuelos a la semana (400 operados por la aerolínea francesa) cargados con cartas y paquetes que la compañía se compromete a entregar en un plazo de entre 24 y 48 horas tanto en el resto de Europa como en Estados Unidos y parte de Canadá.
En paralelo, la empresa mantiene su compromiso de reducir en un 30% sus emisiones de CO2 antes de 2020. Así, en sus 55 hectáreas de extensión –donde se ubican los centros logísticos, las oficinas, los hangares y la zona de carga y descarga de los aviones– trabajan 2.000 empleados, de los 49.000 que componen su plantilla europea. La firma genera unos 85.000 empleos de forma indirecta.
El gran volumen de tráfico aéreo en Charles de Gaulle y la cantidad de superficie disponible a su alrededor hacen a Fedex planear nuevas ampliaciones en los próximos años, según indicó Julien Ducoup, director del centro parisino. Hollande se sumó a estas previsiones y expresó su deseo de que “Francia sea la puerta logística de Europa”.
Un viaje de siete kilómetros en 11 minutos
En apenas 11 minutos, un paquete recorre los 7 kilómetros de cinta automática que lo clasifica según el lugar donde debe ser recibido. El primer paso, después de que es descargado del avión que lo ha llevado hasta el centro de Fedex en París, es la zona de llegada donde la carga es analizada a través de un escáner y etiquetada con un código numérico según su destino. Además, los productos más voluminosos (como alfombras o tambores) son apartados aquí del proceso común.
La cinta transportadora avanza hacia el siguiente estadio, donde el correo se va clasificando en sucesivos niveles según su destino. “El funcionamiento es como el de un árbol, con un gran tronco del que van saliendo muchas ramas”, explica Dick Van Impe, director de operaciones del centro. Al final del proceso, los paquetes llegan a la zona de salida, donde unos operarios los empujan desde un lado de la cinta hasta el otro para meterlos en los contenedores pertinentes.
Paralelamente, las cartas y documentos son separados del resto del correo poco después de entrar en el centro para seguir un proceso análogo de clasificaciones sucesivas según su destino. Es un operario el que se encarga del mismo modo de realizar la última división en los sobres: los pasa por un escáner y, según su destino, se ilumina una pequeña bombilla en el exterior de una cesta para indicar que es ahí donde debe ser guardada. Después, las cartas y paquetes son cargados de nuevo en un avión para llegar a su destino.