Los malos gestores destruyen valor en los fondos
El valor potencial de las inversiones se ve drásticamente reducido por una industria deficiente
Los resultados de las inversiones tradicionales se miden básicamente por sus resultados absolutos netos y por sus desempeños respecto a índices de referencia que buscan reflejar lo que existe en los mercados de acciones y bonos. Así, los diferentes índices de renta variable en su composición beben de metodologías similares que buscan recoger en cada momento la rentabilidad del conjunto de acciones de un determinado mercado.
Así, por ejemplo, nuestros Ibex 35 o IGBM agregan las acciones de las compañías cotizadas en el mercado bursátil español asignándoles un peso a cada una principalmente en función de su tamaño o valor cotizado. Como estos van variando en el tiempo los proveedores de índices con regularidad van realizando revisiones de los mismos para irse adaptando a la realidad del mercado.
Existen índices como el famoso MSCI World que reflejan el desempeño de lo que sería tener una cartera de acciones global o mundial y que está compuesto de más de 2.000 compañías de Estados Unidos, Europa y Asia. Por el lado de la renta fija, análogamente, existen índices como los de Barclays, Citigroup o JP Morgan, que en base al tamaño de las diferentes emisiones de bonos que existen en cada momento, reflejan lo que sería tener una enorme cartera de bonos públicos y privados de todo el mundo.
A pesar de las críticas que a veces estos índices reciben, normalmente desde el bando de lo que se llama gestión activa, la realidad es que muy pocos fondos baten de manera consistente los mismos. De hecho, la inmensa mayoría de fondos de inversión o fondos de pensiones así como sus medias de rentabilidad se quedan claramente por debajo tanto en el caso de la renta variable como de la renta fija. No obstante, es absolutamente justo aducir que formar una cartera mixta con miles de acciones y bonos de forma directa tiene un coste relativamente elevado, además de que en la práctica sería muy complicado hacerlo a no ser que el patrimonio a invertir fuera muy grande.
La inversión tiene un coste porque para llegar a esas acciones y bonos hay que pasar por compañías reguladas (brokers, bancos, gestoras…) que garanticen que el dinero invertido sea depositado correctamente y se encuentre seguro. En todo caso este coste, con las nuevas tecnologías y la competencia entre compañías financieras, se ha reducido substancialmente a nivel global en los últimos años y como comentaré más adelante puede y se debería reducir mucho más.
Probablemente los lectores se estarán preguntando cuál es en realidad el desempeño de la industria y en particular de aquella en la que operan, la española. Pues bien, para ello se deben estudiar los resultados del conjunto de fondos y carteras disponibles y asegurarse que se hacen segmentaciones adecuadas por categorías de inversión para a continuación compararlos con índices de referencia adecuados que reflejen las políticas de inversión de dichas categorías. En mi opinión lo ideal como botón de muestra es seleccionar lo que se denomina un perfil equilibrado al riesgo.
Este perfil es mayoritario en muchos países y relativamente popular en España y como les desgranaré en otro artículo difícil de mejorar en términos de rentabilidad versus riesgo. Así, he tomado en consideración todos los fondos de inversión registrados en España en las categorías de mixtos equilibrados y calculado sus medias simples en periodos suficientemente largos de cinco y diez años, de modo que coincidan y superen los periodos de tenencia recomendados por ellos mismos.
Pues bien, los datos son verdaderamente demoledores. Teniendo en cuenta diferentes sesgos geográficos y de divisas los resultados no cambian y se resumen en lo siguiente. Las rentabilidades medias acumuladas por estos fondos en los plazos de cinco y diez años son del entorno del 25% y del 20% respectivamente. Así, en la última década la rentabilidad media anual o anualizada del conjunto de estos fondos es del entorno de 1,8%, muy por debajo de los tipos y la inflación en dicho periodo. Sin embargo, lo peor sale cuando se observa su comportamiento respecto a sus índices de referencia y por tanto el potencial de rentabilidad disponible.
Los índices compuestos por un 50% MSCI World (Renta Variable) y un 50% Barclays, Citigroup o JP Morgan (Renta Fija) registran rentabilidades acumuladas para esos mismos plazos de cinco y diez años del entorno del 65% y 80% respectivamente. Es decir, las diferencias de rentabilidad acumuladas rondan el 40% y el 60% respectivamente. En cantidad de dinero estamos hablando nada más y nada menos que de 40.000 y 60.000 euros respectivamente por cada 100.000 euros invertidos. Las diferencias de rentabilidades anualizadas para ambos periodos son de unos extraordinarios 7% y 5%. Ningún fondo supera a los índices.
Tamaña destrucción de valor potencial no se explica sino por una combinación de costes muy elevados (explícitos e implícitos), graves ineficiencias y conflictos de interés o deficiente gestión, factores estos últimos que suelen ir ligados. En el siglo XXI es posible una industria eficiente, limpia y de calidad que proporcione unos resultados muy superiores para los partícipes de fondos e inversores en general. El nuevo mundo que viene (o debería venir) no se trata de elevados márgenes y comisiones sino de volúmenes.