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El Mundial podría ser un gol ruso en propia meta

Moscú está teniendo problemas para costear la copa de fútbol de 2018. El truco para organizar eventos de este tipo está en utilizar fondos privados y pensar en la renovación.

Trabajador en las obras de mejora de un estadio en Rusia para el Mundial de 2018.
Trabajador en las obras de mejora de un estadio en Rusia para el Mundial de 2018.Reuters

La celebración de los Juegos Olímpicos o la Copa del Mundo de fútbol no tiene por qué ser un desastre –pero Rusia podría conseguirlo con la el Mundial de Fútbol de 2018. Hay dos normas simples para organizar eventos deportivos de éxito, según el economista Andrew Zimbalist: compartir tanto coste como sea posible con el sector privado y utilizar el evento para impulsar la economía local. Rusia parece estar haciendo caso omiso de ambas.

El coste esperado hasta ahora es elevado para los estándares de otros eventos. Según la última estimación, Rusia espera gastar 619.700 millones de rublos (8.500 millones de euros), menos que los 9.800 millones de euros de Brasil 2014, pero casi 2.700 millones de dólares más de lo gastaron Sudáfrica y Alemania en conjunto en los torneos anteriores.

La mayor parte de la carga recae sobre el estado. Se espera que tan solo 196.200 millones de rublos provengan de fondos privados. En los Juegos Olímpicos de Barcelona más de la mitad de los gastos corrieron por cuenta de inversores privados. Los fondos se están utilizando para construir estadios por toda Rusia, algo que no está claro que haga mucho para ayudar a las economías locales.

Los precedentes no son alentadores. Los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi de 2014 costaron 51.000 millones de dólares y su valor de relaciones públicas se vio ensombrecido por la invasión de Crimea del presidente Vladimir Putin y unas obras que afectaron al medio ambiente de la zona.

El precio del petróleo se ha reducido a la mitad desde 2014 y la OCDE prevé que el crecimiento del PIB ruso alcance solo un 0,5% el próximo año. Puede que los votantes se pregunten en las elecciones parlamentarias del 18 de septiembre si vale la pena sacrificar su borsch, la típica sopa del país, por algunos partidos de fútbol.

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