Javier Scherk: “Ser emprendedor es un orgasmo, y múltiple”
El fundador de Winche trabaja en un espacio funcional rodeado de sus barcos También lo hace de los productos que vende a las empresas
Entrar en el despacho de Javier Scherk, barcelonés de 54 años, es hacerlo en el de un vendedor nato, que en cualquier momento va a intentar convencer a su interlocutor de que le compre algo. Incluso la idea de que, como mar, el Mediterráneo es inigualable. No en vano es el fundador de Winche Redes Comerciales, una empresa fundada hace casi 15 años, especializada en la externalización de la fuerza de ventas. Porque vender, asegura, es convencer a alguien de que tiene una necesidad. Y de eso se encarga él y todo su equipo de 500 profesionales, que trabajan con el objetivo de convencer a las empresas de que la fuerza de ventas, que normalmente se “han relacionado con el corazón del negocio se pueden subcontratar y se pueden externacionalizar”.
La sangre empresarial corre por sus venas: es hijo y nieto de emprendedores. Acumula más de 25 años de experiencia y conocimiento en ventas, tras haberse curtido en compañías como Tatay, o en multinacionales como Benckiser o Bic, donde ejerció como director comercial. Incluso ha escrito varios libros: Los secretos del mundo comercial y Empresa tiene nombre de mujer.
Javier Scherk es simpático, ambicioso y expansivo. Asegura que el objetivo de Winche, que tiene previsto facturar en 2016 unos 16,5 millones de euros, es dar resultados a las empresas que tienen contratados sus departamentos de ventas. “Somos resultadistas. Para las empresas, tiene la ventaja de que si externalizan sus departamentos comerciales no tienen pasivo laboral, y así contar con la oportunidad de tener flexibilidad en la plantilla”, explica Scherk. La especialización es otra de las claves: trabajan en sectores, como el farmacéutico, gran consumo, droguería, perfumería, juguetería, ferretería y gran consumo, entre otros.
Winche tiene presencia en Portugal e Italia, a través de comerciales sin tener abiertas oficinas. “Las delegaciones son grasa innecesaria que te hace poco competitivo. Son costes doblados, y no se puede cargar al cliente costes adicionales, que no le aportan nada. Hay que tener grasa que sea eficiente y te haga ser competitivo”, explica.
Javier Scherk ocupa un despacho, próximo a la Diagonal, un espacio donde predominan los típicos muebles de oficina, funcionales. En las estanterías y también en el suelo, muestras de los productos que vende para las empresas. Le gusta tener la mercancía cerca. “Me considero un vendedor de pies a cabeza, me encanta seducir, conquistar, siempre nos estamos vendiendo. Es un honor, es resolver una necesidad”. Ya cuando era pequeño le vendió a su padre la idea de que la nota que había conseguido en los estudios, un cinco, tenía más mérito que el nueve obtenido por su hermana. “Se lo argumentaba con hechos”.
Javier Scherk tiene dos hijos, y está convencido de que tendrán empresa, que no será la del padre, aunque le encantaría que se ocuparan de ella. No duda en asegurar que “ser emprendedor es un orgasmo, y múltiple”. Señala además que algo que hace que el empresario no sea tan reconocido es generar empleo, con ánimo de lucro. En su opinión, podría tener mejor imagen “si antepusiera la generación de empleo al ánimo de lucro”.
Explica que su estilo de liderazgo está basado en la delegación. “Me gusta dar oportunidades a la gente, a la que exijo sobre todo sentido común, involucración, pasión por lo que se hace”. Él, sin duda, aparenta ser un apasionado de lo que hace, y cree en un tipo de gestión sofisticado. “Tenemos un business intelligence avanzado, con un equipo de dirección de primera división. Es contundentemente superior a mí y sus segundos son mejores a ellos”.
La historia de Gunter
Ha navegado en los cinco mares. Es su gran pasión. “Te permite estar en pleno contacto con la naturaleza, sentir el silencio. Divido a la gente entre los vivos, los muertos y los que navegan”, explica Javier Scherk. En su despacho tiene, como únicos adornos colgados en la pared, unas réplicas de la quilla de dos barcos, Triden II y Gunter. Ambos encierran una emotiva historia: “Mi padre murió cuando era joven, de forma prematura. Se llamaba Gunter. Y le puse su nombre a mis barcos”. Después de 45 años, tengo una réplica de la embarcación que tenía mi padre, y son las que me acompañan en el despacho”.
Javier Scherk organiza unas regatas, que llevan el nombre del padre: Gunter Sailing, por las que han pasado ya 250 tripulantes. “Navegando aprendes liderazgo, es una actividad que requiere de talento y esfuerzo. Es como si se gestionara una empresa”, explica este empresario, con preparación olímpica, que ha representado a España al menos en 17 ocasiones.
Es un apasionado de Menorca, una isla profundamente mediterránea. “Tiene olivos, agua transparente, acantilados, soy del Mediterráneo, es el mejor mar”, añade.
Entre sus próximos proyectos, además de convertir a Winche en la gran multinacional de la externacionalización comercial del sur de Europa, algo que solo van a poder hacer a través de la compra de compañías en Francia y Reino Unido, está la de escribir un libro con sus fracasos. Que los tiene.