El camino hacia la España 4.0
a resistencia al cambio, los costes que implica y la falta de inversión en tecnología punta nos sitúa por detrásde los países más avanzados en transformación digital
El mundo ha cambiado radicalmente con la llegada de internet y, en apenas unos años, hemos creado un universo que ha transformado todos los ámbitos de nuestra vida. El volumen de datos que generamos se duplica cada dos años –en 2020 alcanzará los 40 zettabytes–, lo que muestra la dimensión del proceso de transformación digital en el que estamos inmersos.
Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer en países como el nuestro. De hecho, el Indicador de la Economía Digital y la Sociedad Digital (DESI) sitúa a España en el puesto 15 entre los 28 Estados miembros de la Unión Europea y, a nivel mundial, nos situamos en la posición 45 en desarrollo digital, muy lejos de países como Estados Unidos, Japón, Corea, Israel o Canadá, entre otros.
Para avanzar, lo primero que debemos hacer es conocer cómo estamos y en qué ámbitos debemos actuar. Con este objetivo, hemos presentado junto a la consultora Roland Berger el estudio España 4.0, el reto de la transformación digital, en el que se analiza el estado de la digitalización en los principales sectores de la economía española. Entre las conclusiones esenciales, descubrimos que solo una de cada tres empresas españolas está ya preparada para afrontar la transformación digital necesaria e iniciar el camino hacia lo que denominamos la España 4.0.
Un resultado cuanto menos sorprendente, si tenemos en cuenta que la práctica totalidad de los empresarios y directivos encuestados en el estudio destaca y anhela los beneficios que tendría en las cuentas de resultados de sus empresas una profunda transformación digital. Entonces, si somos conscientes de sus beneficios, ¿qué nos detiene? Principalmente, dos cuestiones: la resistencia al cambio y los costes que implica este proceso de transformación. Ambos aspectos, sumados a la falta de inversión en tecnología punta por parte de las compañías en los años de la crisis, nos ha llevado a situarnos por detrás de los países más avanzados en este campo. No podemos permitírnoslo.
Las actuales vías de financiación ofrecen alternativas a la banca tradicional y, además, los gestores y ejecutivos con capacidad de tomar decisiones saben que cada euro invertido en tecnología se amortiza de forma acelerada y con un enorme retorno. Respecto al miedo al cambio, creo sinceramente que, dada la velocidad a la que el mundo avanza en esta dirección, es mucho más dañina la inacción.
Para avanzar y alcanzar un nivel de desarrollo digital óptimo nos queda un largo camino por recorrer. Hay que empezar por diseñar una estrategia conjunta entre los distintos actores que intervienen en el proceso de transformación digital: las fuerzas políticas, económicas y sociales. Y de esta forma, crear un ecosistema que adopte iniciativas para fomentar el salto hacia lo digital. En este caso, las empresas deben ser líderes del proceso, como iniciadores e implementadores de esta transformación. Y, por su parte, las asociaciones sectoriales pueden actuar como los portavoces, al tiempo que la Administración da soporte para conseguirel éxito.
Pero lo más importante, sin duda, es que todos los implicados alcancen un acuerdo para poner en marcha propuestas que promuevan la colaboración público-privada, impulsen la I+D+i y persuadan a todos y cada uno delos sectores y empresas españoles de que dar el salto digital es algo obligado, si queremos asegurar la supervivencia de nuestras empresas.
Rosa García, presidenta de Siemens en España.