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Carta del Director
Tribuna
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Manifiesto contra el pesimismo (y la miopía)

Necesitamos empresas con ambición global, profesionales bien preparados, espíritu emprendedor. Un momento: ¡si los tenemos!

Ricardo de Querol

Que los tiempos están cambiando ya lo cantaba Dylan en los sesenta;lo nuevo es que no cambiamos para llegar a un sitio nuevo, sino que tenemos que hacernos el cuerpo al cambio permanente. La economía lleva al menos dos décadas transformándose por la revolución digital, pero a distinto ritmo. Algunos sectores fueron arrollados primero (la fotografía, las discográficas), otros hemos ido justo después (los medios) y algunos se están viendo sacudidos ahora (la banca). Nos queda mucho por ver y por vivir. España deberá dar nuevos y ambiciosos pasos en la modernización. Tendremos que hacer algo más que beneficiarnos del clima y las playas (y del miedo a otros destinos del Mediterráneo), algo más que confiar en la resurrección del ladrillo (que nunca volverá al frenesí de los años locos). La crisis ha dejado como poso un profundo pesimismo sobre nuestras posibilidades de futuro. Sin negar las enormes penalidades aún por superar, vamos a rebatir esa mirada sombría.

1. Necesitamos empresas con ambición global. Un momento:¡las tenemos! Las del Ibex obtienen dos tercios de su negocio en el exterior. Grupos nacionales construyen el Canal de Panamá o el AVE La Meca-Medina, no sin dificultades en que se juega el prestigio del país. Compañías de todos los sectores tienen una presencia creciente no ya en Europa y América, sino en lugares tan lejanos como Australia. ¿Podrían ser más? Deberían ser muchas más, casi todas. Entonces, ¿qué hace falta? Sobre todo ganar tamaño con decisión(que las pymes salten de la p a la m, o salgan de pymes), quitarnos algún complejo, ceder en personalismos, profesionalizar la gestión... Lo estamos haciendo.

2. Necesitamos profesionales bien preparados. Un momento:¡los tenemos! Científicos, ingenieros o gestores de este país están triunfando en multinacionales o directamente emigrando. Pero, de acuerdo, falta excelencia (ninguna universidad entre las 100 mejores del mundo, sí algunas escuelas de negocios), lo que no está reñido con un modelo inclusivo. ¿Qué necesitamos? Un pacto de Estado por la educación, como el que llenaba la boca de los líderes políticos en campaña. Pónganse a ello, por favor. Y tengan en mente que los estudios de la Comisión Europea auguran que la mayor parte del empleo del futuro tendrá que ver con las habilidades digitales (que no consisten en tener cuenta en Facebook). Y otro pacto con altura de miras, se lo rogamos, para la ciencia, castigada por los recortes debido a una miopía alarmante. No hay otro camino al progreso que el conocimiento. Sale mucho más cara la ignorancia.

3. Necesitamos espíritu emprendedor. Un momento:¡lo tenemos! España ya no es ese país donde todos quieren ser funcionarios: un 27% de jóvenes sueña ahora con montar su propia empresa, según una macroencuesta de Fundación Axa, frente al 25% que ansía una plaza en la (muy respetable) función pública. La inaceptable tasa de paro está haciendo emprendedores a la fuerza, pero se percibe también una nueva mentalidad, la de aquellos que se fijaron desde niños en esos tipos en camiseta que trabajaban en su garaje y hoy dominan Silicon Valley. Nos estamos sacudiendo esa aversión al riesgo tan nuestra que explica que prefiramos poner el dinero en bonos al 0% antes que arriesgarlo en compañías que pueden ir bien o mal. O muy bien.

4. Necesitamos más Europa. Oh, eso ahora no lo tenemos. La integración encalla ante el auge del nacionalismo, cuando no de la xenofobia, y eso dificulta que avancemos hacia (no solo) un mercado sin fronteras en el que las empresas se muevan, y se unan, sin demasiadas trabas. Que espabile la vieja Europa, incapaz de poner a una sola de sus firmas en el top de las tecnológicas. O nos comerán, entre el imperio americano y los imperios emergentes, mientras nosotros nos dedicamos a nuestras rencillas aldeanas. 

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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