“Hemos democratizado las joyas”
"Cada vez son más los hombres que se adornan" Se quedó viuda con dos hijosy decidió continuarel negocio familiar
La vida de Carmen Lizarriturri (San Sebastián, 1948) va ligada a la de Luxenter, la firma que comenzó a desarrollar conjuntamente con su marido, José Antonio Moreno, cazador profesional que vivía en la década de los años setenta entre la República Centroafricana y Mozambique. En tierra africana asentó el matrimonio su cuartel general, desde el que organizaban safaris a la vez que comenzaron un negocio de importación de materias primas como malaquita, ojo de tigre, ébano o marfil. Y fue allí donde esta emprendedora, con antecedentes empresariales en la familia –por parte materna son los fundadores la fábrica de maquinaria y ferretería Forjas de Buelna, y por vía paterna, de la empresa Lizariturry y Rezola, fabricantes de jabones Lagarto–, empezó a familiarizarse con las piedras preciosas y semipreciosas. En 1972, recuerda que fue un 22 de noviembre, montó Luxenter.
Los brillantes, las esmeraldas y los rubíes fueron la base de su primera colección. Cuatro años más tarde falleció su esposo en un accidente de tráfico. “Me quedé con dos cunas [se refiere a sus hijos, Iván y Mencía] y un negocio que sacar adelante. Decidí seguir, me fui metiendo de lleno en este sector tan apasionante”, explica. Ese mismo año abrió su primera tienda en Madrid, en el barrio de Salamanca.
Fue su nuevo punto de partida, porque, a pesar de los contratiempos de la vida, Carmen Lizarriturri se siente satisfecha de los logros conseguidos, pero de lo que más orgullosa dice estar es de haber conseguido que sus dos hijos se interesen por la empresa familiar. De hecho, ella preside y controla todo lo que acontece en un pequeño taller en el barrio de Tetuán, y su hijo Iván dirige.
La hija ahora está volcada en temas de diseño. “Cuando finalizaron sus estudios les planteé la posibilidad de que se incorporaran a la empresa, y fue ahí, en 1999, cuando dimos un giro importante a la compañía”. Se refiere al momento en el que decidieron incorporar la plata a la colección de joyas, ya que hasta ese momento trabajaban únicamente con oro. También cambiaron los brillantes por las circonitas y las piedras preciosas por semipreciosas. “Supuso un rejuvenecimiento de la empresa, y le ofrecimos al cliente la posibilidad de ir adornado a un precio asequible. Hemos sido pioneros en democratizar las joyas”.
Carmen Lizarriturri trabaja desde 2002 en un pequeño despacho ubicado en la planta superior y con vistas al resto del taller. La estancia está inundada de luz natural que entra por unos ventanales situados en el techo. Desde allí controla todo lo que pasa en la empresa, en la que trabajan en estos momentos 134 personas.
Y asegura que en joyería está todo inventado. Ahora vuelve la moda de los años ochenta, marcada por los volúmenes y las piezas pequeñas, así como la combinación de verde (esmeralda), rojo (rubí) y azul (zafiro). “Todo esto vuelve, y ahora cada vez son más los hombres que se adornan, aunque hace años ya se ponían esclavas, pulseras y sortijas de pelo de elefante. Ahora vuelven otra vez a estar de moda los gemelos”, comenta esta captadora de tendencias.
El recuerdo de los comienzos en África
El despacho de Carmen Lizarriturri es de esos lugares en los que se adivina, nada más llegar, que el inquilino que lo habita es un apasionado de lo que hace. El espacio en el que trabaja esta empresaria está repleto de papeles, de carpetas del color azul corporativo y de cajas repletas de piedras, de diferentes formas y colores. “Es otro de nuestros emblemas, en algo te tienes que diferenciar”, asegura, mientras irrumpen en su despacho dos enormes perros labradores, Pipo y Guapo.
A su alrededor, algunas joyas y catálogos que componen la colección de Luxenter (lanzan dos al año), formada por un millar de referencias. Para este año tienen previsto un crecimiento de la facturación de un 30%, un signo de la recuperación económica. “Durante la crisis, la facturación cayó un 50% y tuvimos que reducir el número de horas trabajadas para poder abaratar precios y poder mantener los puestos de trabajo”, explica.
Luxenter fabrica en talleres en Asia, aunque la línea de oro y brillantes se trabaja en España. Añade que su modelo de gestión es dialogante, “intento delegar mucho, aunque lo controlo todo, sobre todo las colecciones”. Luxenter posee 22 tiendas en España, entre propias y franquiciadas, y 800 puntos de venta. En 2016 tienen previsto abrir 15 locales más entre España y Panamá. “Tenemos algún novio en Suramérica, para abrir tienda allí, y es un orgullo llevar España fuera”.
A la hora de elegir un objeto especial de su despacho, no duda y descuelga una fotografía de 1975, de una feria en Valencia, a la que acudía con su esposo, y adonde llevaban el repertorio de materias primas que traían de África. “Me ha acompañado siempre, es importante recordar los orígenes para seguir avanzando”, dice Lizarriturri.