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El abogado suizo Gianni Infantino

Los retos del nuevo presidente de la FIFA

Los ‘millennial’, los consumidores de deporte del futuro, no toleran la opacidad El viernes fue aprobado un nuevo modelo de gobernanza

Gianni Infantino, el viernes en la sede de la FIFA durante la votación.
Gianni Infantino, el viernes en la sede de la FIFA durante la votación.

El mundo del fútbol ya tiene nuevo líder. El abogado suizo Gianni Infantino, de 45 años, fue elegido el viernes presidente de la FIFA tras recibir la mayoría de los votos en el comité ejecutivo celebrado en Zúrich (Suiza), imponiéndose al favorito en las apuestas, Salman Al Khalifa. Su tarea no se plantea sencilla, en tanto que la institución que encabezará está marcada por la corrupción y el descrédito.

“El principal reto que tendrá el nuevo presidente de la FIFA será mejorar su credibilidad ante los principales agentes del fútbol: los clubes, que son los propietarios de los jugadores; las marcas como McDonald’s, Visa y Coca-Cola, que son quienes sostienen la institución; y los aficionados, la base del sistema”, subraya Pablo Burillo, director del MBA en Gestión Deportiva que imparte la Universidad Europea junto al Real Madrid.

Eso solo se puede conseguir, en su opinión, con un ejercicio de transparencia. “Hace falta cambiar el sistema de toma de decisiones y lograr despolitizar las decisiones comerciales”, subraya. En esta línea se sitúa Carles Murillo, director del máster en Dirección y Gestión del Deporte de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona: “La prioridad, y la exigencia, será la transparencia, tanto en la información como en los procedimientos internos, desde los más sencillos hasta la elección de sedes”.

Las organizaciones, también las deportivas, deben adaptarse a las circunstancias. Y está claro que las nuevas generaciones tienen menos tolerancia a la opacidad. “Los millennials serán pronto los principales consumidores de fútbol. Quienes se han criado con un smartphone en la mano no demandan transparencia: la exigen”, argumenta Pablo Burillo. También hará falta, opina, trabajar en nuevas formas de trasladar la oferta deportiva a los espectadores. La realidad virtual y las posibilidades que ofrece internet no se pueden tomar a la ligera, tampoco en la propia gobernanza: “Estos avances permiten tener acceso a tal nivel de datos que debería darse una mejora en la toma de decisiones”, explica Carles Murillo.

“El nuevo líder debe decidir sobre los órganos de gobierno, sobre quién es quién, sobre a quién se reporta, quienes son los contra poderes”, opina Santiago Álvarez de Mon, profesor de dirección de personas del IESE. Este experto destaca que no hacer ruido en un primer momento será decisivo, por lo que recomienda entrar de puntillas pero con paso firme, sobre todo para realizar un correcto diagnóstico de la podrida situación que encierran los férreos muros de la FIFA.

Murillo también comparte la idea de que Infantino debería dar sus primeros pasos sin estridencias, pero, en un periodo de 100 días, empezar a hacer gestos: “Hay cuestiones que no se solucionan solo con un gesto, pero a veces, como señal, conviene darlos. Y en esta situación, es aconsejable. Decir, ‘aquí estoy yo, y conmigo van a cambiar las cosas’”.

Y el viernes empezaron a cambiar. No solo con la elección del nuevo presidente, sino con la aprobación del nuevo modelo de gobernanza de la FIFA. Entre las medidas más importantes destaca la limitación de mandatos a tres periodos de cuatro años, la pérdida de poder gestor del comité ejecutivo tras los escándalos de corrupción o la presencia de un secretario general que llevará el día a día de la institución.

El ‘hombre sorteo’ de la UEFA y aliado de Platini

Toda Europa ha estado pendiente, en algún momento, de sus manos. Más en concreto, de las bolas que sacaba de los bombos y que decidían los cruces de las últimas rondas de la Liga de Campeones y de la Europa League, o de las Eurocopas. Gianni Infantino (Brig, Suiza, 1970), el nuevo presidente de la FIFA, ha sido durante años, para los aficionados al fútbol, el hombre sorteo de la UEFA. Sin embargo, su papel en el organismo que rige el deporte rey en Europa ha ido más allá.

Entró en él en el año 2000, trabajando en cuestiones legales y comerciales. En 2004 pasó a ser el director de asuntos jurídicos y licencias de clubes, para en 2007 ser desginado secretario general adjunto, director de la división de gobernanza y, en 2009, secretario general de la institución, hasta ayer. Durante el mandato de Michel Platini, Infantino ha funcionado como su mano derecha, algo de lo que no ha renegado en la campaña para la presidencia de la FIFA. Sin embargo, no se postuló para el cargo hasta que Platini, quien sí iba a hacerlo, fue inhabilitado por recibir un pago ilegal de más de dos millones de euros. Pese a que la sombra del francés le persigue, Infantino ha insistido reiteradamente en su independencia.

“Recuperaremos el honor de la FIFA. Restauraremos la confianza y haremos que todo el mundo la aplauda”, afirmó ayer en su discurso tras la elección. Su gran propuesta es un mundial de 40 selecciones y en distintas sedes, tal y como será la Eurocopa de 2018. Habla inglés, alemán, francés, español e italiano.

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