Batalla en el Colegio de ingenieros industriales
La ingeniería industrial española cambia de perfil. O, al menos, se transforma una parte notable de su representación profesional. ¿Una peligrosa dilución de sus rasgos específicos, como sostienen las voces que critican este proceso, o una modernización necesaria, como afirman sus promotores? Después de que el Colegio de ingenieros industriales de Cataluña aprobara una muy controvertida reforma de sus estatutos para permitir la inscripción entre sus filas de otras especialidades de ingenieros, Aragón ha seguido la misma estela. Y dentro de unos días podrían ser los mismos colegiados de Madrid –un colectivo formado por 11.000 profesionales– quienes empiecen a compartir su corporación con compañeros que tienen otro título del ámbito de la ingeniería industrial. Un tema conflictivo que se encuentra en el orden del día de la Junta general que el Colegio de Madrid (Coiim) tiene previsto celebrar el próximo lunes 29.
Tres de los 50 artículos que componen los nuevos estatutos que la asamblea está llamada a votar, y a cuyo texto ha tenido acceso Cinco Días, hacen referencia a la “profesión de ingeniería industrial”, en lugar de la de ingeniero industrial. Lo que a primera vista puede parecer un ocioso matiz lingüístico esconde, señalan todas las fuentes de Coiim consultadas, una cuestión de fondo muy trascendente. “La profesión de ingeniería industrial no existe, la ley solo referencia la profesión regulada de ingeniero industrial”, asegura un colegiado. De esta forma, a través de una definición más “etérea”, se deja la puerta abierta a la colegiación de ingenieros que trabajan en la industria pero, según las normativas en vigor, no tienen la habilitación para ejercer como ingenieros industriales. Con todas las ventajas profesionales de las que éstos se benefician por estar colegiados.
“¡Los estatutos que tenemos son del siglo XIX, son tan antiguos que el 80% no se puede aplicar porque está fuera de la ley!”, proclama la decana de Coiim, María-Teresa Estevan. “Ahora cada escuela de ingeniería industrial tiene la potestad de establecer todas las especialidades que quiera: eléctrica, energética, nuclear, química, y demás. En este marco, los nuevos estatutos están perfectamente redactados, porque nos permiten colegiar a cualquier máster, siempre y cuando sea del ámbito de la ingeniería industrial”, defiende la decana, antes de espetar: “Ya no existen los ingenieros industriales generalistas, pero parece que la mentalidad de la gente de Coiim es muy antigua, ¿qué le voy a hacer?”.
Sin embargo, subrayan desde el mismo Colegio, en noviembre de 2012 los Ministerios de Industria y de Economía redactaron un informe sobre una modificación parecida que el Consejo General de los ingenieros industriales –el organismo que agrupa a todos los Colegios– planteó en sus propios estatutos. “No cabe modificar las titulaciones que dan acceso al Colegio, ya que esta materia está reservada a una norma con rango de ley”, se lee en el documento. Avalan esta interpretación tanto la Ley 2/1974 sobre Colegios profesionales como el artículo 36 de la Constitución, aseguraban estos departamentos.
Pese a esta advertencia, los nuevos estatutos que a partir de la próxima semana podrían regir el funcionamiento de la corporación madrileña, consentirán que el colegio integre “a otros ingenieros de segundo ciclo o máster cuyos títulos abarquen campos incluidos en la ingeniería industrial, siempre y cuando no exista un Colegio específico para los mismos”. El RD 1332/2000, con el que se aprobaron los estatutos del Consejo General, admite esta posibilidad. Sin embargo, especifica que estaría supeditada a una aprobación por parte de dos tercios del pleno del Consejo, con un debate y una votación por cada título, universidad por universidad, es decir, caso por caso. Lo que el texto de los nuevos estatutos de Coiim no contempla. “Así iríamos en contra del Consejo General también”, añade una fuente de la corporación madrileña. En opinión de Estevan, por lo contrario, no es necesario especificar este detalle en el texto de los nuevos estatutos, al tratarse de “algo obvio”.
Otro de los puntos de la nueva normativa interna sobre el que se apuntan las críticas de las fuentes consultadas es la disposición final, por la que los estatutos “entrarán en vigor al día siguiente de su aprobación en la Junta general de 29 de febrero de 2016”. Amén de la obligación legal de que, antes de tener eficacia, sean aprobados también por el Consejo General y por un órgano de la Administración, en este caso, el Ministerio de Industria. La decana reconoce que estos pasos son necesarios, pero no resuelve la aparente cotradicción con la letra de la disposición que, afirma, “es absolutamente correcta. No tengo nada más que decir sobre este asunto”, zanja Estevan.
De no seguir este procedimiento, se adoptaría el mismo camino que el Colegio de ingenieros industriales de Cataluña (COEIC) cuando, a principios de 2009, modificó sus estatutos para obligar a ingenieros y máster químicos, geólogos y de organización industrial a incorporarse en el mismo gremio. La Generalitat aprobó la iniciativa, que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSC) tumbó en 2012, tras el recurso del Consejo General. Los ingenieros catalanes reelaboraron sus estatutos hasta dos veces: en octubre de 2009 y en 2013, al sustituir la obligatoriedad de la colegiación para los ingenieros no industriales por el principio de inscripción voluntaria. La Generalitat aprobó el cambio y el Consejo General presentó sendos recursos al TSC, arguyendo que, según la ley, no son válidas aquellas modificaciones que no hayan pasado por su filtro.
El Alto Tribunal catalán rechazó esta interpretación, al fallar que la Generalitat posee competencias plenas en Colegios. Sin embargo, anuló los artículos por los que ingenieros químicos, geólogos o másters en organización industrial podían colegiarse en COEIC.
Pese a ello, la práctica de inscribir a profesionales que no son ingenieros industriales en el Colegio catalán no parece haber cesado. Tanto es así, que de su Junta de Gobierno ya forman parte tres vocales que no son ingenieros industriales: el ingeniero geólogo Marc Cabrera, el ingeniero en organización industrial Norberto Larriba, y el ingeniero químico Oriol Martínez Huguet, según recogía la web de la candidatura de la que formaban parte y que ganó las últimas elecciones del gremio. Siguiendo el ejemplo de Cataluña, el Colegio de Aragón y La Rioja aprobó unos estatutos que no contaron con el consenso del Consejo General y que permiten colegiar también a ingenieros técnicos industriales, según denunció el decano del Colegio de Murcia, José Isidoro Marín.
La permanencia de las delegaciones, en peligro
“Una barbaridad”. De esta forma, una fuente del Colegio de ingenieros industriales de Madrid (Coiim) tilda la reforma de los estatutos que se discutirá en la Junta general del próximo lunes, y que, de ser aprobada, confirmaría la “desaparición” de las delegaciones provinciales de la corporación impulsada por la decana, siempre según las mismas fuentes consultadas. En septiembre del año pasado, la Junta de Gobierno decidió cerrar cinco de las nueve delegaciones –Cuenca, Salamanca, Segovia, Soria, y Zamora– y despedir a su personal y a los empleados de Guadalajara. Quedan abiertas las sedes de Ciudad Real, Toledo y Valladolid, “aunque van por igual camino”, según esta fuente.
“No se han cerrado”, sostiene por el contrario la decana, María-Teresa Estevan, sino que se ha cesado su “actividad administrativa” por ser “escasa o nula” y por las pérdidas que conllevaban, unos 500.000 euros al año. Los nuevos estatutos siguen contemplando la figura del Presidente-Delegado, aunque las voces críticas dentro de Coiim denuncian la imposibilidad de llevar a cabo sus funciones, por la falta de medios. Asimismo, los votos que cada colegiado podría llevar a la Junta general se rebajarían con los nuevos estatutos, de 24 a solo cinco, mientras los del decano y el vicedecano serían ilimitados. Ante la oposición a esta medida, Estevan alega que intenta lograr de esta forma una participación más amplia.