La firma sueca que llenó España de cables y postes
La compañía creó uno de los primeros centros de I+D en España En 1969 comenzó su relación con el gigante Telefónica
Como ocurre con muchas compañías, el nacimiento de Ericsson llegó acompañado de un fuerte cambio en la sociedad. La revolución industrial había irrumpido con fuerza en los países del norte de Europa y herramientas como el telégrafo, a pesar de todo lo que habían aportado hace pocos años, comenzaban a estar desfasados. No es casualidad, por lo tanto, que la fundación de Ericsson se produjese en 1876, en el mismo año en el que Graham Bell patentaba uno de los inventos más revolucionarios del siglo XIX: el teléfono.
Lars Magnun Ericsson era un inventor sueco que trabajaba en un taller, que se encargaba de reparar las piezas necesarias para el funcionamiento del telégrafo. Tras conocer el artilugio de Bell, L. A. Ericsson se dio cuenta desde el comienzo de las oportunidades que se le abrían. La abrupta orografía sueca y el implacable clima del país hacían tremendamente práctico a cualquier medio que facilitase la comunicación entre las regiones. Ericsson nació, por lo tanto, como una compañía que suministraba aparatos telefónicos y toda la infraestructura necesaria para hacer posible la comunicación. Por eso, rápidamente salió fuera de Suecia. Eran muchos los países, como Polonia, Rusia o Gran Bretaña, que precisaban de este tipo de servicios.
Cronología
1876. Año de la fundación. El inventor y empresario sueco Lars Magnus Ericsson funda la compañía, llamada originalmente Telefonaktiebolaget L.M. Ericsson. En sus inicios era un taller que ofrecía servicios de reparación para aparatos de telegrafía. En esta misma fecha, Graham Bell patenta el teléfono.
1878. La compañía sueca fabrica los primeros teléfonos propios.
1880. El empresario crea un original sistema con dos tipos de patentes. Una del tipo A equivale a 1.000 del tipo B. Con esta táctica, Ericsson se asegura el control de su empresa.
1889. La compañía se convierte en multinacional al dar sus primeros pasos hacia Reino Unido, donde levanta la primera fábrica fuera de Suecia.
1893. Próximo objetivo, los países del este. La multinacional comienza a vender material telefónico en Polonia y Rusia, donde abre su segunda factoría fuera de Suecia, en la ciudad de San Petersburgo.
1922. Los teléfonos Ericsson ya son conocidos en España, donde la empresa ya vende sus aparatos desde finales de 1890. Sin embargo, no será hasta 1922 cuando se constituya la sociedad española.
1924. Ericsson consigue su primer contrato en España y se hace cargo del servicio de telecomunicaciones en la provincia de Valencia.
1970. Ericsson y Telefónica fundan Intelsa, empresa dedicada a las telecomunicaciones, la conmutación pública y la energía. En la sociedad conjunta, la firma sueca tiene un 51% de participación y la española un 49%.
1984. Madrid acoge el centro de investigación y desarrollo de Ericsson, uno de los primeros dedicados a la I+D en España.
1985. La telefonía móvil irrumpe en España y comienzan los trabajos para nutrir al país de la cobertura necesaria. Ericsson, como empresa dedicada al servicio de las telecomunicaciones, comienza sus proyectos para, junto a otras organizaciones, llevar la cobertura a las principales ciudades del país.
El caso de España, no obstante, fue peculiar. Al igual que el ferrocarril o que otros avances de la revolución industrial, el teléfono llegó con retraso. En 1898, los aparatos de Ericsson ya eran conocidos. Sin embargo, se estima que la cantidad de aparatos repartidos a lo largo de todo el país no llegaba a las 12.000 unidades, sumando tanto los de la marca sueca como los de otras empresas. Por eso, la multinacional tuvo que esperar unos años para instalarse definitivamente en España, un lugar mayoritariamente rural que aguardaba con ansia el momento de comenzar a modernizarse.
En 1922, la firma sueca pisó suelo peninsular. La sociedad que Ericsson eligió para representar sus intereses fue Viuda y Sobrinos. Juntas, constituyeron, en ese mismo año, la Compañía Española de Teléfonos Ericsson, S. A., con un capital inicial de un millón de pesetas (6.000 euros), y con el objetivo de obtener la concesión del servicio español de telecomunicaciones. Aunque fue poco a poco.
Valencia fue la primera provincia española en la que Ericsson comenzó a operar. La firma, no obstante, situó en 1924 su centro de operaciones en Getafe, un pueblo madrileño que entonces vivía de la agricultura y al que acababa de llegar el tendido eléctrico. Desde este emplazamiento, cerca de la estación de ferrocarril de la capital, la filial se aseguraba la distribución de sus equipos en toda España. Sin embargo, a pesar de los rápidos éxitos del inicio, precoz fue también la primera derrota de la compañía, que ese mismo año perdió el concurso para la concesión del monopolio de las telecomunicaciones en España frente a la norteamericana ITT.
No obstante, a los pocos años llegaron de nuevo las buenas noticias. En 1925 Ericsson fue la encargada de sustituir la línea de telégrafo entre León y Gijón por una de teléfonos de magneto. Un año después, la compañía ganaba el concurso de automatización de la Red Urbana Municipal de San Sebastián, la única concesión provincial que había quedado fuera de la jurisdicción nacional de ITT. En estos años, la plantilla de Ericsson en España estaba compuesta por 108 hombres y 32 mujeres. La Guerra Civil supuso un coste adicional para la compañía debido a la ubicación de su enclave principal. La resistencia de la ciudad de Madrid hizo que las localidades limítrofes se convirtiesen en el escenario de la batalla, y Getafe fue una de ellas. La fábrica de Ericsson fue bombardeada varias veces.
Tras la guerra, no obstante, gran parte de las infraestructuras de telefonía habían quedado diezmadas, y la firma sueca jugó sus cartas en el momento de las reparaciones. En 1940, Ericsson se hizo cargo de la renovación del tendido eléctrico de la línea dos del Metro de Madrid. En 1944, la firma subió de las profundidades del suburbano al exterior. Renfe contrató a la organización para una experiencia tecnológica vanguardista: la instalación de un enclave eléctrico en la estación de Pozuelo para estudiar las posibles ventajas y exportar el método al resto de la red de ferrocarril. Así, poco a poco, la firma se adjudicó los contratos de abastecimiento de material de telecomunicaciones para varias líneas de ferrocarril, como la de Madrid-Valencia, y los tendidos eléctricos de telefonía, como la línea Barcelona-Zaragoza. Durante todos estos años, el Estado es el principal cliente de Ericsson, que reclama los servicios para las líneas de ferrocarril, el teléfono y la comunicación de la Fuerza Militar Aérea. En 1969, un nuevo gigante se suma al contrato. Ericsson fue elegida por Telefónica como proveedora de equipos de transmisión, dando comienzo a una relación de contratos que perdura en nuestros días.
Este vínculo cobró fuerza con la llegada de la telefonía móvil y la necesidad de dotar de cobertura al máximo de territorio español. En 1984 solo cuentan con cobertura Madrid, Sevilla Barcelona, Málaga y los pueblos y zonas cercanos a estas grandes ciudades. Un año más tarde, la cobertura llegaba a las grandes ciudades gallegas, al norte de Asturias, País Vasco, Zaragoza y el Levante. En 1990, el 40% del territorio nacional ya tenía cobertura de telefonía móvil, y tres años más tarde, se fundaba Ericsson Radio SA, con el objetivo de abordar el merado de este sector, que pasará a ser decisivo en el futuro de la compañía.
La unión de Sony y Ericsson, una consecuencia de la crisis
Como respuesta a la evolución y a las tendencias del mercado, Ericsson y la multinacional Sony decidieron fusionarse en 2001 para crear Sony Ericsson Mobile Communications.
Debido al auge de la telefonía móvil y al avance de otras compañías de la competencia, estas organizaciones no lograban ganar, por sí solas, el volumen de ventas que perseguían. Así, a partir de esta fecha, la nueva sociedad comenzó a aprovechar la sinergia que proporcionaba en la electrónica de consumo el nombre de Sony y la experiencia en el sector de las telecomunicaciones del gigante sueco.
En España, esta unión supuso, sin embargo, que la filial hispana perdiera una unidad de negocio con una facturación importante y que no estaba sufriendo, en las mismas proporciones que otros países, de forma notable la crisis del sector. En España, el negocio dependía mucho más de la demanda final de los usuarios que de las inversiones de los operadores, por lo que Ericsson España, por sí sola, previsiblemente habría sobrevivido.