Qué hacer cuando la competencia está en casa
La rivalidad interna en la empresa es saludable siempre que se desarrolle bajo unas normas impuestas por la dirección.
"Le he perdido el respeto a Valentino”. “O Lorenzo es completamente estúpido o realmente estaba de acuerdo con Márquez”. Estas declaraciones corresponden a Jorge Lorenzo, nuevo campeón del mundo de MotoGP, y a Valentino Rossi, segundo en la clasificación, respectivamente. Dos pilotos que se jugaron hasta la última carrera el primer puesto del Mundial y que, pese a lo que pueda parecer, defienden los intereses de la misma empresa, al compartir garaje en el equipo Movistar Yamaha. Ya entre 2008 y 2010, periodo en el que también compartieron equipo, Rossi hizo separar los espacios de trabajo del garaje de Yamaha para que ni Lorenzo ni sus ingenieros tuviesen acceso a los datos y métodos de trabajo de su compañero.
Por suerte para Lorenzo, Yamaha y los patrocinadores, los malos resultados de los rivales de Honda no hicieron peligrar ni el título de pilotos ni el de constructores, que premia a la mejor escudería del año. Pero el caldo de cultivo ya está preparado de cara al año que viene, en el que se podrá comprobar si la mala relación entre dos miembros de una misma empresa puede hacer peligrar sus objetivos. “Hay compañías que pueden funcionar sin trabajo en equipo, pero no es sostenible en el tiempo”, afirma Carlos Alemany, headhunter y socio director en Alemany & Partners. Pese a ser un deporte estructurado en escuderías, el motociclismo es un deporte eminentemente individualista:a los pilotos se les mide por sus victorias y campeonatos, no por los puntos que aportan a sus equipos al final de año. Llevado a un esquema empresarial, cada piloto representaría sendos departamentos, que trabajan por ser el que más beneficios aporte a la compañía.
En ese caso, Alemany distingue entre dos culturas de trabajo:la de la competitividad y la del trabajo en equipo. “La primera es más clásica de EEUU. Hay empresas, sobre todos las que están enfocadas a un crecimiento a cualquier precio, que fomentan la competencia entre las unidades de negocio, aunque con el tiempo acaban surgiendo heridas”. Estas van, desde los roces personales, a dejar de lado otros aspectos claves para la empresa, como la calidad del servicio o la atención a los clientes. “En este sistema suelen prosperar los más competitivos y politiqueros. No es sostenible en el largo plazo”, añade Alemany.
- Líneas rojas
Un campeón serio y ambicioso
Después de su victoria del domingo, Jorge Lorenzo ya acumula cinco títulos mundiales de motociclismo, tres de ellos en la máxima categoría, lo que le convierte en el mejor piloto de la historia de este deporte en España, con permiso, eso sí, de un mito como Ángel Nieto y sus 12+1 campeonatos.
Un perfil, el de Lorenzo, que siempre ha destacado por una personalidad muy fuerte, poco preocupada de ser alguien más o menos atractivo para medios de comunicación y patrocinadores y cuya meta profesional siempre ha sido ser el número uno. “Le dedico el campeonato a toda la gente que no se rinde, que tiene personalidad y no hace caso a las críticas”, afirmó el domingo tras ganar el campeonato. Unas declaraciones que resumen a la perfección su carácter:un gran afán de superación, tras dos años marcados por una gran irregularidad, tanto física como psicológica; alguien que no ha renunciado a su forma de ser, pese a que no le haya ayudado a ganar amigos, y una frágil tolerancia a la crítica externa, ya sea o no constructiva.
“En las empresas siempre hay rivalidades, pero tienen que estar encubiertas. Y estar bajo unas líneas rojas que nunca hay que sobrepasar”, opina, por su parte, Ceferí Soler, profesor del departamento de Dirección de Personas y Organización en Esade. Unas normas que deben empezar por distinguir de forma clara el papel de cada miembro de la empresa. “No es bueno tener dos gallos en el mismo gallinero. Lo es si hay serenidad, madurez y cooperación. Pero lo más normal es dar terreno a cada uno de manera definida”, apunta Soler.
Además, para no sobrepasar esas líneas rojas es fundamental el papel del supervisor o jefe:“Su trabajo es estar atento a que episodios como los de Lorenzo y Rossi no sucedan. Ahí se ha demostrado que no había nadie con peso en la estructura de mando, no había un director encima de ellos”.
El director de Yamaha Racing, Lin Jarvis, reconoció en los últimos días su decepción por la escalada de tensión entre sus pilotos, así como una reunión con Jorge Lorenzo, algo que el equipo afrontó cara a cara solo en los días previos al último gran premio de la temporada. Una gestión de los hechos que, finalmente, tampoco ha calmado los ánimos. “La escudería, como también una empresa, está por encima de las personas. Lo que tendrá que hacer es analizar qué cultura quiere implantar en su funcionamiento y actuar con sus pilotos en consecuencia”, considera Carlos Alemany. “Tan importante es fomentar la competencia interna como la cooperación. La energía es mucha, pero hay que enfocarla”, agrega Ceferí Soler. Está por ver si los títulos alivian, o no, la tensión en Yamaha.