Le Mans, escenario natural de cine y carreras de coches
La villa Plantagenet es mucho más que el circuito que le ha dado fama.
Su nombre suena a muchos, pero pocos la conocen. Reducida en la mayoría de los casos a su famosa carrera de resistencia (Steve McQueen la popularizó con su película sobre las 24 Horas rodada en 1971) y, si acaso, a su especialidad culinaria (las rillettes, un paté de carne desmenuzada, generalmente de cerdo), el visitante no espera encontrarse con tal riqueza arquitectónica ni con la belleza de su enclave; tampoco con el encanto del campo que la rodea. Le Mans sorprende. Y mucho.
Su espléndido patrimonio histórico ha convertido a esta ciudad medieval en un plató natural para el rodaje de muchas películas de capa y espada como, por ejemplo, Cyrano de Bergerac, con Gérard Depardieu, o La máscara de hierro, con Leonardo DiCaprio.
El casco viejo de Le Mans acoge cada año a varios equipos de rodaje. Sin embargo, aunque pueda parecer un lugar que se ha mantenido al margen del paso del tiempo, demasiado pausado, ideal para pasear, lejos de convertirse en una ciudad-museo como tantas otras en Europa, se mantiene muy viva.
Agolpado sobre una colina, el casco antiguo de esta villa, cuna de la dinastía Plantagenet, es un armonioso conjunto arquitectónico, probablemente uno de los mejor conservados de Francia, rodeado por una muralla romana de finales del siglo III, milagrosamente sostenida por macizos torreones inclinados.
Decorada con motivos geométricos, protegió a sus habitantes en diferentes episodios históricos, como la invasión de los bárbaros de la Galia o durante la Guerra de los Cien Años entre franceses e ingleses. Es la primera sorpresa antes de adentrarse por sus callejuelas empedradas, cortadas con escaleras y repletas de casas con entramado de madera del siglo XV y mansiones del XVI.
La catedral de San Julián, edificada entre los siglos XI y XV, es una de las más grandes de Francia y también de las más bonitas. Y es que la cabecera gótica, el portal sur del siglo XII, la nave románica o el coro gótico del siglo XIII la convierten en un extraordinario testimonio de la arquitectura religiosa medieval.
Hay que fijarse en las vidrieras románicas, sobre todo en el colorido y modernidad del vitral de la Ascensión, a pesar de estar fechado a principios del siglo XII. También merece la pena pararse en los frescos del concierto celestial de 47 ángeles músicos, del siglo XIV, descubiertos en el techo de una de las capillas.
En uno de sus muros exteriores se conserva un menhir que, al parecer, formaba parte de un lugar de culto del neolítico sobre el que se levantó la catedral. Es conocido como el ombligo del mundo y, según la creencia popular, hace fértiles a las mujeres que lo tocan.
La antigua abadía cisterciense de l’Épau, fundada en 1229 por Berenguela de Navarra, mujer de Ricardo Corazón de León, se encuentra en un enclave privilegiado, el Arche de la Nature, un parque y zona de recreo a tiro de piedra del centro urbano. Merece la pena ver la iglesia, decorada con un enorme rosetón, la sala capitular y la escultura yacente de doña Berenguela en uno de los soportales.
La abadía alberga el Centro Cultural de Sarthe, que acoge regularmente exposiciones temporales, conferencias y conciertos. Los aficionados a la música clásica que viajen en primavera no deben perderse el festival de l’Épau, que se celebra aquí en el mes de mayo, con un completo programa de música de cámara, música sinfónica, recitales...
La prueba de resistencia más famosa del mundo
Incluso para los no aficionados a los coches de carreras la visita al circuito, donde se celebra la prestigiosa prueba automovilística de resistencia, en junio, es obligada.
Millones de personas la siguen año tras año en las retransmisiones de las cadenas de televisión de todo el mundo.
Son 24 horas sin parar de dar vueltas al famoso circuito de La Sarthe, a sus 13,6 kilómetros de longitud y 38 curvas. Un museo recrea su historia con una exposición de coches antiguos.
Guía para el viajero
Cómo ir. Situada entre París, Normandía, Bretaña, Nantes y la región del Loira, Le Mans es un buen punto de partida para explorar el noroeste de Francia. Iberia Express tiene dos vuelos semanales (viernes y domingo) Madrid-Nantes. Precios desde 49 euros por trayecto (comprando ida y vuelta) y desde 175 euros por trayecto en business.
Compras. A diferencia de otras muchas ciudades europeas donde se repiten las mismas cadenas, en Le Mans hay multitud de tiendas y talleres de artesanía local. Además, la plaza del Cardinal Grente, a los pies de la catedral de San Julián, acoge viernes y domingos el marché des Jacobins, con productos gourmet típicos de la región, frutas, verduras y flores y un rastrillo de segunda mano.
Las quimeras. De julio a septiembre se organiza un espectáculo nocturno de luz y sonido conocido como La noche de las quimeras. Las murallas romanas iluminadas son un escenario de excepción que da paso a un auténtico mundo de fantasía.