Unidos por un MBA y por tres videojuegos
Los tres se complementan. Una es impetuosa, otro el más calmado y otro, el mediador La clave del éxito de la empresa radica, aseguran, en la utilidad del servicio que ofrece
Tenían una idea, pero al principio nadie les veía capaces de poder llevarla a cabo. Sin embargo, ocho años después de comenzar la aventura, Gamelearn ya es la mayor empresa del mundo que se dedica a formar con videojuegos a las plantillas y equipos de las compañías. Todo se gestó en el Instituto de Empresa, donde se conocieron los tres socios mientras realizaban el MBA. Ibrahim Jabary (Valladolid, 1973), Mai Apraiz (Bilbao, 1978) y Eduardo Monfort (Valencia, 1974) supieron desde el primer momento que querían montar juntos su negocio. Aunque fueron poco a poco.
Al principio, por separado, mientras cada uno de ellos profundizaba en las habilidades que más adelante servirían para la futura compañía. Más tarde, tras varios proyectos, constituyeron Gamelearn; no sin esfuerzos, ya que la financiación inicial fue complicada de encontrar. La idea de enseñar a liderar y a negociar con videojuegos era buena, pero también arriesgada. “Cuando empezamos, nos decían: ‘A ver si podéis crear el juego’; cuando lo creamos, nos dijeron: ‘A ver si podéis venderlo’, y cuando lo vendimos, nos retaron a hacerlo fuera de España”, cuenta Jabary. Y así lo hicieron, de momento a más de 600 compañías.
A buen ritmo
En ocho años, los socios de Gamelearn han creado tres videojuegos que forman a la plantilla de una compañía. “Y ya tenemos pensados dos más para añadir a la lista. Cada vez los hacemos mejor y más rápido”, explica Monfort. Navieros tardaron en desarrollarlo cerca de tres años, y el último, Pacific, tan solo uno. Y ya tienen en mente el cuarto y el quinto de la colección. No obstante, todas las horas invertidas no es tiempo perdido. Tal y como explican, el juego es el atractivo, lo que llama la atención.
La clave del éxito de la empresa radica, aseguran, en la utilidad del servicio que ofrece. Tal y como explica Monfort, “hemos trabajado con más de 100.000 personas y la puntuación media que le han dado es de 9,8 sobre 10”. Apraiz lo achaca a que la mayoría de los cursos de formación a los que recurren las compañías son iguales y muy poco atractivos, “mientras que con nuestros juegos aprendes mientras juegas”. Se refiere a Navieros, Triskelion y Pacific, los tres videojuegos que hasta la fecha ha desarrollado Gamelearn. El primero enseña a negociar y a resolver conflictos. “Cada jugador es un mercader veneciano de la Edad Media que tiene que gestionar su patrimonio, vendiendo y comprando barcos y negociando con el resto de competidores, describe Jabary. “Y el que hace más dinero es el que gana”, continúa Monfort.
En Triskelion, cada miembro del equipo se convierte en un historiador que debe seguir determinadas pistas para descubrir un tesoro. “Gestiona el tiempo y la productividad”, afirma Jabary. Mientras que Pacific, que recientemente se presentará al público, reconstruye las vivencias de un equipo que queda atrapado en una isla desierta tras un accidente de avión. “Este enseña a liderar, ya que cada miembro debe intentar guiar al grupo a la salvación”, ilustra.
Cada uno de los juegos los han ideado entre los tres socios. “Analizamos el contenido que queremos enseñar y poco a poco vamos diseñando un entretenimiento que reúna esas habilidades”, explica Monfort. Aunque a ello también contribuyen las más de 40 personas que trabajan en la empresa. “De hecho, dependiendo de cada proyecto, hemos llegado a contar incluso con 100 personas, entre músicos, diseñadores o informáticos”, añade Apraiz. Sin embargo, así como los juegos los piensan entre los tres, cada uno de los socios tiene totalmente definido su papel en la compañía. “Mai es la vendedora, tiene un perfil comercial brutal, así que lleva toda la parte del marketing. Eduardo es el más técnico, el gestor, el que más conocimiento tiene de internet y las tecnologías. Y yo soy el que diseña, el que se encarga de conceptualizar cómo se puede transmitir algo a través del juego”, comenta Jabary.
Y así como tienen su papel profesional más que afianzado, también tienen consolidadas sus formas de ser, con las que además se complementan. Monfort y Jabary definen a su compañera como un tornado, y ella lo corrobora. “Yo soy la que tiene más carácter, la que tiene más ímpetu. Eduardo es el más calmado y el más racional, el que analiza todo antes de hacerlo. E Ibrahim está entre los dos, es el mediador”, señala Apraiz.