Dorna, el kilómetro cero del Mundial de motociclismo
Desde hace 21 años, es el responsable de organizar la principal competición sobre dos ruedas, el Mundial de motociclismo.
La oficina madrileña de Dorna deja claro, nada más entrar, que las motos son las protagonistas. La compañía española tiene los derechos de explotación y comercialización del Mundial de motociclismo desde 1991, cuando era una filial de Banesto enfocada a la adquisición de derechos deportivos. De aquello solo queda la que era la división más pequeña, la de motor, que ahora es responsable de un Mundial que cuesta organizar 200 millones de euros.
Un mural de cascos y una moto de Valentino Rossi conducen al despacho de su consejero delegado, Carmelo Ezpeleta (Barcelona, 1946). Desde que entró en la compañía, en 1991, ha acudido a todas las carreras del Mundial, ya sean en Barcelona o en Melbourne. Desde 1994, lo hace como su máximo responsable.Su despacho es, casi, un lugar de paso:“desde que soy consejero delegado me anoto todos los viajes que hago, y las horas. Este año ya llevo 206 horas de vuelo”, afirma Ezpeleta.
Ninguna empresa, no solo la deportiva, se puede gestionar solo desde el punto de vista de las relaciones económicas.
Pero reconoce que no le supone un gran esfuerzo. Las carreras no solo son un acontecimiento deportivo, sino el despacho real de Ezpeleta: “no hay ninguna razón para no estar, y además es un sitio ideal para organizar el futuro. Los circuitos son un sitio donde nos reunimos mucho y hablamos del futuro de los grandes premios. Todas las negociaciones que hacemos se hacen básicamente allí”. Ezpeleta y su equipo más cercano aterrizan en los circuitos los jueves por la tarde. Y empieza la actividad:“calculo que hacemos unas 20 reuniones al día, el domingo, con las carreras, menos. En total, unas 50 en todo el fin de semana”.
La relación de Carmelo Ezpeleta con el mundo del motor se remonta a finales de los años 60. Estudiaba para ingeniero, pero también participaba en competiciones de rallies, después de probar suerte en las motos. Como explica, el único circuito permanente que había en España era el Jarama, en Madrid: “Teníamos que entrenar allí o en la carretera”. Por ello, impulsó la creación del circuito de Calafat, en Tarragona. “Cerca de Barcelona, todos los terrenos eran muy caros. Un cuñado mío tenía una urbanización a 150 kilómetros al sur de Barcelona. Había un terreno y decidimos intentar reunir la cantidad suficiente para montarlo. Empecé de una manera un poco amateur, pero vimos que era un tema que podíamos hacer bien. Dejé de estudiar y empecé a dedicarme a ello”.
El circuito abrió en el 74, y lo dirigió hasta el 78. Ese año le reclamaron desde Madrid. El RACE ya controlaba el Jarama, y le contrataron como asesor. Al mes y medio, le ofrecieron la dirección del circuito:“afortunadamente, siempre he sido director en los sitios en los que he estado. Aunque en Calafat no era jefe de nadie”, bromea. Estuvo en Madrid durante 10 años, tras los cuales comenzó a dirigir el Circuito de Cataluña. También fue mánager del equipo de Carlos Sainz, “el mayor talento que he visto”, cuando ganó los dos campeonatos del mundo.
Y en el 91 se incorpora a Dorna como experto en motor. En el 94 ya era director general. Y hasta hoy. Siempre con un principio: “ninguna empresa normal se puede gestionar solo desde el punto de vista de las relaciones económicas. Creo que te tiene que cautivar lo que haces, ya sea hacer tornillos, dirigir un circuito o una empresa que organiza carreras”.
El consenso también es una de las bases del día a día de Ezpeleta. Como organizador de los Mundiales de Moto3, Moto2 y MotoGP, tiene que lidiar entre administraciones que quieren organizar un gran premio, los intereses de la Federación Internacional de Motociclismo, los fabricantes de motos, y los equipos. Pero los conflictos han sido escasos durante todos estos años:“hacemos muchas reuniones, y creamos la Comisión GP, donde están todas las partes. Yo soy el presidente y tengo voto de calidad, y llegando a un acuerdo con otro de los miembros, podría cambiar lo que quisiéramos. Pero nunca lo he utilizado”.
El consejero delegado de Dorna afirma tener una buena relación con todos los pilotos del Mundial que, por lo general, “tienen una cabeza excepcional. Son gente que acaba desenvolviéndose en tres o cuatro idiomas, con unos niveles de concentración y experiencia tremendos”. La compañía española tiene los derechos de explotación y comercialización del Mundial hasta 2036. Ezpeleta no se plantea el futuro hasta entonces, pero sí afirma
De la cesta punta a los coches de carreras
El mandamás del Mundial de motociclismo se reconoce un apasionado del deporte, pero no solo del motor. Fue jugador de cesta punta, una modalidad de pelota vasca con la que llegó a jugar en el equipo nacional. “También jugué en el equipo de Cataluña. Ganamos varios campeonatos de España. No fui de los mejores, pero pude jugar en primera división”.
Su despacho está repleto de artículos relacionados con el motor. El principal, un gran cartel enmarcado de un campeonato de carreras de coches de los modelos TS de Renault, que le ha acompañado en todos sus despachos, tanto en el Jarama, como en el circuito de Cataluña, como en la actualidad. “Yo soy el de amarillo”, concreta Ezpeleta. “En aquel momento pensaba que podría ser un buen piloto de coches. Lo que todo el mundo piensa: si consigo un buen coche seguro que seré bueno. Antes probé las motos, pero me parecieron muy difíciles.
Al final, he tenido la suerte de hacer mi afición a través de la gestión, porque a través del deporte no me habría ganado muy bien la vida”. Tras su mesa de trabajo se sitúa el esqueleto de una Aprilia, la motocicleta con la que Max Biaggi fue campeón del mundo por primera vez.
A sus pies se sitúan un buen número de coches a escala, de los que destaca uno:la réplica de un Ferrari preparado para rally con el que compitió en el Baja Aragón de 1985, como copiloto de AntonioZanini.