Chupa Chups, el exitoso caramelo con un palito
Al fundador de la marca, Enric Bernat, se le ocurrió la idea en 1958 Miles de niños y adultos disfrutan de ellos desde entonces
Los caramelos suelen ser bastantes pringosos. Y más si los niños andan metiéndoselos y sacándoselos de la boca para hablar con sus amigos, para ocultarlos de sus padres o para guardarlos en el bolsillo para después. De la observación cotidiana de estas situaciones nació una gran idea, la de añadir al dulce un simple palo. Una pequeña invención que se le ocurrió a Enric Bernat en 1958. Veían así la luz los Chupa Chups. Tanta ha sido su fama que el nombre de la marca se ha convertido en el genérico para referirse a este dulce.
Bernat no era ajeno al mundo de los azúcares. En su infancia soñaba con golosos manjares, como casi todos los niños, pero él lo hacía por un doble motivo. Su abuelo, Josep, había sido el primer fabricante de caramelos en España, así que desde pequeño trabajó con ellos. Ayudaba a envolverlos, a limpiar latas, a rascar lo que fuera necesario. “Viví desde los nueve años lo que era una industria”, comentaba en una entrevista en El País en 1990.
Cronología
1950. Enric Bernat, el fundador de Chupa Chups, inaugura su primera empresa confitera, Productos Bernat.
1958. Bernat comienza a fabricar en Granjas Asturias SA un caramelo redondo con palo. Inicialmente se comercializa en siete sabores diferentes y con un precio de una peseta.
1959. Adquiere todas las patentes que pudieran competir con su producto.
1961. El caramelo con palo queda bautizado con el nombre de Chupa Chups.
1967. Se inaugura una nueva fábrica en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona). Ese mismo año, se decide establecer la primera filial fuera de España, en Perpiñán (Francia).
1969. Salvador Dalí rediseña el logotipo de la marca. Introduce el uso de un solo color, rojo sobre fondo amarillo, y la forma de flor que envuelve al logotipo.
1974. Expira la licencia de patente industrial. Ese mismo año aparecen numerosos fabricantes de caramelos con palo, que reciben genéricamente el nombre de chupachups.
Década de los setenta. La empresa inaugura una filial comercial en Nueva York para la distribución en Estados Unidos. A finales de la década, la compañía se lanza a la conquista del mercado japonés.
1988. La marca alcanza la cifra de 20.000 millones de unidades vendidas en el todo el mundo.
1995. Se convierte en el primer lollipop (caramelo con palo) en formar parte de la aventura espacial, a bordo de la nave MIR.
2003. Muere el fundador de la compañía, Enric Bernat.
2006. La empresa italoholandesa Perfetti Van Melle toma el control de la marca, tras adquirir la mayoría del capital.
Nacido en 1923 en la calle Valencià de Barcelona, la Guerra Civil le obligó a interrumpir sus estudios. Los retomaría, sin embargo, más tarde, llegando a cursar hasta cuarto de Bachillerato y luego, tres cursos de Comercio, disciplina en la que acabó siendo un especialista si se tiene en cuenta el posterior devenir y expansión internacional de sus negocios. Bernat, joven inquieto, con don de gentes y capacidad de iniciativa, compaginó sus pasos académicos con sus primeros trabajos. En la posguerra comenzó como vendedor en la firma galletas La Gloria, propiedad de su padre. De ahí paso a la sociedad quesera Massanes i Grau, en la que se desempeñó como aprendiz, dependiente, administrativo y viajante.
En 1950, finalizado el servicio militar, Bernat decidió comenzar a poner en pie su propia empresa. Inauguró su primera firma confitera, Productos Bernat, especializada en la elaboración de peladillas. Solo estuvo vinculada a ella durante cuatro años. Su antiguo jefe le llamó para hacerse cargo del grupo Granja Asturias, dedicado a la fabricación de productos relacionados con la manzana.
Ahí, en la parroquia rural de Villamayor, situada en la zona centro oriental de Asturias, vino a su cabeza la idea de unir un caramelo redondo a un palo. Bernat decidió destinar todo la producción de la fábrica a este nuevo producto, lo que despertó recelos en sus socios, que se desentendieron del proyecto. Lejos de amedrentarse al tener que enfrentarse solo al futuro, el confitero catalán confió en el futuro éxito de su invento, al que primero bautizó como Gol y luego, solo como Chups.
Tanto se fiaba de su triunfo, que se aseguró las espaldas ante una probable competencia. En 1959, adquiría todas las patentes que pudiesen hacerle sombra. Más tarde, se aprovisionó de la materia y la maquinaria necesaria para la elaboración de su producto.
Una vez dispuesta e iniciada la producción, necesitaba un buen sistema de distribución. Ni corto ni perezoso, estableció un innovador sistema de autodistribución. Puso en pie la Compañía Comercial e Industrial de Zaragoza, la cual financiaba una red de Seat 600 decorados con el dibujo y el logo de Chupa Chups.
El nombre del caramelo se acabó por concretar en 1961, gracias al anuncio que la empresa emitía en las ondas radiofónicas: “Chupa un dulce caramelo, chupa chupa chupa un chups”. Tres años más tarde, Bernat reconvertiría Granjas Asturias en Chupa Chups SA. Sus socios fueron su padre y su mujer. Todo quedaba en familia.
Y en manos del linaje Bernat permanecería la empresa hasta 2006, cuando tres años después de la muerte del fundador, sus hijos y herederos vendieron la mayor parte del capital a la compañía italoholandesa Perfetti Van Melle. Se quebraba así una saga confitera que había logrado que la infancia de todo el mundo –desde España hasta la extinta Unión Soviética, pasando por la China comunista– rechupetearan este caramelo con un palo. La marca, sin embargo, sigue haciendo las delicias de pequeños y mayores. De aquellos que lo saborean con paciencia y de los nerviosos que no pueden evitar morder el confite y masticarlo.
Y si la empresa se hubiera quedado con el primer nombre que utilizó: Gol
Todos conocemos estos famosos dulces como Chupa Chups. Este no fue, sin embargo, su primer nombre. Su creador Enric Bernat los bautizó inicialmente como Gol. Luego, paso a llamarlos Chups.
Una pegadiza cancioncilla, difundida en las radios de toda España, el medio más potente de publicidad en la época tuvo la culpa del rebautizo: “Chupa un dulce caramelo, chupa chupa chupa un chups. Que es redondo y dura mucho, chupa chupa chupa un chups. Un palito lo sostiene, para no mancharte tú. Si quieres llenar tu boca, chupa chupa chupa un chups”.
Tan famoso se hizo este producto que en 1969 Enric Bernat pudo convencer al genial Salvador Dalí para que diseñará el logotipo de la marca. Eso sí hubo de pagar una tarifa millonaria para conseguirlo. Bernat debió pensar que la gran inversión merecía la pena. Andaba ya dándole vueltas a la expansión internacional de su marca.
Cuentan que el artista solo tardó una hora en dibujar la nueva insignia de la marca. Y aunque, si bien puede parecer que en tanto poco tiempo Dalí no debió hacer gran cosa, sí introdujo cambios sustanciales.
La primera novedad fue el uso de un solo color, rojo sobre fondo amarillo. En segundo lugar, incluyó uno de los elementos más fuertes de la identidad de Chupa Chups: la forma de flor que envuelve al logotipo. El último aporte, y quizás el más relevante, fue colocar el logotipo en la parte superior del envoltorio, lo que favoreció su visibilidad y dotó al producto de una personalidad propia.
Tanta que no ha cambiado desde entonces. Lo que sí varió es el palito. En sus inicios era de madera. Ahora es de plástico.