Las tres pantallas: portátil, móvil... y salpicadero
El sector de componentes aumenta la contratación de ingenieros y la inversión en telemática para facilitar la producción de vehículos conectados a internet.
En los últimos años, los fabricantes de componentes han debido adaptar sus chasis, frenos, neumáticos y motores para ayudar a las marcas a satisfacer la demanda de automóviles más cómodos, eficientes y seguros. Ahora tienen un nuevo reto por delante: el vehículo conectado.
Google y Apple están presionando a la industria para que dentro de pocos años las carreteras estén llenas de coches que sean capaces de conducirse solos. El interés de Silicon Valley no es gratuito. Cuando ese día llegue y el piloto no tenga necesidad de coger el timón para llevar el vehículo, miles de aplicaciones móviles estarán listas para ocupar su tiempo.
“El tablero se va a convertir en la tercera pantalla, después del ordenador y el smartphone”, comenta Manuel Díaz, socio responsable de automoción de PwC.
Los fabricantes de automóviles son conscientes de la nueva demanda de servicios que creará el vehículo autónomo y, en paralelo a su desarrollo, están lanzando modelos que ya incorporan sistemas de conexión a internet.
Según la asociación de empresas de publicidad IAB Spain, de las 54 marcas que venden turismos en España, 21 ofrecen sistemas de conectividad que integran web, apps, llamada de emergencia automática y asistentes vocales, entre otras funciones.
En este nuevo escenario, los proveedores de componentes deberán escoger entre limitarse a facilitar la transición técnica hacia la era del coche autónomo desde su rol de fabricantes de piezas y estructuras, o entrar en el negocio del software para competir por un mercado que entre 2012 y 2018 se triplicará hasta los 39.000 millones de euros, de acuerdo con la consultora británica SBD.
Ficosa, fabricante catalán de espejos retrovisores, cambios de marcha y otros sistemas, se planteó esta cuestión hace un tiempo. En 2005 creó la unidad de negocio de comunicaciones avanzadas para el desarrollo de antenas y productos telemáticos.
El área empezó con unas ventas anuales de 500.000 euros, pero actualmente rebasa los 30 millones. “La previsión para los próximos años es superar los 100 millones por año”, dice Joan Palacin, director de la unidad.
El departamento cuenta con un equipo de más de 150 personas, entre ingenieros de telecomunicaciones, informáticos, electrónicos, industriales, matemáticos y físicos, que están trabajando en proyectos como el presentado en la última edición del Mobile World Congress: un sistema que permite que todos los pasajeros dispongan de internet de manera simultánea e independiente del dispositivo o tecnología que estén usando.
“Actualmente estamos en las primeras fases de desarrollo y esperamos que esté en el mercado en los próximos años. El objetivo es que esté disponible en un amplio rango de vehículos de varios fabricantes”, precisa Palacin.
Dos años antes, en el mismo evento, Ficosa lanzó en sociedad con Oberthur Technologies, grupo francés especializado en seguridad informática, un sistema de configuración remota de tarjetas SIM para automóviles. El sistema permite a los usuarios de los coches conectados cambiar de operador de telefonía sin tener que cambiar físicamente la tarjeta SIM instalada en el vehículo.
El grupo está validando el sistema con los fabricantes de tarjetas telefónicas, las operadoras y los fabricantes de automóviles, y prevé que entre en producción el próximo año para varios modelos.
Según Sernauto, en 2013 el sector de componentes invirtió en I+D unos 785 millones de euros, el doble que sus clientes, los fabricantes de coches.
La asociación de empresas auxiliares no dispone de datos sobre el porcentaje de ese total que la industria destina a software y aplicaciones, pero asegura que los automóviles incluyen cada vez más sensores y componentes electrónicos que recogen toda la información de lo que sucede dentro y fuera del mismo con el objetivo de que pueda ser utilizada por los sistemas de asistencia a la conducción.
“Por tomar un referente, el número de ingenieros electrónicos y de informática que trabajan en el sector se ha multiplicado en los últimos años”, señala Cecilia Medina, responsable de I+D de Sernauto, quien opina que la inversión de la industria en software, hardware y aplicaciones crecerá a medida que aumente el valor añadido de estos componentes dentro del vehículo, que se estima supere el 40% del total en 2020.
A nivel de desarrollo, Palacin explica que el auto conectado supone un aumento importante en la complejidad de los componentes. “Por un lado, nuestros productos interaccionan con muchas de las unidades electrónicas del vehículo y, por otro, tenemos que conectarlo con múltiples elementos externos: redes de telefonía, GPS, conexión wifi y bluetooth con otros dispositivos o red doméstica, comunicación con otros vehículos y con la infraestructura de la carretera (semáforos y centros de atención de llamadas de emergencia, por ejemplo)”, explica.
A nivel de fabricación, añade, las plantas tendrán que estar preparadas para poder montar componentes más sofisticados y ser capaces de implementar los controles de calidad que estos nuevos productos requieren.
Díaz, de PwC, sostiene que con la salida al mercado del vehículo autónomo, la relación entre marcas y consumidores va a cambiar “y los proveedores tendrán que acompañar a las marcas en ese cambio, como lo han hecho siempre”. Pero en cualquier caso, mantiene, “el reto tecnológico no es diferente al que en su momento supuso meter el ABS [sistema que permite frenar de golpe sin perder la dirección]”.
Rivales tecnológicos
Las empresas españolas de componentes pueden escoger entre seguir la estrategia de Ficosa e invertir en telemática o dejar el mercado en manos de compañías procedentes del mundo de la tecnología como la californiana Nvidia.
Esta empresa inventó en 1992 la unidad de procesamiento de gráficos (GPU), que ha servido de base para el desarrollo de los actuales sistemas de visualización de ordenadores personales y dispositivos móviles. A partir de esta tecnología, el grupo ha desarrollado aplicaciones para múltiples industrias, entre ellas el cine, los videojuegos, el diagnóstico por imágenes y la automoción.
En una conferencia tecnológica celebrada en marzo pasado en San José, California, la compañía presentó el Drive CX, un ordenador extremadamente potente que permitirá controlar todas las pantallas que incorporarán los coches del futuro y toda la información que manejarán: sistemas de navegación e infotainment en 3D, cuadros de instrumentos digitales de alta resolución, sistemas de reconocimiento de voz, el procesamiento de imágenes de ayuda a la conducción...
“A medida que el ordenador de los vehículos se vuelva más complejo, los fabricantes necesitarán una solución que les permita sacar los productos al mercado en menos tiempo y con el menor coste posible. El Drive CX es esa solución”, sostiene un portavoz del grupo.
Nvidia colabora actualmente con marcas como Volkswagen, Seat, Audi, Honda, Tesla, Mini, Aston Martin, Fiat y Citroen.
El dato
39.000 millones de euros moverá el mercado del vehículo conectado en 2018, el triple que los 13.000 millones de 2012, según la consultora británica SBD.