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Turismo en México

Clavados y cocodrilos en Acapulco

El puerto mexicano busca recuperar la confianza del turista internacional ante la ola de violencia que sacude al estado de Guerrero.

El acantilado de La Quebrada es lo más visitado de Acapulco.
El acantilado de La Quebrada es lo más visitado de Acapulco.

Los años cincuenta fueron tiempos felices en la ciudad de Acapulco de Juárez. Tras la Segunda Guerra Mundial, los americanos, ansiosos por buscar un paraje tranquilo, encontraron aquí un clima privilegiado todo el año, un entorno tropical con largas playas de arena fina que separaban la selva de las aguas del Pacífico y donde la gente era tan cercana como amable. No es de extrañar que grandes celebridades del cine o políticos vieran este lugar como un paraíso.

Desde la llegada de los americanos, la ciudad empezó a cobrar popularidad internacional como destino obligado de sol y playa, al que acompaña una más que sugerente oferta hotelera, de restauración y de vida nocturna.

A pesar de ello, hoy, Acapulco ha perdido un poco ese tirón turístico internacional a causa de la violencia que asola el estado de Guerrero, aunque es cierto que sigue situado entre los lugares más visitados del país. De cualquier manera, tanto la ciudad como el estado ofrecen una serie de atractivos que ya sea mexicano, norteamericano o europeo merece la pena vivir.

La ciudad está dividida en tres zonas. En el Acapulco Dorado se encuentran los principales teatros y clubes de la ciudad y está lleno de turistas; en Punta Diamante, si lo que quiere es relajarse en un resort a pie de playa en una lujosa zona entre campos de golf, ha llegado a su sitio; sin embargo, le proponemos que si de verdad quiere conocer la ciudad, recorra la avenida costera Miguel Alemán, paralela a las playas y a la hilera de hoteles.

Perderse por el Acapulco tradicional significa visitar las diversas plazas, monumentos y restaurantes típicos y, por qué no, disfrutar de un baño de mar y sol en la Playa Hornos.

Al final del paseo se encuentra una fortificación, hoy convertida en museo histórico. Se trata del Fuerte de San Diego, el baluarte más importante del Pacífico en la época colonial.

Conozca la cultura e historia del lugar a través de sus 13 salas de exposición con mapas, gráficos y reliquias. Además, este magnífico bastión es un lugar privilegiado para disfrutar de la vista de toda la bahía.

Si el símbolo de Roma es el Coliseo, el de Acapulco es, sin duda, La Quebrada. Quizás no le suene mucho este lugar. En cambio, seguro que si le hablan de un grupo de valientes que se lanzan desde lo alto de un acantilado al mar haciendo piruetas, lo conocerá. Pues bien, esos osados son los clavadistas y La Quebrada es su santuario, su lugar de origen. Este despeñadero de 45 metros de altura es una de las mayores atracciones de Acapulco desde 1934, cuando comenzó a realizarse esta práctica.

Cuentan los propios clavadistas que esta tradición la han heredado de generación en generación y que tuvo su origen en un grupo de pescadores que, debido a la carestía de los anzuelos que empleaban, debían lanzarse al agua para recuperarlos, una vez se enredaban. No tardaron en comenzar a retarse unos a otros para ver quién se lanzaba más alto y así nació esta tradición y deporte que desde sus inicios atrajo a muchos curiosos por su peligro y complejidad.

Aunque La Quebrada sea lo más destacado, Acapulco tiene mucho más. En la Isla de Roqueta, por ejemplo, se puede visitar la Virgen de los Mares, sumergida a pocos metros de profundidad. Puede verla en barco o bien buceando, si se atreve.

Cocodrilario de Playa Linda.
Cocodrilario de Playa Linda.

La ciudad siempre ha sido símbolo de toda la nación, por ello es la sede original del Tianguis Turístico. Este evento se organiza desde hace años para promocionar el patrimonio en este ámbito del país a través de la representación de todos sus estados. Este año ha vuelto a Acapulco, su lugar de origen, con excelentes resultados.

No muy lejos de esta población, al norte, en el mismo estado de Guerrero, se encuentra un lugar que, ya que se viaja a Acapulco, merece la pena conocer. Hablamos de Zihuatanejo, un pequeño pueblo de pescadores que, a pesar del asedio turístico que sufre toda la región, aún conserva el estilo de vida mexicano.

Antes de llegar por carretera, deténgase en el Cocodrilario de Ixtapa, a orillas de Playa Linda. Se trata de un espacio natural con decenas de cocodrilos de hasta seis metros de largo que se pueden ver muy de cerca. Pero no tema, Tamakun, empleado del ayuntamiento que lleva décadas a cargo de estos animales, asegura que son totalmente inofensivos.

Una vez en Zihuatanejo verá que la pesca no es solo el principal sustento junto con el turismo, sino que conforma su estilo de vida. A diferencia de Ixtapa, su pueblo hermano, creado precisamente para satisfacer la llegada masiva de visitantes norteamericanos, Zihuatanejo es tranquilo y relajado.

Al pasear por sus calles, repletas de tiendas de artesanía local, puestos de fruta e incluso alguna que otra mezcalería, se aprecia que aunque el turismo suba o baje, la gente no cambia. Merece la pena pararse a hablar con algún lugareño. Su cercanía, amabilidad y calidez asombran entre tanto bullicio turístico. En Zihuatanejo la gente es, sin duda, otro de los grandes encantos de esta región.

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