_
_
_
_
_
Celebrada la final del Jessup Moot Court Competition

De la facultad al ‘juicio’ real

Los cinco integrantes de Esade participarán en la final que se celebrará en Washington Este tipo de torneo, muy popular en EE UU, apenas tienen concurrencia en España

Thinkstock
Manuel G. Pascual

Una de las grandes críticas que suele recibir el sistema educativo es su falta de conexión con el entorno laboral. Los contenidos de las licenciaturas son eminentemente teóricos, con contadas excepciones. Y eso luego pesa en el currículo de los estudiantes, que tardan meses (o años) en adquirir la experiencia que se les exige en las entrevistas de trabajo cuando abandonan la facultad.

De la argumentación a la exposición

“Más argumentos no os voy a poder conseguir, porque ya los hemos exprimido. Pero si necesitáis cualquier ayuda en materiales o lo que sea, avisadnos”. Así felicitó Alejandro Bastida, uno de los integrantes del equipo de la Universidad Carlos III, a Adrián Moliner, su contraparte del conjunto de Esade (que defenderá a España en la gran final de Washington). Esta afirmación es indicativa del trabajo que tiene detrás participar en esta competición. Tanto han revisado y estudiado el caso que se lo saben de memoria. “La gracia del torneo es que participamos estudiantes de todo el mundo trabajando sobre un mismo caso. Seguro que todos manejamos los mismos argumentos, así que la clave está en la forma de exponerlos”, opina Jordi Tomás, estudiante también de último año de Derecho en Esade.

Si la parte técnica del trabajo ya la tienen tan avanzada, ¿qué les queda por hacer hasta la final? “Tenemos que trabajar más en la fluidez del discurso”, dice Moliner, que fue elegido el segundo mejor orador de la competición (el primer premio recayó en Ángela Gamonal, de la Universidad Carlos III, dueña de un impecable acento americano, pese a ser natural de Oviedo).

El modus operandi de este equipo es elegir el día antes con una moneda quiénes de los cinco integrantes van a ser los speakers. Todos deben estar preparados. “Te tienes que saber bien los argumentos a favor y en contra del caso. Es divertido porque, cuando dominas uno de los dos, se trata de destrozar tú mismo lo mejor que sepas ese trabajo”, dice Bastida.

La primera ronda de la competición fue escrita. Cada equipo tuvo que presentar un memorial, la prueba forense del caso. Luego empezaron las rondas orales. Cuatro hasta llegar a la final. Al equipo de Esade le quedan cuatro más para llegar a la gran final.

De ahí que la celebración de competiciones de tribunales ficticios (lo que los anglosajones llaman moot court) sea tan importante para el mundo de la abogacía. Los jóvenes que participan en estos certámenes, de forma desinteresada y sin compensación curricular en forma de créditos, viven una experiencia que la mayoría de sus compañeros de facultad no adquirirán hasta que salgan al mercado laboral. Preparan casos durante meses. Los estudian, desmenuzan y defienden, tanto de forma escrita como oral. En inglés y ante tribunales compuestos por jueces, académicos y abogados.

El caso de este año se centra en la secesión de una provincia imaginaria de una nación también inventada y su anexión a otra. En la descripción de los antecedentes se mezclan el despliegue de tropas armadas e intereses económicos, además de cuestiones políticas como la existencia de minorías étnicas. Está basado en el conflicto de Crimea y su anexión a Rusia, seguramente el más relevante del pasado ejercicio en materia de derecho internacional.

“Los estudiantes que hemos visto estos días aceptan formar parte de un concurso que requiere de mucho esfuerzo. Como ellos, son los abogados jóvenes que luego vemos en las grandes firmas”, opina Jesús María de Alfonso, presidente del Tribunal Arbitral de Barcelona. El viernes cambió sus tareas habituales por la presidencia de la mesa que evaluó la final española del Jessup Moot Court Competition. Se trata del torneo más antiguo y prestigioso del mundo en derecho internacional. La de este año es la edición número 56, la sexta en la que participa España. En la competición participan 550 escuelas de derecho de todo el mundo.

Cada uno de los 80 países con representación enviará a un equipo a la gran final, que se disputará esta primavera en Washington. La eliminatoria española se disputó el viernes en las instalaciones de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira en Barcelona. Participaron seis equipos de toda España (Esade, Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Carlos III, Universidad de Navarra, Universitat Autònoma de Barcelona y Universitat de Barcelona).

En la final se batieron los equipos de la Universidad Carlos III y de Esade. Se impusieron estos últimos –compuesto por los alumnos Inés Losada, Adrián Moliner, María Darder, Jordi Tomás y Juan Ventosa–, si bien el tribunal alabó el alto nivel mostrado por ambos conjuntos. “Para elegir al ganador de cada ronda se tienen en cuenta dos cuestiones. De un lado, el fondo de su argumentación: si está bien preparado, se cita los artículos adecuados, etcétera”, apunta Enric Picanyol, socio sénior del despacho Cuatrecasas Gonçalvez Pereira e impulsor de la práctica internacional de este bufete. “Y también se valora la brillantez de la puesta en escena. Exponer de forma clara y convincente las conclusiones es una parte muy importante de nuestro trabajo”, explica este jurista, que se ha encargado de coordinar la celebración de la parte española de esta competición desde que aterrizó en la Península.

La puesta en escena trata de ser lo más fiel posible al desarrollo de una sesión en la corte real. Los tiempos de cada parte están medidos y los miembros del tribunal tienen la libertad de interrumpir a los letrados cuando lo consideren oportuno. Estos deben ser capaces de argumentar sus respuestas e integrarlas en su discurso. Y, finalizada las exposiciones iniciales, vienen las réplicas. Siempre en inglés. “Ser sintéticos en la exposición y escuchar atentamente a los colegas es fundamental para ganar la competición. Y también lo será luego en sus carreras”, opina Almudena Carneros, asociada de Cuatrecasas y encargada de que el desarrollo del torneo discurra de acuerdo con los estándares marcados por la International Law Students Association (ILSA), organizador del Jessup Moot Court.

Tras escuchar las exposiciones de los dos equipos en defensa y en contra de la secesión de Agnostica del Este de la República Federal de Agnostica, y viceversa, queda claro que no faltan argumentos para ninguna de las dos posiciones. El secreto está en saberlos sacar a relucir de forma certera. Eso se aprende practicando. Los finalistas del Jessup Moot Court Competition tuvieron que debatir el caso midiéndose al resto de equipos en cuatro ocasiones hasta llegar a la sesión decisiva. Así que algo de experiencia empiezan a atesorar.

Ahora queda ver qué pasará en la gran final que se celebrará la próxima primavera en Washington.

El empeño de unos profesores

Los seis equipos españoles que han participado en la competición llevan trabajando en el caso desde septiembre del año pasado. En sus ratos libres, porque se trata de una actividad ajena al programa lectivo. Paola Chamorro, la coach del equipo de la Universidad Carlos III, se queja de que ni siquiera les han facilitado un espacio dentro del campus en el que reunirse y trabajar, cosa que han hecho una o dos veces a la semana durante cinco meses.

Enric Picanyol, socio de Cuatrecasas, reconoce que el éxito o fracaso de la participación en el citado certamen depende del voluntarismo de los profesores de las distintas facultades. “Tienen muchas obligaciones, tanto de docencia como del ejercicio profesional. Sacar tiempo para este tipo de actividad no está al alcance de todo el mundo”, apunta.

Y confía en que este tipo de competiciones, muy implantadas en Estados Unidos, lleguen algún día a popularizarse en España.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

Archivado En

_
_