¿Si le falta el móvil siente ansiedad?
Más del 30% de la población sufre tecnoestrés por apego a teléfonos y tabletas
Apague el móvil durante un fin de semana. ¿Siente ansiedad? Salga de casa sin su smartphone. ¿Necesita volver a por el aparato a casa? Si las dos respuestas son afirmativas, tal vez esté sufriendo una dependencia a la tecnología, conocida como tecnoestrés, que perjudica su salud y le puede encaminar a una adicción.
No existen estudios concluyentes de a cuántas personas afecta, pero sí algunas pistas. El 65% de los estadounidenses, por ejemplo, asegura no poder vivir sin internet y un 18% se confiesa adicto a la red, según un estudio publicado en Nature. “Cada vez se dedica más tiempo a las tecnologías, bien en el ámbito laboral o en casa. El ordenador, las tablets o el móvil forman parte de nuestra vida cotidiana. El problema llega cuando el abuso de estos dispositivos causa patologías físicas o psicológicas”, cuenta Carlos Martínez, director general de la escuela de negocios IMF Formación y experto en prevención de riesgos laborales. “No se le da la importancia que tiene. La gente no se concentra en las reuniones porque miran los mensajes de WhatsApp y nos perdemos cosas interesantes de nuestra vida por obsesionarnos con las redes”, lamenta.
Explica que los trastornos más comunes son las lesiones muscoloesqueléticas por estar pendientes de los dispositivos, gastrointestinales y trastornos del sueño, además de falta de concentración. “Dejamos el móvil en la mesilla de noche y sentimos la necesidad de mirar la pantalla, aunque sean las tres de la madrugada. Además, la luz de la pantalla no nos permite conciliar el sueño”.
Coincide con él José María Martínez Selva, catedrático de Psicobiología de la Universidad de Murcia y autor del libro Tecnoestrés (editorial Planeta). “La onda corta que emiten las pantallas de estos dispositivos retrasa la aparición del sueño”, expone. Este experto hace una distinción entre los dependientes, que suponen entre el 30% y el 50% de la población, según explica, y los adictos, que representan del 6% al 10% de los casos. “El dependiente es quien lo pasa mal si no está conectado o no tiene su dispositivo. Desgraciadamente, todos vamos por el camino de ser tecnodependientes”, asegura.
“Esta dependencia nos limita como personas. Nos hace menos libres”, señala el profesor Martínez Selva, quien avanza que un estudio realizado por Cisco en EE UU destaca que las jornadas se alargan en casa entre dos y tres horas para el 45% de los empleados. “Es algo que afecta a muchos trabajadores, que están pendientes de su móvil toda la noche por trabajo”, añade. En el caso de la situación más grave, aclara Martínez Selva, se alcanza una adicción: “Si no se está conectado, se llega a la irritabilidad y a la agresividad. Se produce un aislamiento social. Es el típico caso del ludópata que antes buscaba salas de juego y ahora lo tiene en el ordenador. O el adicto al sexo, que ya no paga por sexo porque lo tiene en casa en la pantalla. Se produce una pérdida de control”.
Pero hay diferentes grados. Si tiene que volver a casa a por el móvil sabiendo que no va a recibir una llamada urgente, tal vez sea solo un dependiente. Sin embargo, en el caso del adicto, la falta de tecnología le causa la pérdida de control, irritabilidad, pérdida de apetito, de sueño y una desconexión del entorno social y laboral.
En un estudio de la Universidad de Ámsterdam, el investigador Jan Popma destaca que al 50% de los trabajadores el ritmo de trabajo no se lo imponen las personas, sino las tecnologías. “Muchas personas están en una fase de desarrollo de tecnoestrés, aunque no sabemos cuántas bajas laborales se producen al año por esta razón. Las razones psicológicas como ansiedad, estrés o depresión ya son la segunda causa”, advierte Emilio González, técnico de prevención de riesgos laborales de UGT. Este especialista detalla que el tecnoestrés produce ansiedad, depresión, cefaleas y aislamiento social, y advierte de que también afecta a los niños y jóvenes, por ejemplo, debido a los videojuegos, “ya que imitan las conductas de los mayores”. Además, en un informe del Observatorio Permanente de Riesgos Psicosociales de este sindicato, se recoge que otro de los efectos es la fatiga mental y cognitiva por los excesivos estímulos tecnológicos e incluso por la sobreinformación.
Recomendaciones
¿Y cómo nos enfrentamos al tecnoestrés? “Debemos pautarnos el uso del móvil. Dejarlo apartado en reuniones, cuando se está con la familia o en una comida con amigos. El correo se puede contestar un par de veces por la mañana y otras dos por la tarde. Tampoco debemos dejar los aparatos en la mesilla de noche”, aconseja Martínez, de IMF.
El profesor Martínez Selva, por su parte, recomienda hacer desconexiones a diario, de una o dos horas, incluso del fin de semana completo. “No va a ocurrir nada por tener apagado el móvil”, comenta. También sugiere “la desconexión activa”, es decir, hacer deporte, leer o pasear. Otro de sus consejos pasa por limitar el uso de WhatsApp, silenciando, por ejemplo, los grupos, y utilizar vías más tradicionales de comunicación: “Hay que hablar más cara a cara y volver a llamar por teléfono más a menudo”.
A su vez, el especialista de UGT también propone hacer el sano ejercicio diario de permanecer varias horas al día sin estar pendiente de redes sociales ni de los dispositivos que nos atrapan.