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Desecha el modelo actual y confía en el creador del iPod para resucitar el producto

Google pincha con sus Google Glass y da un giro al proyecto

Sergey Brin, cofundador de Google, con las gafas inteligentes de la compañía.
Sergey Brin, cofundador de Google, con las gafas inteligentes de la compañía. Efe

A la segunda irá la vencida. O eso parece pensar Google, que el pasado jueves anunció que detiene la producción de sus famosas Google Glass, las gafas inteligentes que la compañía planeaba lanzar al mercado de forma masiva en el segundo semestre de 2014. No es que el gigante de internet dé por finalizado el proyecto, simplemente ha decidido darle un giro al producto, en el que trabaja desde 2011 e hizo público en mayo de 2012. El alto precio de las gafas (solo disponibles para desarrolladores por 1.500 dólares), su estética poco glamurosa y los problemas de privacidad y seguridad (su uso fue prohibido en muchos bares y restaurantes) han sido desde el principio trabas para el éxito de este producto, el primero de su categoría en ver la luza en la nueva era de la tecnología vestible. Un terreno donde, de momento, los relojes inteligentes parecen haber tenido mejor acogida.

El gigante de internet ha anunciado que las gafas abandonan el laboratorio de proyectos especiales (Google X) de la compañía, una división capitaneada por el cofundador de Google, Sergey Brin, para pasar a formar parte de otra unidad de gadgets al frente de la cual está Tony Fadell, conocido y venerado por ser el creador del exitoso iPod de Apple. Y también por ser cofundador de la empresa de domótica Nest Labs, adquirida en 2014 por Google por 3.200 millones de dólares (su segunda mayor compra tras Motorola), para tomar posiciones en el prometedor internet de las cosas.

Google quiere dar una imagen optimista de la decisión: dejará de vender la versión prototipo de sus gafas este lunes, 19 de enero, pero seguirá trabajando en perfeccionar el dispositivo para lanzar un modelo comercial en el futuro. Así, la compañía de Mountain View pone fin al programa Glass Explorer que durante dos años ha permitido conocer la opinión de los varios miles de personas que han probado las gafas interactivas e incorporar los cambios sugeridos. La firma confía en crear un producto de consumo, pero esta vez no se ha atrevido a dar plazos para ello, aunque la compañía Luxottica (propietaria de la marca Ray Ban, entre otras), con la que Google cerró un acuerdo en marzo de 2014, asegura que las gafas estarán en la calle este año. Igualmente. También The Wall Street Journal ha avanzado que Intel proveerá el chip de las nuevas gafas (las actuales llevaban procesador de Qualmcomm).

De concepto a realidad

Las Google Glass –que llevan una pequeña pantalla en el lado derecho sobre la que se proyecta información y permiten navegar por internet, grabar vídeo y tomar fotos– lograron desatar un gran entusiasmo inicial entre quienes la probaron, pero esta primera sensación se torno pasado un tiempo en desilusión, pues muchas personas se quejaron de que el producto no evolucionaba en la dirección prometida por Google. Además, el número de aplicaciones disponibles para el equipo es aún pequeño pese al tiempo que lleva el proyecto en marcha, y la mayoría de usuarios no está dispuesto a pagar más de 400 dólares por las gafas, según algunos estudios de mercado.

Aunque Google no ha admitido claramente que las Google Glass hayan sido un fracaso y aseguran en una nota que están "deseando avanzar para que deje de ser un concepto y pase a ser una realidad", los expertos sí lo sostienen. Al menos en lo que se refiere a su encarnación actual.

Ahora la cuestión es ver si el padre del iPod es capaz de salvar a las Google Glass. Una tarea que se complica, pues el escenario ha cambiado y Google ya no está sola en este empeño. En la recta final de 2014 varias empresas como Seiko Epson, Toshiba, Samsung, Konica Minolta y JiNS han presentado sus propios modelos. El reto parece estar en ser capaz de integrar discretamente la tecnología en el diseño de la gafa, y que el usuario “no se vea como un tonto con ellas”, como dice la BBC. La compañía también podría hacer otro guiño interesante y, según se rumorea, podría rebajar el precio final del producto hasta los 600 dólares.

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