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Los dueños de la Bolsa española

Getty Images

Inversores extranjeros, familias y empresas no financieras aglutinan en torno al 85% de la totalidad de la Bolsa. El resto se reparte entre bancos y cajas (5,1%, en mínimos históricos y muy lejos del 15% de los años noventa); compañías de seguros (2,4%), Administraciones públicas (2,3% frente al 0,5% de hace un año) y entidades de inversión colectiva (5%).

Los datos muestran que su participación y peso ha variado de forma notable durante los últimos ejercicios, como reflejo del impacto de la crisis y la reestructuración del sistema financiero español. Los inversores no residentes mantienen en 2014 su papel hegemónico como propietarios de los títulos de las cotizadas nacionales, con un 41,5% de ellos, el nivel más alto de la historia, casi cinco puntos por encima que en 2007 (36,8%) y más del doble que en el conjunto de la Unión Europea, según el Informe de Mercado 2014 realizado por Bolsas y Mercados Españoles (BME).

Una inyección de capital foráneo en el parqué que se ha mantenido por encima del 30% en las dos últimas décadas y que pone de manifiesto la integración de la economía y del mercado español en el ámbito internacional. Todo hace indicar que continuará al alza. “Las previsiones de crecimiento para nuestra economía en 2015 y el hecho de que el Ibex cuente con empresas muy interesantes que ofrecen grandes oportunidades otorgan un potencial al mercado español superior al de la media de Bolsas europeas”, esgrime Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG Markets.

Aún más espectacular ha sido el renovado interés de los hogares españoles por las acciones. Su peso en la propiedad de las cotizadas se acerca al 27%, por valor de 183.387 millones de euros, un 48% más que un año antes y un 9,4% del total de activos financieros de las familias, de acuerdo a los datos publicados por el Banco de España. Tras aumentar seis puntos en los dos últimos ejercicios, el nivel de participación de las familias en la renta variable es el más elevado en 11 años, desde el 26% cosechado en 2003.

Los hogares españoles poseen el 27% de las cotizadas, la participación más alta de los últimos 11 años

El desembarco de los pequeños inversores en el parqué responde a múltiples razones. Entre otras, la búsqueda de una rentabilidad que empiezan a negar otros destinos tradicionales del ahorro familiar. “Una búsqueda que de alguna forma ha sido forzada por la actuación de los bancos centrales. Es la llamada represión financiera: el Banco Central Europeo (BCE), con sus políticas de tasas de interés prácticamente nulas, está casi obligando a los tradicionales ahorradores a pasarse al bando de los inversores si quieren obtener algo de rentabilidad con su dinero”, opina Fernando Luque, editor de la firma de análisis Morningstar en España.

También explican este hecho la pérdida de atractivo de la inversión inmobiliaria –refugio clásico del ahorro en nuestro país– o las generosas políticas de retribución al accionista de las cotizadas. Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank, afirma: “Hace que la Bolsa española sea considerada por muchos como una alternativa a la renta fija”.

Los dividendos de las compañías alcanzaron un récord de 43.500 millones de euros en 2014, un 90% más que el ejercicio previo, lo que consolidó al Ibex como el parqué europeo con mayor rentabilidad.

López-Gálvez también apunta que “los bancos cotizados muchas veces ofrecen a través de sus redes comerciales la inversión en acciones del propio banco como alternativa de inversión”. Este hecho, “junto a la adquisición de una mayor cultura financiera de la ciudadanía”, ha acercado a los particulares a la Bolsa.

La presencia de pequeños inversores en el parqué español se incrementó desde 2012 cuando grandes valores como Santander, Telefónica, Repsol o Iberdrola pusieron en marcha de manera masiva los programas de scrip dividend o dividendo elección. Así, una mayoría de accionistas recibió acciones en vez de cobrar el dividendo en efectivo.

El doble que en la Unión Europea

La participación de las familias españolas en las compañías cotizadas se eleva a más del doble que en el conjunto de la Unión Europea. El 27% del caso español contrasta con la participación de los hogares europeos en la propiedad de las acciones, que se reduce al 11% de media y se ha mantenido estable desde 2008. Un porcentaje superior en más de 15 puntos al francés o inglés (11%) y que casi triplica al de los particulares alemanes (9%).

Se trata de una estadística de compleja explicación entre los analistas. “Quizá se deba a que en otros países europeos haya una mayor concienciación en el ahorro a largo plazo a través de mecanismos de previsión social y planes de pensiones en detrimento de la operativa directa en Bolsa”, reflexiona López-Gálvez.

La preferencia de los inversores por la renta variable española se pone de manifiesto también con el aumento del volumen de contratación y del número de operaciones registradas desde mediados de 2012 en el parqué. Un crecimiento que se ha visto apoyado por las numerosas salidas a Bolsa, la presencia del sector inmobiliario a través de las nuevas sociedades de inversión denominadas Socimi o la popularidad de productos cotizados como los ETF.

La Bolsa experimentó un crecimiento en la negociación de acciones líder en Europa a lo largo del pasado año. “El número de importes negociados, con casi 71 millones de operaciones de compraventa en productos de renta variable hasta noviembre –un 46% superior al anotado hasta la misma fecha de 2013–, se situó como el más alto de la historia de la Bolsa española”, remarca Domingo García Coto, director del servicio de estudios de BME.

Con las familias y los no residentes como principales animadores, “el volumen de contratación ha superado los 880.000 millones de euros y sube un 26% respecto a 2013, por encima de los principales mercados europeos”, concluye Coto.

Las cotizadas españolas, fuertemente castigadas durante la crisis de deuda de la periferia europea, recuperaron su atractivo a mediados de 2012 gracias al apoyo del BCE. La Bolsa nacional volvía a situarse en el foco de los inversores. Así, el Ibex (el indicador que aglutina a los principales valores), que cerró 2014 con una revalorización del 3,66%, acumula un alza del 80% desde los mínimos marcados durante la crisis hace dos años y medio.

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