El belén viviente, tradición y reclamo turístico
Pueblos de España e Italia escenifican cada Navidad su particular Nacimiento de Jesús. Para ellos es una costumbre y un estímulo económico.
El casco histórico muchos pueblos y ciudades de la Península se convierte, cada Navidad, en el escenario perfecto para representar el Nacimiento de Jesús. Los belenes vivientes son una buena muestra de cómo el espíritu navideño se apodera de la gente de la zona, que no duda en caracterizarse y escenificar pasajes bíblicos soportando, en ocasiones, mal tiempo y bajas temperaturas. No solo por el componente tradicional y religioso; los ayuntamientos entienden esta práctica como un reclamo turístico esencial en estas fechas. Además de en España, esta costumbre está muy arraigada en Italia, donde, precisamente, se atribuye su origen.
En la región de Umbría, en la población de Greccio, se representó por primera vez la escena del Nacimiento de Jesús en el pesebre. Tuvo lugar la noche del 25 de diciembre de 1223 y frente al portal se oficiaba al tiempo una misa. Los expertos atribuyen a San Francisco de Asís la autoría de este acontecimiento, con permiso del papa Honorio III. Los franciscanos, dominicos y, finalmente, jesuitas se encargarían de perpetuar y difundir esta costumbre navideña que no tardaría en llegar a España.
Tanto en Italia como en nuestro país, los belenes vivientes se cuentan por decenas. Les mostramos algunos imprescindibles para visitar estas Navidades.
La conmemoración del Nacimiento de Jesús de Nazaret en el periodo navideño es una costumbre muy arraigada en toda la Península, aunque quizá tenga mayor importancia en lugares como Cataluña, Andalucía, Madrid o La Rioja.
El pesebre de Corbera de Llobregat se lleva a cabo desde hace más de 50 años, por lo que se considera el más antiguo la comunidad. Más de 200 actores toman parte en esta representación que desde el primer sábado de diciembre hasta el segundo domingo de enero llena las calles de este municipio catalán. Desde su comienzo, el belén de Corbera introdujo un aspecto novedoso: el público podía pasear libremente por todo el recorrido, mezclarse con los personajes e interactuar en la propia escena. Una narración por megáfono del texto bíblico acompaña a los espectadores durante todo el trayecto. Otra singularidad de este pesebre viviente es que evoluciona cada año incorporando nuevas escenas y aspectos.
Otro referente catalán en este ámbito es el de Les Gunyoles d’Avinyonet (Alt Penedès). Este pesebre se diferencia del resto porque se trata de una escenificación hablada con 13 cuadros que comienzan con la Anunciación de María y terminan con el Nacimiento de Jesús. Por supuesto, no podía faltar el típico personaje del caganer (cagón), de tradición catalana. Sin duda, es un espectáculo digno de ver.
En otras localidades catalanas como Brunyola, Bàscara o Tola también podemos encontrar muy buenas representaciones de la Natividad.
En Buitrago de Lozoya, la Natividad se escenifica desde 1987 y es de los más reconocidos del país. Cientos de actores representan 39 escenas de este episodio bíblico por las calles del casco antiguo y custodiados por la hermosa muralla iluminada. Otros lugares de la Comunidad de Madrid como El Berrueco o Pezuela de las Torres también son fieles a esta práctica navideña.
Andalucía, de gran tradición religiosa, no podía ser menos en belenes y por ello cuenta con algunos de los mejores exponentes; el de Arcos de la Frontera (Cádiz) es quizá el más aclamado de la comunidad, y no le faltan razones. Atrajo el pasado año a nada menos que 20.000 espectadores y es de los más antiguos, ya que data de 1971. Hay otros que no se quedan atrás, como el de Beas, en la provincia de Huelva, o el de Pozo Alcón (Jaén). La sierra de Cazorla le concede a este último un escenario ideal, con casas perdidas en la montaña o mismamente con las cuevas de Rambla del Fontanar, que acogen el portal.
Lejos, en La Rioja, también se extiende esta tradición navideña. Se celebra en varios pueblos, como Navarrete, Cenicero o Agoncillo, pero ninguno de estos belenes hace sombra al de Alcanadre. También desde 1971 se representa la Natividad en el monte Viso, cerca del pueblo, donde se localizan unas cuevas abandonadas que sirven de marco para la función. Aquí, al igual que en Corbera, también hay una voz grabada relatando los acontecimientos que se desarrollan en el castillo de Herodes o el portal de Belén.
Estos son algunos ejemplos de los lugares gran tradición belenística, aunque es cierto que existen muchos más. Son un buen ejemplo de cómo los vecinos se pueden llegar a implicar y trabajar juntos para dotar a sus pueblos de un espíritu navideño especial y, por qué no, también para estimular el turismo y la economía.
Sea creyente o no, le guste la Navidad o le traiga sin cuidado, va a encontrar en el belén viviente un buen aditivo a la visita de estas localidades medievales en estas fechas. Ideal para asistir con niños, ya que disfrutarán y aprenderán, al tiempo, no solo sobre aspectos bíblicos, también sobre tradiciones y costumbres típicas del lugar.
Los ‘presepi viventi’ de Italia
En Italia son pioneros en belenes o presepi viventi, como los conocen allí. Se reparten por todo el Estado y tienen gran número de seguidores dentro y fuera del país. Los mercados navideños, para comprar bonitas artesanías o deliciosos manjares; las tiendas, decoradas con el característico gusto italiano; los postres, como el panettone, o simplemente el propio carácter de los lugareños son otros buenos motivos para pasar unas Navidades en Italia. Si ya de por sí la Toscana es uno de los destinos más atractivos durante todo el año, en este periodo navideño lo es aún más. Tanto en Siena como en Florencia o Arezzo, los presepi viventi poseen un encanto y una tradición especial. Las calles empedradas de estas ciudades se decoran hasta el mínimo detalle y se llenan de ambiente. Por si fuera poco, la hospitalidad toscana les hará sentirse como en casa en un entorno histórico y artístico.
En la población de Sutera, en Sicilia, por ejemplo, se revive el Nacimiento desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero en el burgo medieval. La arquitectura del lugar, con callejuelas iluminadas por antorchas y hogueras, y su situación en la ladera del monte Paolino dotan a este pueblo de valor escenográfico propio.
En Matera, los belenes vivientes merecen un capítulo aparte. Este pequeño pueblo al sur de Italia, excavado en la toba volcánica y atravesado por un torrente, simplemente causa impresión al pasear por sus callejones. Basta decir que ha recibido el apelativo de “segunda Belén”, que es Patrimonio de la Unesco o que el propio Mel Gibson rodó aquí su película La pasión de Cristo.