_
_
_
_
Los grandes fondos de inversión han forzado a las empresas a mejorar sus consejos de administración

Los inversores vigilan la ética empresarial

Corbis
Carmen Sánchez-Silva

El mundo empuja hacia la responsabilidad social. Y las empresas se están viendo empujadas por este movimiento que parte de los ciudadanos como consumidores y empleados que son de unas organizaciones que están avanzando en materia de sostenibilidad a marchas forzadas.

“La crisis ha hecho un gran favor a la responsabilidad social corporativa. Los escándalos protagonizados por las empresas en los últimos seis años han deteriorado su imagen, generando una gran crisis de reputación que las organizaciones han querido combatir abandonando el viejo concepto de RSC, que dependía del departamento de marketing y comunicación y trabajaba en difundir la buena apariencia de las empresas, para introducir la ética y la sostenibilidad en el centro de su negocio.

Ahora la RSC se expresa a través de productos y servicios que son buenos para la sociedad”, explica Daniel Truran, profesor de Emprendimiento Social de EOI Business School y director general del Foro Europeo de Negocios Bahai (EBBF).

Aunque si hay un colectivo que esté presionando a las compañías en esa buena dirección, ese es el de los inversores. Y lejos de seguir un interés altruista, su comportamiento trata de garantizar la elección correcta de las compañías en que colocan su capital, porque la sostenibilidad es claramente rentable, explica José Luis Blasco, socio de Gobierno, Riesgos y Cumplimiento de KPMG en España.

Los grandes fondos han penalizado a las que no respetan los derechos humanos y laborales

Blasco asegura que, al comparar la evolución del indicador internacional de sostenibilidad más reconocido (el Dow Jones Sustainability) con los índices bursátiles europeos de referencia (el Ibex 35 español, el FTSE 100 británico y el CAC 40 francés) desde 2010 hasta 2014, “es sorprendente el nivel de rentabilidad que presentan las compañías sostenibles sobre el resto”. El DJS se ha revalorizado un 40% frente a las pérdidas del 20% del selectivo español en ese periodo.

Por eso no es de extrañar que los mayores inversores del planeta sigan muy de cerca a las empresas que practican el buen gobierno y son respetuosas con el medio ambiente y con el entorno social en que se desenvuelven sus negocios, los tres criterios que sirven de base para confeccionar los índices de sostenibilidad que evalúan a las compañías que se incluyen en ellos.

“En empresas cotizadas, como la nuestra, hay una presión muy fuerte y muy positiva de inversores y analistas socialmente responsables”, atestigua el consejero delegado de DKV Seguros, Josep Santacreu, al igual que el subdirector general de CaixaBank, Ángel Pes.

“La clave de la RSC es el buen gobierno. Y, aunque los inversores y analistas cortoplacistas no den mucho valor a las políticas responsables, los inversores institucionales y fondos de pensiones están obligando a las compañías que fluctúan en el mercado de valores a ser más transparentes y a preocuparse por su estrategia en el medio y largo plazo. Estos inversores se interesan por empresas sostenibles y es en las que ponen su dinero”, asegura Joaquín Garralda, profesor de Estrategia y RSC de IE Business School.

Garralda pone como ejemplo al gigante estadounidense Blackrock, que ha forzado a grandes compañías (entre ellas españolas) a mejorar su gobernanza separando los poderes de sus consejeros delegados y presidentes del consejo de administración e introduciendo más administradores independientes, sobre todo en las comisiones que vigilan las remuneraciones de sus cúpulas gestoras.

O al fondo de pensiones noruego, el mayor del mundo, que se ha desprendido de las acciones de Walmart al conocerse los “serios y sistemáticos” abusos de los derechos humanos y laborales que practica en algunos de los países en que opera.

ESTRATEGIA Y RIESGO

Existe un movimiento global, explica Paola Gutiérrez, responsable de Georgeson en España, líder mundial en la obtención de respuesta de accionistas o proxy solicitor en su denominación inglesa, en el cual los inversores ven la responsabilidad social como una estrategia y un riesgo que deben ser considerados, medidos y controlados por los consejos de administración, y esto se debe ver reflejado en los componentes de su retribución variable.

“España es parte de ese movimiento, donde los temas de gobierno corporativo tienen una aproximación más proactiva por parte del inversor, en tanto que los medioambientales y sociales tienen una aproximación más reactiva”. Los inversores se fijan fundamentalmente en los riesgos cibernéticos, las políticas de no discriminación y las aportaciones a partidos políticos. Pero, sobre todo, en que la responsabilidad social esté integrada en la estrategia de la empresa y dentro de su política de riesgos, añade.

En esta dirección es en torno a la que circundan las normativas que prepara el Gobierno. El Código de Buen Gobierno que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) está renovando y la Ley de Sociedades de Capital que elabora el Ministerio de Economía, en la que se recogerán los aspectos de mayor calado para la gobernanza de las compañías que hasta ahora se incluían en dicho código y eran voluntarias: el funcionamiento del consejo de administración, de las juntas de accionistas y las políticas retributivas de las firmas cotizadas.

Fuentes de la CNMV aseguran que estarán listas a la par, previsiblemente a finales de año. Y es que la crisis ha provocado desconfianza en el autogobierno de las organizaciones y está generado un refuerzo normativo que servirá para sancionar los incumplimientos que hasta ahora se pasaban por alto. Una tendencia que se impone en todo el mundo.

La importancia de la ética en los negocios se está trasladando a las todas las esferas legislativas, en gran medida por las imposiciones europeas. Así es cómo el Gobierno aprobó hace apenas un mes la Estrategia Española de Responsabilidad Social de las Empresas 2014-2020 con el fin de “apoyar el desarrollo de prácticas responsables de las organizaciones públicas y privadas para que sean un motor para la competitividad del país”. O la Ley de Transparencia o el nuevo Código Penal.

Aunque los expertos consultados opinan que más que normas, lo que hace falta es una verdadera convicción por parte de los líderes de las organizaciones empresariales de que solo mediante una gestión responsable y que responda a los intereses de la ciudadanía podrán recuperar la confianza que la sociedad les ha retirado durante la crisis.

“El debate de la RSC está directamente ligado con la legitimidad de las empresas frente a la ciudadanía. Por eso los temas primordiales en las compañías deberían ser la lucha contra el paro y contra la corrupción, que son los que más preocupan a la sociedad hoy. Porque la RSC es cómo da respuesta la empresa a las preocupaciones sociales”, explica el profesor de Ciencias Sociales de ESADE, Josep Maria Lozano.

Una contestación que, según Santacreu, no se está produciendo. “Una empresa no puede tener éxito en una sociedad fracasada. Por eso las compañías tenemos que ir más allá en todos los temas que la afectan. Las organizaciones empresariales hemos de comprometernos con una gestión honesta que evite la corrupción y expulsar a quienes tienen estas prácticas irregulares que nos perjudican a todos. También tenemos que buscar fórmulas para generar mayor contratación. Y hemos de hacerlo desde la lógica económica”.

Hasta el momento las grandes compañías españolas han creado códigos éticos, buzones de denuncias y guías con buenas prácticas anticorrupción. También han estado activas en la creación de empleo (y de empresas a través del apoyo a los emprendedores) “pero era para ayudar a quienes no formaban parte de sus propias plantillas y ahora lo tienen que hacer desde dentro. La cultura corporativa y las condiciones de trabajo tienen que formar parte de su agenda. Es el gran cambio que viene”, mantiene Lozano.

ACCIONES PARA EL EMPLEO

El profesor considera que van en esta dirección ejemplos como los de Famosa, que ha decidido implicarse con sus empleados y sus familias ofreciendo bajas incentivadas a trabajadores con 30 o 40 años de antigüedad para, a cambio, dar entrada en la empresa a sus familiares de primer o segundo grado en paro.

Estos se incorporan con contratos fijos y salarios de convenio. De momento, 30 personas han salido de la juguetera y han entrado otras tantas, explica el director de recursos humanos de Famosa, Antonio Fernández Aguado, que espera nuevos movimientos para rejuvenecer su plantilla siempre bajo “la premisa de que no se destruya empleo”.

O el caso de L’Oréal España, que ha puesto en marcha un programa llamado RRHH para los nuestros con el que asesorará a los familiares en paro de sus colaboradores para que consigan trabajo o monten su propia empresa. Esta iniciativa surge al comprobar que el 62% de los trabajadores de la firma cosmética tenía familiares en situación de desempleo y tres de cada cinco llevan más de un año buscando trabajo.

A esta formación que se prolongará durante un año se han apuntado 30 familiares de los empleados de L’Oréal. La acción se enmarca dentro de la estrategia mundial con la sostenibilidad de la multinacional francesa de cara a 2020.

Desde ahora, cada vez que L’Oréal lance un producto, mejorará su perfil medioambiental o social; difundirá información sobre los productos para que los clientes puedan tomar decisiones sostenibles, y al final de ese horizonte temporal, habrá reducido un 60% su huella ambiental y habrá cubierto la sanidad, protección social y la formación de todos sus trabajadores en el mundo.

“El compromiso de los empleados con las organizaciones está muy tocado por la crisis y es positivo intentar arreglarlo, pues es la única forma de que las organizaciones compitamos con ventaja. La ética y el ejemplo son fundamentales para recuperar ese compromiso de las plantillas. La RSC tiene que ir de dentro de la empresa hacia fuera. Estoy viendo últimamente un enfoque más hacia el interior. Es un cambio positivo”, afirma el consejero delegado de DKV, quien echa en falta, eso sí, un compromiso moral de empresarios y directivos para impulsar la transformación de la sociedad en el proceso de regeneración que vive. “Necesitamos otro tipo de liderazgo”, apoya Daniel Truran.

“Los consumidores pedimos a las empresas una forma de hacer distinta, que comienzan a responder las pequeñas y medianas empresas y los emprendedores porque las grandes compañías son más reacias a la transformación, dado que están dirigidas por personas mayores que temen el cambio. También necesitamos más liderazgo femenino, más capaz de dialogar y cooperar con los stakeholders de las empresas”, agrega el profesor de EOI.

Las empresas pantalla

Las empresas españolas salen bien paradas en la foto de la sostenibilidad. Aunque este año el índice bursátil de referencia, el Dow Jones Sustainability, cuenta con tres firmas nacionales menos que el pasado. Los cambios en sus ponderaciones han dejado fuera a pesos pesados como Telefónica, Mapfre y Red Eléctrica.

Sin embargo, de las 319 compañías internacionales que componen este indicador que sirve de guía a los inversores más preocupados por la RSC, 14 son domésticas. Y estas son, por orden alfabético: Abertis, Acciona, Amadeus, Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Enagás, Endesa, Ferrovial, Gas Natural Fenosa, Iberdrola, Inditex, Indra y Repsol.

Los analistas del DJS elaboran anualmente un ranking mundial de las empresas que mejor cumplen sus compromisos de RSC e informan de ello a sus inversores.

Aunque entre las 59 compañías que lideran este listado de RobecoSAM solo figura Gas Natural Fenosa encabezando el sector de distribución de gas, lo cierto es que entre las 818 firmas de 39 países que componen el informe, hay 20 españolas, lo que las sitúa en el cuarto lugar europeo.

Únicamente Reino Unido, con 52 empresas; Francia, con 35, y Alemania, con 25, superan los resultados nacionales, en tanto que países como Italia, Holanda, Suiza o Finlandia tienen entre 15 y 10 corporaciones en este prestigioso ranking.

España está muy bien representada en el negocio eléctrico (Iberdrola, Endesa, Acciona y Red Eléctrica); en el bancario (Banco Santander, BBVA y CaixaBank); en el de construcción (Ferrovial, ACS y FCC); en el gasista (Gas Natural y Enagás) y en el de servicios de telecomunicaciones (Amadeus e Indra). Entre las mejores compañías del mundo figuran también las españolas Mapfre, Aguas de Barcelona, Repsol, Inditex, Telefónica y Abertis.

Estados Unidos, con mucha diferencia, Reino Unido y Francia son los países que cuentan con las firmas que salen mejor paradas habitualmente tanto en los índices de inversión responsable como en los de mejores prácticas de RSC.

Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

Archivado En

_
_