“Con la iniciativa de la malaria hemos salvado un millón de vidas”
Gracias a su proyecto contra la malaria en países en desarrollo, Novartis ha entregado más de 600 millones de tratamientos sin fines de lucro. Reconoce que en muchas ocasiones la industria farmacéutica incide en una patología cuando llega a Occidente, como ha ocurrido con el ébola
Novartis ha ganado este año el Premio Cinco Días a la mejor acción de responsabilidad social empresarial por su iniciativa contra la malaria. Ya ha entregado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) 600 millones de tratamientos contra esta patología y 100 millones con la formulación pediátrica el año pasado. Jesús Acebillo (Huesca, 1954) preside la compañía en España desde hace 14 años, pero también ha estado involucrado a nivel internacional en este proyecto.
Pregunta. ¿Por qué invierte Novartis en esta iniciativa?
respuesta. Si queremos ser solidarios, debemos hacer cosas que a la gente le preocupe respecto a los fármacos, como llevar medicamentos a áreas desfavorecidas y evitar el desajuste respecto a las enfermedades en las que se investiga. Hay un gap, porque la mayoría de la investigación se dirige a los países ricos y no al Tercer Mundo, donde está la mayoría de los pacientes. Novartis ha tenido un enfoque en esas dos áreas: en enfermedades tropicales de alta prevalencia en países en desarrollo, y en el acceso a fármacos en cuatro patologías clave: lepra, tuberculosis, malaria y algunos tipos de cáncer. El esfuerzo en responsabilidad social corporativa es 2.000 millones de dólares al año, que representa el 3% de la facturación, y benefician a 100 millones de personas al año. Hemos sido también pioneros al abrir en Singapur, en 2004, el centro de enfermedades tropicales.
P. ¿Por qué apostaron por el programa de malaria?
r. El antecedente histórico fue el acuerdo de colaboración de Novartis con el Instituto de Medicina Tradicional China. Pusimos nuestras técnicas farmacológicas para ver qué había detrás de estos remedios tradicionales, si había alguna propiedad concreta que se pudiera cuantificar. De esta investigación hubo un hecho que nos sorprendió. Los extractos de artemisia se utilizan en la cultura china para bajar la fiebre y cuando lo analizamos, vimos que en realidad tenía un efecto antipalúdico. Lo que ocurría es que en el sur de China la fiebre era equivalente a malaria. Daban artemisia para bajar la fiebre pero lo que hacían era tratar la malaria. Hicimos una alianza. De ahí surgió el primer producto farmacológico patentado en China. Ese producto, Coartem, ha demostrado ser enormemente eficaz, con curación de más del 95%, lo que le confirió ser un producto de referencia para la OMS. Así que nos comprometimos con la OMS a dar el producto que se necesitara a costo, sin beneficio. En principio parecía fácil, pero fue tremendamente complicado.
"Tendremos soluciones contra el ébola en uno o dos años”
P. ¿Por qué?
r. Porque hablábamos de unas demandas ingentes que en ese momento ni siquiera podíamos intuir. Yo lo viví de cerca, porque en 2004 la malaria estaba incluida dentro de mis responsabilidades internacionales. Por tanto, lo conozco de primera mano. Tuvimos un problema porque había que producir volúmenes muy altos, ya que el principio activo requería unas plantaciones enormes de artemisia. Ni siquiera había plantas suficientes en China. Tuvimos que hacer acuerdos con agricultores para que la plantaran y después ir a zonas rurales de África, además de ampliar la planta de producción en EE UU. Fue un proceso enormemente complejo.
P. ¿Cuánto vale el tratamiento?
r. Con un dólar se compra un tratamiento, disponible desde 2004. Son tres días de terapia para curar al paciente. El fármaco pertenece a Novartis y al organismo chino. Estamos hablando de una enfermedad muy importante, por la que muere un niño por minuto en África, con un millón de muertes al año en África. Ahora también se está extendiendo a otras regiones como el sudeste asiático y Latinoamérica. Con esta iniciativa tenemos cuantificado que hemos salvado un millón de vidas. Lo que no quisimos es entrar en el proceso de distribución, que es muy complejo en África. La OMS lo compra y lo entrega en gratuidad a algunos países.
P. ¿Llega a quien lo necesita?
r. Hemos puesto en marcha algunas iniciativas adicionales, como SMS for life, que cuando se detecten casos se aseguren que haya stock. Pero la distribución es uno de los asuntos pendientes en África. Hemos hecho visitas y a veces hemos visto que el medicamento no estaba donde tenía que estar.
P. ¿Tiene patente?
“La industria farmacéutica es el malo de la película para los que no están enfermos”
r. No. Nosotros dejamos libre la patente.
P. ¿Se pueden erradicar más enfermedades?
r. Cuando aparece una enfermedad nueva y se pone en marcha la tecnología, automáticamente se soluciona el problema. No se soluciona en cuatro meses, pero sí en tres o cuatro años. Por ejemplo, tendremos soluciones contra el ébola en uno o dos años.
P. A las compañías farmacéuticas se les critica por olvidarse de algunas enfermedades en países en desarrollo. ¿Cómo mejorar ese aspecto?
r. Es posible que se nos critique. Un ejemplo ahora lo tenemos en el ébola. Cuando ha llegado a los países desarrollados surgen las iniciativas. Si el dengue estuviera en Europa es posible que ya tuviera solución.
P. ¿Cómo ve la responsabilidad social en el sector?
r. Está haciendo un esfuerzo importante que por desgracia no se valora. Se tiende a amplificar cualquier error. La industria se ha autorregulado con un código de conducta, por ejemplo, en la relación con los médicos.
P. Algo mal se habrá hecho...
r. Es verdad, pero los procesos de mejora han sido enormes y no valoran.
P. Pero siguen siendo los malos, por ejemplo, en películas o libros. ¿Cómo se cambia?
r. Siempre interesa que haya malos. Es difícil cambiar algo así, aunque se intente. Somos los malos de la película para los que no están enfermos. Cuando se habla con un paciente, la industria farmacéutica no tiene mala imagen. También somos bien valorados por la gente por encima de 50 años y por los investigadores.